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Vidas rebeldes

Drama Roslyn Tabor (Marilyn Monroe), una joven que llega a Reno (Nevada) para divorciarse, conoce a un viejo vaquero (Clark Gable) y decide quedarse unos días en su cabaña. Poco después, él encuentra en las montañas una manada de caballos salvajes y decide capturarlos para vender la carne, contando con la ayuda de un vaquero especialista en rodeos (Montgomery Clift). (FILMAFFINITY)
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Críticas 69
Críticas ordenadas por utilidad
16 de octubre de 2009
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es entre curioso y bizarro que esta absoluta maravilla no tenga todo el crédito que merece, que tampoco es poco, pero a mi juicio no el suficiente, y lo es más que, sin ir más lejos, en nuestra licorería amiga haya tanto borracho que la infravalore despiadadamente, y es más, adjudiquen al resto de borrachos que flotamos con ella el apelativo de morbosos, como si toda la magia y la grandeza que vislumbramos se debiera únicamente al polémico rodaje y a las funestas circunstancias que la rodearon. De todos es sabido que Gable falleció una semana después de acabarla de un fulminante ataque al corazón. Muchas voces se alzaron en contra de Monroe, que siempre llegaba tarde al rodaje y obligaba a Gable a esperar horas y horas debajo del sol del desierto, fumando cigarrillo tras cigarrillo, e incluso realizando tomas que hubiera debido de hacer un doble, máxime teniendo en cuenta el estado de salud de Gable, pero que acabó por hacer éste último, dicen, de puro aburrimiento. Yo me inclino por pensar que Gable los tuvo bien puestos hasta el final. Pero tampoco faltaron las voces que trataron al propio Huston de asesino, por permitirle rodar esas escenas. Desde luego hubo mucha tela que cortar en ese rodaje, con Arthur Miller, el firmante del espléndido guión, y una Marilyn en las últimas viviendo su propio infierno particular, y Montgomery Clift con el suyo propio, dando sus primeros pasos después del accidente, bañado en barbitúricos y alcohol. Y lo más bizarro de todo es que el propio Huston la considera la película de la que menos orgulloso está, como si no tuviera el tipo verdaderos planchazos en su filmografía. Este sí que es un dato desconcertante, por que ya digo, pocas películas albergan tanta magia, tanta desesperación. La tensión y la inquietud que dominaba las vidas de todos ellos empapó el celuloide y se tradujo en una obra llena de angustia y desasosiego. Las actuaciones de todos ellos son cristalinas, claras, desnudas y sangrantes. Gable desmoronándose borracho en esa secuencia antológica y espeluznante, Clift y Monroe sin poder ocultar todos los tics nerviosos que arrastraban y enriqueciendo involuntariamente a sus personajes con ellos. Los roles están tan bien adjudicados, los planetas se alinearon de tal forma, que no parece que haya actuaciones en esta película, sólo vida, soledad y desesperación. Y luego tiene uno la pluma de Arthur Miller trufando de diálogos, citas y secuencias memorables la función y a Huston plasmando en imágenes toda esa locura. Si es que no se puede pedir más. Bueno, sí, un final más aderezado de cal viva hubiera sido ideal. Miller y Huston tuvieron fuertes discusiones al respecto. Huston quería sangre y Miller quería esperanza. Acabó ganando Miller, y desde luego el final es delicioso, pero tiene uno la sensación de que si Huston se hubiera alzado con la victoria estaríamos hablando de uno de los terremotos cinematográficos más desoladores que nos regaló el Hollywood clásico. Y bueno, de hecho, lo es.
Peter Gabriel 77
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25 de mayo de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vidas rebeldes es lo que queda del far west doscientos años más tarde. Por eso su título original es The misfits, que traducido al español viene a ser algo así como Los inadaptados. Lo que pretendía hacer Gable en esta película (o lo que llevaba haciendo durante toda su vida) era similar a lo que hizo Jeremiah Johnson en la película de Sidney Pollack: llevar una vida independiente, alejada de cualquier atadura con el mundo "civilizado", ser libre. Gable vive en las extensas praderas de Nevada, entre Sierra Nevada y Las Montañas Rocosas dedicado a la captura de los caballos salvajes que hay en esa zona. Representa una especie en extinción, una forma de vida condenada a desaparecer. Ha llegado a su final la conquista del Oeste. Ya no puede avanzar por la ruta de Oregón, ni por la ruta de California como hacían sus antepasados. Ya no tiene nada que hacer ni adonde ir. Y como él mismo dice en una de las secuencias del film: cuando no tienes adonde ir, lo mejor es quedarte en el mismo sitio. El guión de Arthur Miller (marido de Marilyn Monroe) retrataba los quebraderos de cabeza que toda la vida arrastró su esposa. Pone en boca de Marilyn frases que la actriz bien pudiera decir a sus amigos: mi problema es que no me dura la felicidad. Siempre condenada a estar sola desde pequeña. En el reparto se incluyó a Clark Gable cuya figura paternal siempre había idolatrado Marilyn. También aparece Montgomery Clift con el rostro muy maquillado para que no se apreciase los efectos de un accidente que sufrió algunos años atrás y que le dejó paralizado un lado de la cara. Una de las conversaciones que mantiene Monroe con Gable nos da alguna clave de la película:
- Dejé colgados los estudios.
- Bien, es una buena noticia.
- ¿No le gusta que las mujeres sean cultas?
- No está mal, pero siempre quieren saber lo que uno piensa. ¿Qué hay que hacer para que a uno le quieran?

Sólo al final, Gable encuentra la respuesta. Los cuatro personajes protagonistas viven en absoluta soledad. Buscan saber quiénes son y qué es lo que hay que hacer en esta vida. Buscan que alguien les quiera. Hay una escena en la que Gable entra en la habitación donde duerme Monroe. La besa. Se despierta y vemos los hombros desnudos, las axilas, la espalda...Decía Billy Wilder que "Marilyn tiene lo que yo llamo el "impacto carnal". Es algo que se da muy pocas veces. Tiene carne que da en fotografía como carne. Uno siente que puede alargar la mano y tocarla." Amén.
Ismael
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8 de diciembre de 2009
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, lo sé, seguramente no es una obra maestra ni lo mejor de Huston pero cuando la vi sentí el chispazo. Así que, por simple sinceridad, he de calificarla con un 9 y no me he atrevido a darle un diez por algún recóndito prurito.
¿Por qué me enamoró de tal modo?
¿Por el maravilloso dibujo de sus personajes?
¿Por la escena en que el personaje que interpreta Gable, completamente borracho proclama su fracaso como padre?
¿Por el dramático y pronto final de sus tres actores principales?
¿Por la repugnancia que sienten los personajes masculinos ante la idea de vivir con la estabilidad y el aburrimiento que da una paga fija?
¿Por ser unos salmones, que nadan a contracorriente?
Tal vez por todo eso y algunas cosas más que no sé expresar con palabras, lo grito sin recato:
¡ES MI PELÍCULA FAVORITA!
Ethan Edwards
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16 de junio de 2005
26 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las más amargas historias sobre la inutilidad de la vida, las relaciones y el amor. El diálogo de Miller llega a cúspides históricas en el cine. La escena con los caballos (una de las más crueles del cine), pertenece a la antología de la fatalidad, el destino y el fracaso. Es el trío final del celuloide, la desesperanza.
Waxpieces
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23 de septiembre de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena de 'Vidas Rebeldes', uno de los protagonistas cuenta como podemos seguir viendo el brillo de una estrella aunque ésta haya muerto hace cientos de años. Algo parecido ocurre con esta película, que nos permite seguir viendo el brillo de una estrella, en este caso del celuloide, muchos años después de su muerte. Hablo de Marilyn Monroe. La 'tentación rubia' está espléndida en esta obra maestra de John Huston, y no solo físicamente, que también, sino interpretativamente. Alrededor de la estrella orbitan una serie de satélites encarnados por Clark Gable, Montgomery Clift y Eli Wallach. Tres hombres que hablan, sienten y aman a Marilyn. ¿Quién no?

Estos personajes son 'The Misfits' (Los Inadaptados), a los que habría que sumar a una secundaria de lujo, Thelma Ritter. Monroe es una recién divorciada en busca de afecto; Gable, un cazador de caballos salvajes que quiere mantener su libertad; Clift, un joven que sobrevive a duras penas jugándose la vida en los rodeos; y Wallach, un amargado viudo que necesita una nueva mujer. Todos ellos están perdidos, sin un horizonte vital al que dirigirse y con graves traumas a cuestas. Es una película de tono crepuscular, y no solo por ser la última de Marilyn Monroe y Clark Gable, sino por la sensación de fin de una época que transmite.

Volviendo a Norma Jean, la minusvalorada actriz está más sensual (y sexual) de lo habitual, lo que provocó que la censura sacara la tijera (los numerosos cambios en el doblaje lo atestiguan), privando a los españoles de la época de una Marilyn en todo su esplendor. Mención especial para la escena de una solitaria Marilyn bailando borracha a la luz de la luna con un halo fantasmagórico y premonitorio a su alrededor y para otra en la que una exuberante Marilyn demuestra su capacidad para volver locos a decenas de hombres con algo tan inocente como una bola atada a una pala. Todo esto bajo la atenta mirada de Arthur Miller, su por entonces marido y además guionista de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
yesterday
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