La torre de los ambiciosos

Una obra maestra al servicio de unos actores consumados en la interpretación. La historia de esta película nos abre a la realidad del mundo empresarial que, aún reflejando los años cincuenta, bien pueden hacerlo en la actualidad. Este film hay que verlo y saborear tanto la puesta en escena que Wise hizo como la moraleja que TODOS podemos aprender de ella.
Como dijo aquél, esto es un peliculón.

Robert Wise fue uno de esos, mal llamados en mi opinión, " artesanos", que con su saber hacer y con su innegable talento para adaptarse a todo tipo de géneros, contribuyó con un buen puñado de films al engrandecimiento de la todopoderosa industria de Hollywood.
Lo mismo valía para un roto que para un descosido. Y así, nos legó grandes títulos de lo más variado:
Western: " La ley de la horca", Ciencia ficción: " Ultimátum a la tierra". Drama carcelario: " Quiero vivir". Bélico: " Las ratas del desierto". Boxeo: " Marcado por el odio". Cine negro: " Nacido para matar". Terror: " La casa encantada. Fantástico: El regreso de la mujer pantera". Sólo escribo un ejemplo de cada uno, claro, porque tiene muchos más.
Además fue el que inició la saga Star Trek, obra de culto de muchos y, naturalmente, no se puede dejar de mencionar el género que le reportaría mayor éxito; el Musical: " West side story" y " Sonrisas y lágrimas".
Y todo lo que hizo, lo hizo bien. A ver cuántos directores de la Historia pueden presumir de la eficiencia de este director de encargo.
Y en el caso que nos ocupa, " La torre de los ambiciosos", Wise vuelve a cumplir con creces su cometido. Una cinta que nos habla de los tejemanejes de los altos directivos de una gran empresa, en sus luchas por acceder al puesto de presidente de la compañía, vacante por su reciente fallecimiento, Wise aplica una fórmula que, no por archiutilizado, deja de ser completamente eficaz en el interés del espectador; el sistema del jurado, tan utilizado en los dramas judiciales que Wise sabiamente, traslada al último piso de esta torre, consiguiendo implicar al espectador en las cuitas de estos tiburones, proporcionando la tensión necesaria para captar al espectador.
Con un argumento bien planteado, conoceremos los debates que marcan los intereses de estas compañías.
Fredic March, encarna al gerente, un gran financiero, encargado de que la compañía alcance la máxima rentabilidad al menor costo posible.
William Holden, encarna el lado contrario. El ingeniero técnico de la empresa, que investiga en la mejora y desarrollo de la calidad del producto, ( lo que hoy sería I+D+I ) y partidario de sacrificar los beneficios inmediatos de la producción, a cambio de la consecución de resultados a más largo plazo.
Y el resto de secundarios muy bien defendidos por grandes actores, en sus diversos papeles de altos cargos de la empresa, desde el veterano a punto de jubilarse, el que tiene intereses mezquinos y egoístas...etc.
Como la elección de la presidencia se hace democráticamente por medio de los votos de los miembros de la directiva, comenzará un juego de propaganda electoral entre ellos, donde no siempre utilizarán métodos limpios y no siempre prevalecerá el interés de la compañía.
Una cinta que se ve con interés y se disfruta con gran atención.
Por poner alguna pega, yo diría que el personaje de Barbara Stanwyck está muy desaprovechado. Encarna a la mayor accionista de la empresa y por tanto, con derecho a voto, pero la construcción de su personaje no me ha parecido bien dibujado y me ha decepcionado.
También decir que Oliver Stone se fijó mucho en esta película para su " Wall Street" y por último, mencionar lo que Wise decía y que yo suscribo totalmente:
" Una de las razones por las que prefiero el cine de los 50 y 60- y aquí yo añado 30 y 40- es porque creo que las historias eran más humanas, más de la gente. No quedaban relegadas detrás de los efectos especiales".
Wise. Otro director que no hay que olvidar. Y van....tropecientos.

En muchos aspectos la propuesta narrativa de esta película y el tratamiento del enfrentamiento de sus personajes me trajo a la memoria el film “12 HOMBRES EN PUGNA (Sidney Lumet, 1957)”, donde el jurado quiere llegar rápidamente al fallo sin importarle si el acusado es realmente culpable, porque lo que solo quiere es que el juicio termine pronto y para eso la mayoría de ellos a su manera tiene razón para su afirmación de culpabilidad.
En el caso de “LA TORRE DE LOS AMBICIOSOS (Robert Wise, 1954)” lo que está en discusión es si el trabajo digno es inocente o culpable de oponerse a los intereses del capital, más allá del nudo central que es una pelea por la conquista del poder, en la película finalmente y con fina maestría lo que realmente se discute entre líneas es si el trabajo debe estar al servicio del capital o bien si el capital debe estar al servicio del trabajo. Excelente puesta en escena muy teatral no muchas veces vista en cine para aquella época.

Los ojos de Barbara Stanwyck llenando por completo la pantalla. Como música de fondo, el discurso "romántico-idealista-país multicolor" de William Holden. Este es la síntesis de un film que prometía tiburones despedazándose y se quedó en plácidas abejas Maya bajo el sol. Porque, miren ustedes, sin adelantar desenlaces, la cosa no es creíble. El mundo empresarial si por algo se caracterizó en el siglo XX fue por su culto al dinero, al beneficio a la rentabilidad de los accionistas. O sea que Fredric March es el único que parece tener los pies en el planeta Tierra, mal que nos pese y aunque sea el malo de la película.

¿Que los muebles quedan perfectos para la foto del muestrario y nada más? Ya lo dijo Quevedo, poderoso caballero es Don Dinero. ¿Que la pata de la mesa está desatada y quebrada? Din Don Din Don es Don es Don Dinero. Lo del cliente siempre tiene razón es un invento moderno, un mal necesario para seguir atesorando beneficios pero sin perder el norte. ¿O es que se piensan que la crisis actual surge para proteger al sufrido ciudadano, fiel cliente de las empresas de toda la vida? Mas bien al contrario, son las especulaciones financieras de quienes tienen dinero y quieren más todavía, las que pisotean la economía mundial. Todo eso ya lo saben ustedes.

Si no han visto la película tal vez desconozcan que Robert Wise contó con un plantel de actores excelentes: Paul Douglas, June Allyson, Fredric March, Shelley Winters, Walter Pidgeon, Nina Foch (excelente), Louis Calhern, William Holden y mi admiradísima Barbara Stanwyck, y si la película mantiene un nivel medianamente digno es gracias a ellos. Tampoco hay que infravalorar su inicio, cercano al cine negro o determinados aspectos concretos como el desarrollo de las votaciones con su carga de tensiones y motivaciones ocultas. Y para serles, absolutamente sinceros, en ciertas fases del film llegué a buscar puntos de coincidencia con aquella maravilla de Frizt Lang que se llamó Mientras Nueva York Duerme.

Puro espejismo. Al final, la película que rondaba por mi cabeza era La locura del dólar del maestro Frank Capra. Su propuesta optimista para una sociedad americana en crisis me pareció muchísimo más ortodoxa y ajustada a los cánones económicos que esta La torre de los ambiciosos. Capra levantaba los ánimos a un país en bancarrota. Wise levanta a los espectadores de los asientos canturreando..."la abeja Maya bajo el sol"...

Película en la que tengo grandes expectativas. Un director estupendo y un reparto impresionante: William Holden, June Allyson, Barbara Stanwyck, Fredric March, Walter Pidgeon, Nina Foch, Shelley Winters...
El guionista es Ernest Lehman, uno de los más grandes escritores de cine, con éxitos inconmensurables.
Una factura impecable, con un blanco y negro visualmente perfecto, un sonido perfecto, un guión de fábula, una película magnífica. Me gusta este cine, es, de hecho, el que más me gusta.