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El cartero siempre llama dos veces

Cine negro. Intriga. Drama. Romance Durante la Gran Depresión de los años 30, Frank Chambers (John Garfield), un hombre que vaga sin rumbo, empieza a trabajar en un bar de carretera, regentado por un hombre mayor y por Cora (Lana Turner), su joven, bella e infeliz esposa. Pronto Frank y Cora comienzan a sentirse atraídos el uno por el otro. (FILMAFFINITY)
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
29 de abril de 2009
20 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin llegar a ser una mala película, más que nada porque los clásicos para mí parten con ventaja, es inexplicable el prestigio alcanzado por esta película que más bien parecen dos películas de tesis contrarias cuyas escenas han sido mezcladas. Multitud de escenas inexplicables y rozando lo ridículo (por ejemplo los dos crímenes, o Lana Turner fregando platos con un turbante y un traje blanco), una estructura deslavazada, y la historia de un amor que cambia de sentido y lealtades con cada escena hacen de esta una película de visión interesante, pero muy alejada de los parámetros de una obra maestra. Disfrutadla en su justa medida, pero que el prestigio adquirido por sus componentes míticos no os ciegue.
Teniente Colombo
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17 de junio de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se puede decir que haya una "femme fatal" mejor que Lana Turner (desde este momento dejo de lado toda comparación con el remake) para "El cartero siempre llama dos veces". Su presencia explica mucho sobre los movimientos del pobre John Garfield, un trotamundos que en apariencia tiene las cosas muy claras y que a la hora de la verdad cae atraido inevitablemente por la espiral de fatalidad de la rubia de la gasolinera. No creo que esté de más apuntar que al menos Frank puede decir con la cabeza bien alta aquello tan mundano de "que me quiten lo bailao", algo que aquí es de lo más acertado. Vive unos días de adulterio con la rubia en las playas californianas, y eso es algo que no le quitará nadie. El problema para Frank es el marido (pobre hombre, es ironía) y el fiscal, que hace de policía y de detective, y que está ahí sólo para aguar la fiesta. Lo cierto es que es gracias a esos elementos, a los que hay que añadir la mala suerte y la poca cabeza, que tenemos película. Y menuda película, no sólo los seguidores del cine negro no deberían perdérsela, cualquier espectador del siglo actual que aprecie el cine de calidad la disfrutará.

Los giros en el guión son los adecuados y aparecen de forma precisa en el momento en el que la historia más lo necesita. No es como otros títulos del mismo género en los que es fácil perderse y lo inesperado se incluye aunque sea sin coherencia, aquí hay una historia entre tres, un hombre mayor de pocas luces, propietario de la gasolinera, su mujer y un empleado eventual. La poca vista del marido es imprescindible para que todo funcione, si no fuera un tonto con todas las letras no habría película, así que no me queda otra cosa que defender el guión en ese aspecto concreto. No tanto como la figura del fiscal y la subtrama del abogado y su mano derecha. Pero de todas formas, me ha parecido una historia atractiva de la que destaco a Lana Turner, por supuesto, una mujer capaz de hacerle cambiar los principios a alguien que en apariencia lo tiene todo claro. Y sobre todo, lo hace sin una malicia expresa, el infortunio lo ocupa todo y es lo que lo mueve todo. Para mí, una de las mejores del género.
Luisito
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14 de mayo de 2016
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los que amamos el cine de una u otra forma, arrastramos tras de nosotros estigmas y adoraciones, debilidades y caprichos, perversiones estéticas y feroces subjetivismos. Qué mejor, pues, que glosar, una vez más, como tantos que me precedieron, una de esas fijaciones fílmicas que quien esto escribe confiesa arrastrar desde aquel día en que tuve la suerte de descubrir esta fatalista historia, inspirada en la novela de James M. Cain tantas veces adaptada con diferente suerte y diferentes títulos, que nunca hasta ahora encontré la motivación necesaria para escribir algo coherente sobre la versión de “El cartero siempre llama dos veces” de Tay Garnett, un clásico absoluto del cine negro, bastante infravalorado en mi opinión. Si hoy se recuerda a este cineasta es precisamente por esta elegante y atinada adaptación que si bien no se excede en erotismo explícito, por motivos obvios de censura, no es menos cierto que explicita lo peor y lo mejor de la condición humana.

El film está narrado en primera persona, a través de un relato comentado en off por Frank Chambers, en un tono cercano al melodrama criminal, con evidentes tonalidades oscuras, gracias al excelente trabajo fotográfico de Sidney Wagner. El motor de la acción en esta inquietante historia es la pulsión sexual, el deseo irrefrenable que lleva a sus protagonistas a la perdición, mitigada por la sutileza del cineasta que desliza algunas referencias a la pasión física de los personajes a través de metáforas bastante evidentes. En el fondo, no deja de ser un estudio sobre el poder destructor de las pasiones primarias, atendiendo a un triángulo configurado por Frank (John Gardfield), un vagabundo víctima de los años de la depresión, Cora Smith (Lana Turner), la insatisfecha esposa de un mal encarado marido griego, Nick Smith (Cecil Kelaway), bastante mayor que Cora, y que sólo se preocupa de su motel de carretera que ambos regentan.

Al igual que en “Perdición” del mismo escritor y dirigida por Billy Wilder, aquí también hay un seguro de vida por 100.000 $. Para Cora, la aparición de Frank supone un encuentro con la pasión aparentemente dormida, rescatada por la masculinidad del joven desarraigado. Sometida la pareja a la tiranía económica de Nick, la pobreza y la insatisfacción empuja a una tentación irresistible cuando se quiere huir de la miseria y para superar un asfixiante entorno social. Pero la trama también denuncia en su contexto histórico una adulteración de la justicia, de abogados fulleros y fiscales poco recomendables, presentando un negro retrato de la sociedad y sus instituciones.

La presentación de los personajes es todo un catálogo de explícitos sobreentendidos, desde el cartel de “Se necesita un hombre” que arranca Chambers del exterior apropiándose el empleo, a la primera aparición de la bella Lana Turner, cuando un lápiz de labios rueda hasta los pies de Frank, que al levantar la vista se encuentra con las piernas de una impúdica Cora, luciendo una torerita y unos ajustados “shorts” de un blanco impoluto. Todo ello bajo el filtro del glamour de la MGM y para lucimiento de su gran estrella entonces. Aunque por encima de todo, la fatalidad y el destino son dos elementos omnipresentes en la película, formando a un triangulo de seres que buscan una salida a su mediocre existencia, obviando por supuesto, el inevitable epílogo de carácter moralista.
Antonio Morales
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3 de febrero de 2006
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Género negro por excelencia. Fiel interpretación del libro homónimo de James Cain. La película te atrapa desde el principio, y conscientemente, te dejas envolver por el oscuro ambiente. Suspense in crescendo y temas clásicos llevados a la pantalla con maestría.

En la película, Garnett consigue que el espectador se identifique con su protagonista: se enamora, se equivoca, y, ¡cómo no!, cae en las garras de una mujer fatal... y no es cualquier mujer fatal: es de las mejores interpretaciones en el cine, y una de las mejores mujeres fatales de la novela negra (con permiso de Chandler). Sin duda, el cine negro (en blanco y negro) si bueno, dos veces negro.
inmablaya
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10 de abril de 2008
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día una compañera del trabajo me dijo que acaba de leer la segunda parte de los pilares de la tierra y que necesitaba un próximo libro entretenido, con una buena historia, menos técnico y sobre todo que fuera corto. Pensé unos instantes y la dije: “El cartero siempre llama dos veces”. Si ese librito de James M. Cain de apenas 130 páginas, que es uno de los mayores clásicos de la novela negra de todos los tiempos. Como no iba a tener una película, y dos... y seguro que se hará otra pronto, porque su historia es inmortal.

Yo aquí soy de los raritos. Me gusta más la versión moderna que la antigua. Los motivos son sencillos; la antigua es más fidedigna al libro, pero lo que cambia lo hace a peor, mientras que la moderna, tiene un espíritu más libre y está más cercana a la creación que a la adaptación. Y por supuesto me gusta más Nicholson que Garfield, y me pone más Jessica Lange que Lana Turner. Hasta prefiero a Bob Rafelson que a Tay Garnett.

Pero esta también es muy buena, disfrutar de un cine tan directo, sin andamiajes técnicos, ni explosiones, ni efectos, ni robots, ni cursis snobs... sólo un buen guión y unos buenos actores. Por eso recomiendo verla, comprarse el DVD y por supuesto, y más importante, leerse el libro.

Nota: 7,7
vircenguetorix
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