La boda de Tuya

Como el cine no es solo un mero entretenimiento, sino que debe ampliar horizontes mentales y mostrar otras formas de vivir, es esencial que haya películas como esta. Es una narración sencilla y pulcra de cómo se las apañan los seres humanos de Mongolia (entorno hostil a nuestros ojos), y de cuales pueden ser sus valores y sus problemas para mantenerlos. Cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad puede disfrutarla y ampliar sus perspectivas cinematográficas, pues está interpretada con competencia, tiene un ritmo adecuado y no es dificil interesarse por los paisajes y usos. En resumen, cine "exótico", pero cine perfectamente digerible.

Llegar a una película así no es fácil, tienen que darse una circunstancias especiales además para verla bastantes años después de que se estrene. Estamos hablando de ver una película china que apareció en ciertos círculos cinéfilos hace más de quince años. Tampoco sabría decir si es más correcto decir que es china o mongol, porque la cultura no debería entender de fronteras o banderas. Ignoro si un mongol de Mongolia tiene mucho que ver con uno chino. O ruso.

Qué más da, los seres humanos que vemos aquí viven en un territorio inhóspito en el que ir a buscar agua para el ganado requiere de un trayecto de varios km a realizar como buenamente puedas, en camello nuestra protagonista desde luego, mientras ve cómo avanza la vida y otros se desplazan con vehículos motorizados. Y luego está él, su marido, el padre de sus hijos. Postrado, ninguneado, aniquilado como patriarca.

Una historia de amor innegociable: ella no va a romper su vínculo original, ella sólo pide asegurar un futuro para su marido. Y se divorciaría, sí, por la familia. Ver para creer.

Estoy de acuerdo que no se trata de una película especialmente emotiva, una lástima, de otra manera tocaría el cielo. Puede que debido precisamente a la idiosincrasia de los mongoles no estemos delante de un derroche de lirismo, no importa, no es perfecta ni falta que hace. El cine ha de ser siempre así, honesto y sincero, y si "La boda de Tuya" es así es porque pertenece a su realizador y así lo quiso él.

"La boda de Tuya" es una película diferente. Cuenta una historia familar dura y compleja, que aborda con grandes dosis de humor y originalidad, que debido al buen trabajo de todos los actores resulta creíble en todo momento. Wang Quan'an además, nos trasalda al desierto Mongol y nos ofrece una pequeña visión de las costumbres de la zona en un marco de cariño, ternura, amor y simpatía.

La película cuenta la historia de una mujer fascinante. De corte moralista, propone la cuestión "¿Qué hacer, lo que mi corazón dice o lo que mi cabeza dicta?" y aunque su arranque posee la fuerza de las grandes películas, el film, pese a que va resolviendo toda la problemática que surge, no evoluciona emotivamente o no consigue emocionar lo que debería. Aunque a menudo juzgamos películas de otros países, cuya cultura, educación o contexto no conocemos y, por tanto, no podemos comprender del todo. Lo mismo que un chino nacido en el año 2003 no podría comprender cualquier película de Berlanga, quiero decir, la intención del director.

El cine siempre es mentira; pero la vida también es mentira, porque nosotros como si fuéramos personajes a lo largo de nuestra cotidianidad, consciente o inconscientemente, vamos interpretando los papeles que mejor se ajustan a cada situación. Como diría Coque Malla , todo es mentira. El cine es mentira porque es construcción o reconstrucción ficticia de los hechos, hasta cuando es documental con cámara oculta también es mentira, porque salvo que las situaciones sean objetivas, apenas hay vida humana auténtica que retratar, estamos siempre simulando, engañando o autoengañados, en relación a lo que creemos nos va a dejar en mejor lugar. Y cuando no estamos simulando, hay tan poca vida propia, tan poca originalidad, tan poca individualidad que lo que contemplamos en la vida real no son más que burdas copias de personajes archiconocidos.

Para ver en la vida real engaño o triste copia de personajes idealizados prefiero ver en el cine personajes al menos ricos en profundidad y matices. Puesto que todo es mentira –como diría Coque Malla–, mejor que sea una mentira bien urdida. ¿Es que no queda rastro de verdad ? Aunque verdad y autenticidad no son el mismo concepto, valga cinematográficamente hablando que puede haber verdad en historias que reflejen situaciones patentes o subyacentes de la vida. A veces sólo es el cine el que nos habla de esa verdad que nadie nos quiere contar. El cine que tiene licencia artística y al que no se le da demasiada importancia ideológica se atreve a narrar hechos como la corrupción política y el pillaje del capitalismo de un modo que nadie narra –o narraba-. Pero en cuanto a la autenticidad, en el sentido de pureza, de originalidad, de algo genuino humano que expresar, en el cine no hay mucha porque en la vida aún queda menos. El hombre se ha alejado de la naturaleza, ha inventado la técnica, la ciencia, ha sopesado las cosas por medio del pensamiento y la filosofía. El ser humano ha seguido su camino rompiendo la naturaleza, sembrando tras de sí un reguero de cadáveres y de destrucción. El hombre hoy puede ser inteligente, puede ser poderoso, pero difícilmente se le puede considerar autentico. La ciencia, la industria, el dinero, los intereses y los negocios lo han pervertido todo, el ser humano está sucio, y esa es una gran verdad que el cine nos puede mostrar. El sinsentido y la agonía existencial del hombre moderno. El cine en una fuga hacia delante puede describirnos aventuras futuristas, acciones épicas de dudoso fundamento. Es sólo eso, artificio para evadirnos del presente y de la realidad humana. Es sólo acaso cuando la acción se detiene y ese cine soporífero se asoma y escruta los sentimientos humanos que podemos encontrar la realidad más profunda.