Dorothy

Tenemos una niña, que ya en la caratula se nos muestra pelín inquietante, una apartada isla de esas, repletas de torvos lugareños con hoscas miradas, que a la legua se ve que esconden un tenebroso secreto, paisajes abiertos que se muestran amenazantes, producción franco/irlandesa, (con el plus de calidad que supone últimamente el made in France, en los films de terror) y en el papel de psiquiatra de la ciudad atrapada entre esa banda de inquietantes lugareños, a la poderosa Carice van Houten, (la heroína sufridora en El libro negro 2006 de Paul Verhoeven, en la en cierto modo, recordaba a Bruce Campbell sufriendo golpes y putadas), pero lo que no tenemos es una digna película de terror, ya que falla en lo primordial: el guion.
Aburrida producción, al parecer opera prima de una señora francesa, que fue presentada en el último festival de Sitges, con más pena que gloria, que no llega a enganchar, ni lo que es peor, a inquietar en ningún momento, lo cual me parece una putada, con tan atractivos, a priori, mimbres. Prescindible.

No entiendo cómo dicen que podía haber dado más de sí. Da lo que debe dar.
Es un thriller, por tanto no tiene por qué ser demasiado agresiva.
Me parece que trata un tema que poco ha salido en el cine, como es el transtorno de la múltiple personalidad.
Tiene unos giros interesantes de argumento y el final me pareció francamente impactante, para nada me lo esperaba.
Qué se puede decir de la actuación de la niña... Perfecta.
Yo la recomiendo para pasar un buen rato con amigos.

Dorothy Mills es un personaje que desquiciará a cualquier espectador gracias a su trastorno de personalidad múltiple que padece y también el espectador quedará ligeramente aturdido gracias a sus soporíferos minutos iniciales que nos regala su directora. Aun así, todas las tramas y subtramas (y pajas mentales varias) del film derivan en un final sorprendente y con tintes paranormales, que su buen uso, provocará que no lleguen a estorbar.

La película cuenta con un reparto fantástico y una ambientación mejor originando que uno no difiera muy bien si es un film de televisión o de pantalla grande pero este aspecto no es importante, lo esencial es poder ver la interpretación (un poco desaprovechada) del personaje de Dorothy y ver a la encantadora Carice Van Houten, aquella que interpreta a la bruja de rojo en Juego de Tronos.

En conclusión, Dorothy Mills sería una versión “light” de la genial Huérfana (2009) con un aire a TV Movie aceptable situada en una población rural y conservadora. Sin embargo, le falta ritmo, fuerza, violencia y puterío; y en diversas ocasiones puede resultar como un cuento de navidad arreglado perfectamente con un potente desenlace. Aun así, con sus virtudes y sus defectos, Dorothy Mills obliga al espectador a quedarse hasta la conclusión del film, cosa que personalmente valoro positivamente.

Dorothy Mills (Irlanda, 2008), de Agnès Merlet, es una película infravalorada, sumamente oscura y siniestra, sombría y necrófila, un thriller sicológico que trasciende sutilmente al horror sobrenatural, de modo que transmite una sensación de anormalidad, más por el miedo irracional de la comunidad y la patología de la protagonista que por sus poderes síquicos en el viraje argumental.

Jenn Murray encarna uno de los personajes más complejos en la historia del cine y lo hace tan convincentemente que, a ratos, parece que fueran distintas actrices, pues Dorothy contiene múltiples personalidades; la necrofilia de su desdoblamiento es un giro interesante que desvela el misterio de una historia oculta en la atmósfera viciada y hostil de gente que se refugia en la religión católica, cerrando las puertas de sus casas y de sus mentes a la ciencia, como en otras cintas de aldeas unidas por la culpa y la complicidad, que siguen la tradición de 'El nombre de la rosa' (en la genial O Apóstolo, de Fernando Cortizo, por ejemplo, los habitantes de una aldea con reminiscencias medievales asesinan a los visitantes). Por tratarse de una isla irlandesa, este ambiente resulta bastante perturbador, aunque algunos hechos (el asesinato de animales en masa, por ejemplo) no tienen explicación y son mostrados nomás para enrarecer todo…

Tanto el guión como la puesta en escena serían perfectos si no fuera por dos o tres puntos débiles: la holandesa Carice van Houten, a quien habíamos visto dos años antes en 'El libro negro', de Paul Verhoeven, aquí es una belleza más discreta, pero su capacidad histriónica no aumenta gran cosa; aun así, es aceptable, pero debía ser más que eso (menos plana o algo más expresiva que un perro San Huberto), junto a la gran revelación de quince años que parece adolescente albina y no ha vuelto a sorprendernos (ahora hace papeles menores en películas tan mediocres como Brooklyn, de John Crowley, quizá porque no es bonita y el cine de todo el mundo asume como propia la superficialidad de Joligud).

Otro defecto, inexplicable por ser una película irlandesa y no gringa, es que el dictamen sobre la salud mental del personaje (a quien acusan del intento de asesinar una bebé a quien cuidaba) depende de una siquiatra y no de una sicóloga, que todo el tiempo se comporta como sicóloga, no como siquiatra, ignorancia que también parece transmitida por Joligud a todo el mundo como una epidemia.

Por último, lo peor de la película es el final, que deja una sensación engañosa de que toda la película está mal hecha. Pero viéndola más de una vez, uno valora que se trata de una extraña y oscura obra maestra. Lo demás es fascinante y, a diferencia de su valoración en los principales portales de internet que sirven para tales efectos (6.1 en IMDb, 46% en Rotten Tomatoes, 5.3 en FilmAffinity), yo le doy un 7.5, por lo menos.

Si la comparamos con Sybil (Estados Unidos, 1976), de Daniel Petrie, basada en el caso verídico de una niña con trece personalidades distintas, Sally Field protagoniza un personaje "tierno", edulcorado para la televisión, mientras que Dorothy Mills es inquietante por el sórdido contraste de los seres que encarna, como poseída por ángeles y demonios... y hasta Carice van Houten es preferible a Joanne Woodward en el papel de "siquiatra".

Si algo tiene a su favor el cine, cuando de mostrar las interioridades de los personajes se trata, es la capacidad de visualizar el asunto en cuestión. “Dorothy” es un ejemplo de ello y la directora y guionista francesa lo logra, aunque con un poco de acoso.

Sin embargo, “Dorothy” tiene a su favor a la talentosa actriz Jenn Murray (desconocida por estas latitudes), que promete mucho. Pero bueno, volviendo al film, la idea de personalidad múltiple en Dorothy, me trae a colación que, “la ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia”. Apotegma de Edgar Allan Poe (1809-1849), que bien le cae como anillo al dedo a este film a medio camino entre el drama y el thriller.

Claro que a la hora de buscar cintas precedentes con mayor éxito, pues es lógico hallarlas, pero en lo estrictamente cinematográfico e ideológico de esta film (que recrea la atmósfera un tanto extraña de una aldea timorata y oscura de la Irlanda rural), es que nos señala que las sociedades con fanatismo religioso, siempre opacan su desarrollo en casi todos los contextos.

Gonzalo Restrepo Sánchez (film critic. Barranquilla, Colombia)