Suburra, la serie (Serie de TV)

Hay una opinión expuesta por un critico aquí : ... "Es difícil superar a los italianos en historias dramáticas de corrupción..."
Creo que es una autentica verdad.Ellos (los italianos)son verdaderos expertos,auténticos en su genero y por más que otros quieran rivalizar en algo así ,cuando ves, te informas, escuchas o vives en su mundo real o retratado en el cine, te das cuenta de lo mucho que saben sobre esto.
Su realidad supera a su ficción.
Son lo autenticos creadores de ambos lados.
Desde :La Piovra - Suburra Blood on Rome - Gomorra - Romanzo Criminale ... etc .. son así
en su realidad ... diría que mas brutal que lo que se pueda ver en su puesta en el cine.
Suburra Blood on Rome es realmente buena ... angustiosa y contundente como las demas.
Cine de primera para disfrutar de esto:la autentica forma y vivencia de este tipo de personajes.
P:9

Esta serie me mantuvo conectadísimo desde el principio hasta el final, con unas intros que te mantienen atento hasta el final de cada episodio.
Actuaciones geniales, resaltando a Alessandro Borgui.
Me gustó mucho. Véanla sin miedo.

11/11(11/01/21) Buena serie italiana realizada para Netflix desde Italia, en la primera producción de la compañía para esta nación transalpina. Precuela del film “Suburra” del 2015, a su vez inspirada en la novela homónima de Giancarlo De Cataldo y Carlo Bonini, desarrollada por Daniele Cesarano y Barbara Petronio para Netflix, basándose en los hechos reales de la investigación de Mafia Capitale y se centra en los enfrentamientos de poder y la corrupción entre el crimen organizado, los políticos y los eclesiásticos del Vaticano, donde dios de los protagonistas lucharan por hacer con el cetro del que se creen con derecho herederos, pero serán torpedeados por sus propios herman@s. Escribo esta crítica tras terminar de ver el último episodio de la tercera (primera 10 ep.; segunda 8 ep.; y tercera 6 ep.) y última temporada con la que se cierra este drama criminal. Serie que aúna acción, violencia atávica, y drama personal, hay lugar para los dilemas morales, las complicadas relaciones familiares, el racismo, el peso de la identidad sexual, el entramado tóxico de relaciones entre el poder político, la mafia y el Vaticano, y sobre todo la amistad disfuncional, en lo que es el ascenso en el crimen organizado romano. Serie que inteligente y gradualmente nos hace ver como las personas evolucionan por circunstancias de la vida.

Comienza en 2008, estamos en Ostia (ciudad costera lindante con Roma), allí Aureliano Adami (Alessandro Borghi), es el hijo de un capo de una banda criminal, por azar comienza una alianza con Alberto "Spadino" Anacleti (Giacomo Ferrara), un pandillero gitano perteneciente a un poderoso clan de su etnia, y Gabriele "Lele" Marchilli (Eduardo Valdarnini), camello de baja estofa, y único hijo de un policía, el trío pretende chantajear a un sacerdote con poder en el Vaticano, el padre Theodosiou (Gerasimos Skiadaressis), que la escena del inicio sufre un infarto durante una orgía. Tiene como enemigo al poderoso Samurai (Francesco Acquaroli), antagonista de los Adamis, jefe del crimen organizado romano y contacto para mafia siciliana en Roma, este se acerca al político romano Amedeo Cinaglia (Filippo Nigro) para le ayude en asuntos de Ostia. Sara Monaschi (Claudia Gerini) es auditora financiera del Vaticano para tierras en Ostia.

Los tres personajes principales abren sobre sí subtramas familiares, que dan mucho jugo, y que al final terminan por entrecruzarse con las de los otros ‘colegas’, tratando temas como la sucesión, la responsabilidad, la homosexualidad reprimida, o el fariseísmo eclesiástico, con sus negocios capitalistas avariciosos. Ello con un ritmo ágil, con mucha acción, con personajes bien descritos, con relaciones bien trazadas, con giros bien descritos, con sorpresas, donde no hay lugar a lo previsible. Todo ello evolucionando de modo fluido a través de sus 24 capítulos, hasta desembocar en un satisfactorio rush final. Donde en cada temporada hay elementos nuevos que no desvirtúan lo visto, como ejemplo está que en la segunda temporada se aborda el tema de la manipulación electoral, o sobre todo la de los inmigrantes de las pateras, y como esto termina siendo un negocio, donde hay lugar para meter la cuchara unos y otros en su espurio beneficio. Habiendo escenas de acción notables, con tiroteos crudos, con persecuciones, asesinatos desgarradores, y todo con una sensación de que todos terminan siendo títeres de un ente superior que lo domina todo en la distancia y cuando no le gusta lo que ven intervienen. Donde las conspiraciones, traiciones, lealtades flexibles, chantajes, sobornos es el escenario de un tablero desbordante de una visión pesimista de la naturaleza humana. Donde la subida al trono de la Suburra (epítome de la corrupción) de Roma, es una sucesión de engaños y trampas contra el Samurai. A medida que que se desarrolla la serie el personaje del politicucho Cinaglia va tomando más importancia (quizás llenando el hueco dejado por uno del trío que ya no aparece en la tercera temporada), en un arco de evolución que em recuerda al Walter White de “Breaking Bad”, que sin quererlo se ve envuelto en líos de bandas rivales, y termina queriendo ser parte él beneficiada y ello lo hace pasar al lado oscuro, reflejado en ese espeluznante episodio final. Ello en una conclusión muy acorde con lo que es la serie, acabando de modo áspero, pero emocionante, sin finales felices, todos acaban al haber vendido su alma al diablo de la avaricia atrofiados en mayor o menor medida. Todo con mucha lucha fratricida, enfrentamientos familiares, conyugales, sacrificios, donde los sentimientos son fundamentales.

En este apartado de los sentimientos destaca la relación entre Aureliano y Spadino, de mostrando los dos actores respectivamente Alessandro Borghi y Giacomo Ferrara una química formidable, una amistad que sobrepasa los límites al amor platónico, entre los dos fluyen emociones contenidas, miradas, abrazos, y todo huele a natural, ello potenciado por la buena actuación de ambos, que desemboca en ese trémulo final; Y entre los secundarios destaco a Francesco Acquaroli como el lóbrego Samurai, tipo lacónico que se mueve en moto por Roma, aterra encada aparición seca y adusta.

Tras el éxito de otras series italianas de temática mafiosa ("Roma criminal" y sobre todo "Gomorra") llegó de la mano de Netflix la serie que nos ocupa, basada en el mismo material literario que la película homónima de Stefano Sollima, un par de años anterior. De hecho se habló en su día de la serie como precuela de la película, aunque esto no es del todo exacto: yo más bien diría que partiendo de la misma trama ofrece un desarrollo alternativo, paralelo, donde algunos personajes y situaciones coinciden, y otros no.

Una galería de personajes variopintos (un joven impulsivo de familia mafiosa, el joven heredero de un clan gitano, una conseguidora del Vaticano, un representante de la Cosa Nostra en Roma, un político tentado por la corrupción y algunos más) se alían y se enfrentan en medio de una lucha por hacerse con la jugosa recalificación de unos terrenos en la costa romana. A partir de ahí se retratan las corruptelas de todo el mundo y las diferentes guerras entre unos y otros, y se hace de forma trepidante, con un ritmo que no decae en ningún momento (los capítulos se hacen cortos) y con esa rara habilidad de los italianos para fabricar escenas memorables con muy poco y combinar melodrama, crítica social, suspense y acción violenta.

No faltan defectos también, sobre todo una tendencia a abusar de los trucos de guión y los giros sorpresa, sobre todo a partir de la mitad de la segunda temporada, donde se entra en un carrusel se alianzas, traiciones y contraalianzas un tanto agotador y no siempre creíble, y se van introduciendo personajes nuevos (el locutor de radio, la novia de Aureliano, la mujer del político, etc.) demasiado desdibujados y se prescinde de otros (Lele, la inspectora de policía, etc.) que todavía podían dar más de sí. También hay algunas cuestiones (los escándalos vaticanos) sobre las cuales da la impresión de que los guionistas han estado faltos de valor para mojarse un poco más. En todo caso todas las tramas y subtramas que se van abriendo se cierran de forma más o menos satisfactoria, nunca deja de resultar entretenida, y cuenta con interpretaciones (Alessandro Borghi, Giacomo Ferrara o Carlotta Antonelli sobre todo) francamente buenas.

Eso sí, si piensas ver esta serie y "Gomorra", o esta serie y la película "Suburra", o las tres, empieza por esta. De lo contrario te será inevitable compararlas, y las comparaciones, en este caso, pueden ser un tanto odiosas.

Suburra permite echar un vistazo, en la propia ciudad de Roma, a la relación entre el crimen organizado, políticos corruptos, y el Vaticano. Casi nada . El reclamo para empezar a ver la serie es brutal. Y lo cierto es que acabas obteniendo eso con creces.

Lo que uno no espera es la dimensión que consiguen tener los personajes principales. Los ves crecer, desarrollarse, sus necesidades, sus miedos.