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Django desencadenado

Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 643
Críticas ordenadas por utilidad
7 de febrero de 2013
89 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniendo en cuenta que tanto el spaghetti-western como Tarantino me encantan, era lógico y normal —hasta cierto punto— que también me gustara “Django unchained”. Con lo que no contaba, sin embargo, era con que la peli de Tarantino acabara empalmándome de forma tan rotunda y brutal. Porque sí, amigos, “Django unchained” no es una peli para todos los públicos. “Django unchained” es una peli —como vulgarmente se dice— para “empalmaos”. Una peli para nostálgicos del spaghetti y para devotos de Tarantino. Pero también para todos los que creemos ciegamente en el cine como espectáculo visual. Como herramienta para generar emociones. Como vehículo para contar una historia en el que lo más importante no es la propia historia, si no cómo la cuentas. Y en ese apartado, como resulta obvio, Tarantino lo borda.

Y si no, ¿cómo es posible que un cineasta sea capaz de tenerte clavado a la butaca durante más de dos horas y media? ¿Cómo es posible que un cineasta sea capaz de resucitar un género en el que Leone lo había dicho absolutamente todo? ¿Cómo es posible que un cineasta sea capaz de superarse sin dejar de ser fiel a un estilo que ya no sorprende a nadie?

Pues con talento. Con talento, personalidad y oficio. Mucho oficio. Con unos personajes extraordinarios. Con unos diálogos brillantes. Con un sentido del humor acojonante. Con unas secuencias de acción espectaculares. Con unos paisajes fascinantes. Con una banda sonora tremenda. Con esa desfachatez y grandilocuencia que le caracterizan. Con épica, lírica, métrica y hasta mensaje. Y con un respeto casi religioso, diría yo, por esos subgéneros cinematográficos (spaghetti-western y blaxploitation) que tanto y tan bien mamó desde mocoso.

Nueve vigorosas estrellitas, pues, para un cineasta que constata que aún le queda mucho cine en las venas y para una peli que, sin lugar a dudas, no desmerece en absoluto sus mejores obras. Y si no, al tiempo.
Taylor
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10 de enero de 2013
91 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Verán ustedes. Yo vivo en un país bajo la dictadura de lo políticamente correcto. Donde la gente no se atreve a llamar negro a un negro (no se tienen que ir muy lejos, lean la sinopsis en esta página) y donde hay una multitud tan estúpida como sedienta de sangre esperando a que cualquiera se atreva a hablar con naturalidad para calificarlo de fascista.

En el país donde vivo, a los señores de raza árabe les llamamos moros, que es un término con ciertas connotaciones despectivas, que al igual que "nigger", es susceptible de levantar ampollas. También hay dos bandos profundamente idiotas que llevan peleándose desde tiempos inmemoriales: los rojos y los fachas. Lo políticamente correcto es hacer películas donde los buenos sean los rojos, y los malos, los fachas, que es lo que se lleva haciendo toda la vida en mi país. Lo más cerca que he estado de ver una película decente sobre el tema fue hace poco de la mano de Alex de la Iglesia, y la historia iba de payasos. Y al único que he escuchado nombrar a los moros ha sido a Torrente.

Síntesis de la crítica: Django Desencadenado es, además de un películón, una experiencia estimulante por su incorrección política y sobre todo, porque no pretende dejar a todos contentos. No es buenista. Y me gusta. Es una peli sólo descerebrada, pero sólo en apariencia, al igual que Malditos Bastardos, otra magnífica cinta sobre el mayor conflicto de la historia de la Humanidad tratada con la misma irreverencia.

También es un spaguetti-western excesivo filmado con pasión y garra; una película como la copa de un pino, con una historia espectacular y unos PERSONAJES memorables al más puro estilo de Tarantino. Y mejor que su predecesora, por lo menos para un servidor. Porque aqui los personajes me han CALADO.

Insisto, no es una peli para todos los públicos, que es otra cosa que me encanta. Este tipo de películas sólo son disfrutables cuando se tiene un cierto bagaje cultural, requieren cierto grado de no-ignorancia por parte del espectador (creo que esta frase la he dicho ya en unas cuanta críticas). Se disfruta de verdad cuando uno es capaz de distinguir entre realidad y ficción, y también de ver más allá del "fuck 'ya nigger". También cuando uno es capaz de aceptar su pasado, y el del país en el que ha nacido. ¿Se ve ahora el por qué del prólogo?

Un idiota puede salir flipando de ver Malditos Bastardos por el hecho de que tiroteen a Hitler, por supuesto. Si es con eso con lo que se queda, dejen que viva en paz. Otro tanto con ciertas escenas de esta peli. Yo, por contra, les propongo que se queden con la que Schultz enseña a Django a leer. Y en las consecuencias que ese momento traerá en la historia. Extrapólenlo a la vida real y comprenderán lo que quiero decir en esta insufrible e interminable reflexión. Inteligencia. Libertad. Morid, borregos. Etc.

¡Ah! Se me olvidaba. En mi país también hay traidores y descastados, como el personaje de Samuel L. Jackson. Están sentados en grandes despachos, en juzgados, o conducen coches de policía. Todo a lo que aspiran es a contentar al señorito de turno con su trabajo, hace mucho que vendieron su alma al diablo y viven permanentemente enrocados en sí mismos por miedo a perder lo que se ganaron vaya usted a saber cómo o gracias a quién. La verdad es que en el cine -español- no se habla de ellos, pero les veo a diario, tanto en la televisión como por la calle. Me dan tanto asco como Stephen. Y verlo retratado de esta manera me infunde cierta esperanza de que, en el futuro, alguien con pelotas cuente la historia de aquellos idiotas que traicionaron a su gente por un plato de comida y unas palmaditas en la espalda.

Por cierto, que Quentin y Di Caprio se hayan quedado fuera de los Oscars es de traca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Herr Jasper
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26 de enero de 2013
92 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida de Quentin Tarantino es, a estas alturas, un confortable y perpetuo sueño húmedo. Sus fans segregan fluidos y arrojan ropa interior a su paso como quinceñeras histéricas y perfuman el aire con incienso cada vez que suena su nombre. Los críticos pierden a la vez la memoria y el pudor (¿“el western que mayor atención jamás haya prestado –glubs- al lenguaje verbal”?) y mordisquean como tiernos chihuahuas la mano de (sic) “el más magnético de los directores vivos”. Las Locas Academias de Cine le obsequian con nominaciones sin número, a cual más pintoresca y misteriosa (¡mejor guión! ¡mejor montaje! ¡ole tus huevos!). El mundo, para Quentin, es ahora mismo la mullida alfombra de saliva que impide que sus pies rocen siquiera el suelo mientras se pasea por la balaustrada de su mansión. A sus pies, nosotros, los negros de su plantación, recolectamos algodón a la mayor gloria de nuestro amo, ese arrogante y consentido coronel sureño que monta en cólera con quien osa contrariarlo.

Sobre “Django desencadenado”, a fin de cuentas, no hay mucho que decir. Tarantino, como el Capitán Pescanova, ha descubierto qué croquetas le gustan a su publico y ha decidido fabricarlas en serie, de modo que ésta tiene el mismo insípido sabor, la misma textura grumosa, el mismo estomagante regusto a refrito que “Malditos bastardos”. Otro ladrillazo de casi tres horas, con dos o tres escenas a la altura del talento de su director y minutos y minutos y minutos de taladrantes y soporíferas monsergas y chorradas varias que sirven de excusa para la escabechina final con explosiones y escaleras de por medio de costumbre. ¿Buena factura técnica? Impecable. ¿La puesta en escena? Cuidadísima. ¿Interpretaciones? Notables e incluso excelentes. ¿Guiños, homenajes y cameos? Para dar y tomar. Y se acabó. Por crujiente y atractivo que sea el rebozado, la croqueta, por desgracia, no da para más.

Tiene gracia, eso sí, que quienes califican este peñazo de cumbre del cine de entrenimiento pongan de vuelta y media a cierto cine de autor, por considerarlo lento o pretencioso, cuando lo que esta ostentosa ópera pop acerca de la esclavitud acaba logrando es que “Stalker” o “Inland Empire” parezcan poco menos que canciones de los Ramones. Tiene también su guasa que se la presente como la reinvención definitiva del spaghetti-western, un género que siempre operó en sentido inverso al empleado por Tarantino en la última década, haciendo de la necesidad virtud y optimizando, en la medida de lo posible, los pobres medios de que disponía. Y en cuanto a ese humor que supuestamente destila, no está de más recordar que éste no es, ni mucho menos, ni el primer ni el mejor western paródico –con negro protagonista incluido- que se ha hecho. Si esa chirigota de las máscaras les ha parecido a algunos el Everest del humor, no quiero ni imaginarme qué dirían de la escena de las pedorretas de “Sillas de montar calientes”. Venga, que la copie Tarantino y salgamos ya de dudas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Normelvis Bates
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6 de enero de 2013
80 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reservoir Dogs me aburrió soberanamente más de la mitad de la película, Pulp Fiction me resultó bastante entretenida, Jackie Brown ni me acerqué a verla, me quedé en la primera Kill Bill (y con esfuerzo) y la única que volví a ver fue Malditos bastardos, película que ni fu ni fa pero que me descubrió en su plenitud a Waltz, verdadero protagonista de la cinta.
La primera hora es sencillamente sensacional gracias a la aparición del doctor Schultz y su relación con Django, la resolución de su primera captura y la química que hay entre ellos. En serio, aquí estaba agradable y verdaderamente sorprendido de que la verborrea tarantiniana estuviera contenida, de que la sangre y las tripas no tanto (no en vano, es marca de la casa) y de que la historia la estuviera narrando sin los aspavientos propios de otras de sus películas. A partir de ahí, la película baja pero no demasiado gracias a la descacharrante parodia de los orígenes del KKK, la aparición de un espectacular Leonardo Di Caprio, homenajes a Franco Nero y Don Johnson (que hace que sonrías de lado, pues viste de blanco impoluto... como cierto Ferrari Testarossa -seguro que esto es solo cosa mía-), la espectacular interpretación de Samuel L. Jackson y las conversaciones bien llevadas hasta la traca final, digna del más respetado spaghetti western y bañada en litros de sangre que harían las delicias de todos los vampiros de todas las sagas.
¿Y a los que os gusta Tarantino? Creo que también os gustará porque Tarantino está ahí: sangre (repito, porque aún me estoy limpiando), mucho diálogo (muy bien llevado), homenajes cinéfilos por todas partes, violencia explícita, incorrección política (ni se sabe las veces que se pronuncia "nigger", algo realmente peculiar en EEUU que a los europeos ni nos va ni nos viene, y como trata el tema de la esclavitud en sí, porque aquí, señoras y señores, el tema central es la Brunilda de toda Alemania en un tono épico que le haría tener un orgasmo a Wagner -no sé si de horror o de placer-, no se confundan), música de lo más pintoresca para una peli como esta, momentos apoteósicos a cámara lenta, juegos de palabras, clímax, anticlímax y un nuevo clímax cuando creías que la película iba a terminar y resulta que no, que sigue... y un final que ríete tú de Sergio Leone.
Lo tenéis todo, en serio. Pero es que, además de todo eso, lo ha hilado de tal manera que, en una de sus pocas veces, me ha entretenido y gustado lo que me cuenta. Todo el rato y no a ratos.
Curiosamente, sus 2 horas y 45 minutos se me han pasado volando.
Muy bien, Quentin. Pero que muy requetebién.
Id a verla, en serio. Creo que no os arrepentiréis.
Áralan
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19 de enero de 2013
94 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Tarantino suele suceder que no existen puntos intermedios. O lo amas o lo odias, es así de sencillo. Yo, he tratado de mantenerme siempre en un escéptico punto intermedio, evaluando primero con meticulosidad cada uno de sus productos.
Sucede que a estas alturas, para muchas personas el director está por encima del bien y del mal. La crítica y las audiencias se han vuelto complacientes, y casi cualquier cosa que haga como director, guionista o productor (incluso como actor de cameos siempre destinados a la muerte), tiene que hacerse merecedora de elogios. Y ese es el juego en el que se ha caído. Tarantino se ha convertido en una marca de fábrica, a la que acude el espectador a ciegas, dando votos de confianza y calificaciones sin desmenuzar los contenidos apropiadamente. Es la lógica y la política del fan; ese que corre a ver cualquier cosa de los estudios Marvel, Christopher Nolan o Peter Jackson, y dice cada vez que se ha topado con la mejor película jamás hecha, al salir del cine, o que se trata del mejor director de toda la historia del cine, o que nunca había visto una obra maestra como esa. Si es de Tarantino, necesariamente tiene que ser buena.
Y entonces, se pierde el rumbo, y el sentido de la crítica. Y se despierta la complacencia, y se nos olvida que no nos está entregando nada bueno ni nuevo, que todo lo que vemos de una u otra manera ya lo habíamos visto antes, que tienen más sabor a western muchas de las escenas que ya rodó en filmes anteriores, y que ya explotó tanto su formula, que los resultados son desabridos, amén de un final de lo más cutre.
Punto aparte, los personajes de Waltz, DiCaprio y Jackson. Cumplen bien con su cometido, pero no resultan ser un elemento suficiente para salvar el mal sabor que queda al final. Tres horas de película y al final una sensación de que no pasó nada, el héroe ni siquiera despertó simpatía, y su cruzada, bueno, como que ni va ni viene.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kubrickomano
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