Júlia ist

El film podría haberse llamado "No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas" pero ya estaba cogido. Siendo menos duro con su relato y puesto a tirar de referencias, me acuerdo de aquella canción de Bunbury que decía "porque allá donde voy, me llaman el extranjero". Y es que cuando te pasas tiempo fuera y luego vuelves puedes tener el problema de que cuando empiezas a conectar con tu nuevo destino y su gente te toca volverte y para "los tuyos" eres el extraño y si la operación se repite puede ser un bucle, aunque aquí se centra en un sólo viaje, un Erasmus a Berlín y la cara buena y mala. Aunque realmente se puede extrapolar a cualquier mudanza temporal fuera de casa, tocando temas como el conocer gente nueva, las relaciones a distancia y el abrirse camino personal y profesional en un nuevo entorno. Aunque parece reflexionar sobre la experiencia, al final es más sobre un personaje concreto y sus conflictos internos y externos. Concretamente el de Elena Martín, que no sólo interpreta de forma destacada, sino que también dirige el film con muy buena mano y habrá que seguir sus siguientes trabajos. Quizá su personaje con algunas decisiones saque un poco de quicio o pueda costar empatizar, pero al final, su viaje es para conocerse a sí misma y aprender y por tanto, también equivocarse.

Buena noticia que este tipo de proyecto, mirada independiente de un grupo de gente joven, salga a la luz, hay que felicitarse (y felicitarles) por ello. La película es fresca y ágil en general (salvo el tramo final, claramente agotada). Narra con mucho realismo, sobre todo desde el punto de vista visual, las experiencias de una joven catalana estudiante de arquitectura pasando unos meses de Erasmus en Berlín. Si bien esto es una virtud, a veces se torna un problema, ya que algunos de los planos dejan bastante que desear desde el punto de vista técnico. También hay que destacar a Elena Martín en su vertiente actoral, dado que construye (ella sola, 100% todo el mérito al autodirigirse) su perfil de personaje de una manera muy sólida y creíble. En el apartado de las objeciones, cabe hacer unas cuantas. Por un lado, la historia es extremadamente simple, es decir… No pasa nada. Tenemos al personaje de Julia y lo acompañamos por su periplo berlinés. El acompañamiento es bastante literal, por lo anteriormente comentado del estilo visual realista de la peli. Vemos que es un personaje algo errático e indeciso, pero cuesta empatizar con ella, ya que los supuestos problemas que la asolan (más allá de sus propias dudas existenciales), pues no parecen para tanto. Las conversaciones técnicas sobre arquitectura terminan cansando y no llevan a ningún sitio. Y los bandazos sentimentales de Julia no son nada especialmente original y que no se haya visto ya cien mil veces antes.
En conclusión, loable la apuesta y el intento, así como el proyecto en sí. Bien el realismo y Elena Martín, sacando adelante con mucha naturalidad su caracterización. Por contra, deficiencias técnicas, guión previsible y falto de que “pasen cosas y cuente algo”, más allá de la mera exposición del recorrido vital de Julia.
Comentar algo también de la versión en DVD editada por Cameo. Ahora que cada vez se venden menos formatos físicos (DVD, Blu ray, Cds, en el caso de la música), hay que incentivar su venta y fidelizar a los clientes que quedamos con buenos precios y ediciones cuidadas. Esto significa una buena presentación y una interesante y abundante selección de contenidos extra, para que sientas que te merece la pena invertir dinero en una pieza de colección, con entrevistas, making of, reportajes y demás que vienen a complementar la historia, el proyecto y ayudan a entender mejor la película. Bueno, he pagado 16 euros por este dvd y no lleva ni un solo extra: la película “pelada”, sin más. Éste no es el camino.

Júlia ist bastante quejica, la verdad. Irse de Erasmus es, en muchos casos, un punto de no retorno (o eso dicen). Se rompe con lo que se ha sido, y se rompe con lo que uno iba a ser. Se es extranjero al llegar al nuevo destino, y de nuevo al volver al viejo, y eso es lo que trata de plasmar Elena Martin autodirigiéndose en esta cinta, parcialmente autobiográfica.

El problema ist que cuesta bastante empatizar con una Júlia que no se entiende muy bien por qué sufre como sufre. Sabemos que Martin nos quiere enseñar la soledad del recién emigrado, pero la verdad es que cuesta ver dicha soledad en una Júlia que hace un grupo de amigos (alemanes, nada menos!) en tiempo record. Los problemas de comunicación son otra fuente de frustración para una Júlia que sin embargo no suelta ni un error gramatical y es hasta capaz de asistir a charlas de arquitectura en alemán sin despeinarse. El terrible problema de la vivienda berlinesa también ataca a Júlia, que sin embargo encuentra piso a la velocidad de la luz tras tener, por lo visto (aunque no en pantalla), problemas con sus antiguas compañeras. Y así hasta el final: mogollón de problemas que Júlia no tiene. Imposible empatizar con Júlia pese a haber empezado de cero varias veces en otro país (o tal vez, precisamente por eso).

Le pongo un 6 por regalarnos el retrato de un Berlín auténtico, fresco y sincero, y por no caer en ningún típico tópico acerca de la vida en Alemania.

Notable debut en la dirección de Elena Martín (protagonista de Las amigas de Àgata con la que comparte no pocos puntos de unión) que también escribe y protagoniza este drama sobre la desorientación existencial de los jóvenes y cuya idea surgió de su propia experiencia viviendo en la capital alemana.

Sutil, sin excesos pero muy conciso en su reflexión, el filme que ya ganó los galardones de Mejor Película y Actriz de la sección Zonazine del Festival de Málaga, es un claro candidato para copar varias nominaciones en los Gaudí y en los Goya del año próximo. Toda una agradable sorpresa.


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Cine que parezca que no es cine. Naturalismo, planificación que se separa de lo que entendemos por clasicismo (pocos planos generales y cuando se usan tampoco se hace en sentido descriptivo). Un personaje perdido y no muy simpático que ni sabe lo que quiere, ni tiene mucha gracia el seguirlo durante 90 minutos para enterarse o compartir su confusión. Berlín sin que salgan "vistas" que los turistas identifiquen como Berlin. Seguramente esa ambientación es lo más logrado. Como si fuera una película de amigos pero sin serlo, a juzgar por los cargados títulos de crédito que la cierran. Parece que en los últimos tiempos este tipo de cine (proveniente de Cataluña en muchos casos) ha tenido su éxito y su resonancia, su cierto aplauso crítico. Una especie de "nouvelle vague" de la segunda década del S. XXI. Podría durar la mitad o el doble y podría verse incluso a ratos sin perderse mucho porque mucho no pasa, aparte de pelearse con los chicos que salen, tampoco se sabe bien porque. Cine alternativo, supongo. Otra cosa es que guste.