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Olimpiada

Documental Documental sobre los Juegos Olímpicos celebrados en la ciudad de Berlín en 1936. Divida en dos partes de 118 y 107 minutos, respectivamente, el atletismo ocupa buena parte de su metraje, incluida la primera parte en su integridad. La segunda incluye imágenes de gimnasia, vela, pentatlón, decatlón, hockey sobre hierba, polo, fútbol, ciclismo, hípica, remo, salto y natación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
16 de marzo de 2008
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por encargo de Hitler, Leni Riefenstahl rodó esta cinta que transciende cualquier acto o idea de propaganda para convertirse a pesar de todo en “la” película de los Juegos Olímpicos. Su larga duración, digerible ya que está dividida en dos partes, contiene multitud de secuencias y bellas imágenes que aún hoy en día sorprenden por la forma en que están filmadas y montadas. En la época supusieron toda una innovación, aunque ya están perfectamente asimiladas

Desde el comienzo, que señala el origen épico de los Juegos a través de unas imágenes de ruinas y esculturas griegas y que nos lleva hasta los días de las celebraciones olímpicas en Berlín acompañando a los portadores de la antorcha olímpica, hasta el adiós y espera de la próxima cita olímpica, trágicamente interrumpida por la II Guerra Mundial; tenemos un autentico desfile de atletas de distintos países, la tensión de la espera, la dureza del esfuerzo y las explosiones de júbilo del público ante los éxitos de sus deportistas, júbilo que también nos muestra el propio Hitler como un espectador más.

De esta película no me puedo olvidar de las escenas de los saltos del trampolín, del salto de altura nocturno, del montaje de la competición de piragüismo, del sufrimiento de los corredores de la maratón…

El III Reich no escatimó en medios para que el espectáculo resultara visualmente perfecto y transmitiera el mensaje propagandístico deseado. Albert Speer, el arquitecto que diseñó el estadio olímpico, cuenta que tuvo en cuenta la instalación de raíles a lo largo de todo el estadio para desplazar las cámaras convenientemente durante la celebración de las pruebas.
Otras escenas sorprenden por su ¿modernidad?: Los cuerpos desnudos que tratan demostrar la fuerza y belleza de la raza aria, al comienzo de la película. Una de las bailarinas es la propia Leni, que antes de cineasta fue bailarina, esquiadora y alpinista.

Los franceses realizando el saludo ¡¿nazi?! en el desfile inaugural: la imagen choca pues lo hacen según el antiguo modo olímpico de los romanos, pero el montaje, sin mayor explicación, da a entender otra cosa.

Más allá de cualquier juicio moral que pudiera ejercerse sobre su autora, que tuvo que lidiar contra la oposición de varios jerarcas nazis a que realizara la película, debe verse como una de las cimas del cine documental. Las retransmisiones olímpicas de hoy en día se basan en esta película.
Plus Ultra
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23 de mayo de 2008
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documento de notable belleza estética y mucha menor carga ideológica que “El triunfo de la voluntad”, y por lo tanto bastante menos polémico e interesante, en el que contrasta una pequeña introducción que relaciona la Grecia clásica con los modernos Juegos Olímpicos, con el grueso de la obra, que se compone de la inevitable grandilocuencia Seig Heil! y bellas imágenes de pruebas atléticas y cuerpos masculinos y femeninos en plena acción. A destacar las gestas de Owens, algunas indumentarias y el desfile inicial de los atletas.
Shinboneniná
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29 de marzo de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ha hablado ya muchísimo sobre este documental: sobre su contexto político, su calidad artística y cinematográfica, las "intenciones" reales del filme, etc.
Yo solo quiero decir una cosa; si amas el deporte, debes verlo. Ninguna retransmisión deportiva de la actualidad le hace la más mínima sombra.
El mejor homenaje al espíritu olímpico; que hasta en los contextos más terribles e inhumanos, siempre muestra un pequeño atisbo de esperanza.
Sylar
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8 de diciembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que ella nunca se consideró de ideología nazi, el problema de Leni Riefenstahl fue poner su talento cinematográfico al servicio de su país, en un momento poco propicio para la historia, quedando para siempre estigmatizada por la sombra del nazismo, aunque fuera declarada dos veces inocente de la acusación de nazi. Pero nadie recuerda que lo mismo hizo Eisenstein en el régimen totalitario soviético, ¿No es una exaltación del comunismo, “El acorazado Potemkin” y “Octubre”? Por supuesto, pero eso queda mejor porque ellos fueron los vencedores y primeros en entrar en Berlín. Ni amante de Hitler ni cargo oficial en el Partido Nacional Socialista alemán.

Lo que deja claro Leni, una vez más, es su categoría profesional de cineasta filmando por designación del régimen nazi, las olimpiadas de Berlín de 1936 que presidia Adolf Hitler. Un documento histórico de primer orden, jamás superado en calidad artística. Una vez más, el gobierno le concede todos los medios humanos y técnicos de la época para filmar la épica del gran evento. Una prueba más de la propaganda alemana que ensalza la impecable eficacia de la organización de la Olimpiada. Y que el dictador enviaba como mensaje propagandístico de la potencia de Alemania a todo el mundo. El recorrido de la llama olímpica desde la antigua Grecia hasta la puerta de Brandeburgo.

A pesar de los obstáculos que le puso el ministro Goebbels con la que no simpatizaba, al parecer porque el mandatario nazi pretendía ciertas relaciones que la directora no le “autorizó”. Leni no sólo filma con precisión los eventos deportivos, los dramatiza ensalzando el espíritu de superación humano, la energía de los jóvenes, mejor si eran alemanes, todo ello cercano a lo que el gobierno alemán quería popularizar, el pundonor, la ambición por ganar y demostrar la superioridad de la raza aria, aunque el dictador tuvo que tragarse algún “sapo”, asistiendo a la victoria del atleta de color norteamericano Jesse Owens, ganador de sendas medallas de oro en los 100 y los 200 metros lisos, el salto de longitud y los relevos 4X400 metros.
Antonio Morales
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4 de agosto de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Media vida, unos 60 años, tuvo que purgar viendo, esta longeva mujer (1902-2003), como su obra era estigmatizada por sus "coqueteos" con el régimen nazi. Llegó a ganar mil y una batallas legales pero la esvástica siempre proyectó su sombra sobre ella.
El caso es que sea como fuere esta pionera directora cinematográfica, entre otras muchas facetas, tenía un don para narrar en imágenes y fabricó el molde que hasta la fecha sigue funcionando sin que nadie lo haya mejorado. Al menos en el campo del documental y concretamente en el del registro visual de los juegos olímpicos, que a instancias del Comité de los Juegos del 36 ella realizó por primera vez, con el beneplácito del gobierno nazi que supo rentabilizar de cara al exterior su ejemplar organización y el poema visual del ideario olímpico que Riefenstahl creó.
Para ello, tuvo presupuesto, experimentó lo que le dio la gana y filmó 250 horas que acabaron en casi cuatro después de 2 años de montaje.
Alemania copó el medallero. El afroamericano Jessie Owen fue la estrella y algunos atletas judíos ganaron medalla. Si Hitler salió contento o cabreado es una discusión estéril. A poco que te guste el deporte, el arte, la belleza, la historia y por supuesto el cine, "Olimpiada" es una joya imprescindible.
ELZIETE
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