Pather Panchali (La canción del camino)

“Pather Panchali” fluye majestuosa como un ancho río, como el Ganges que atraviesa Bengala y vivifica su tierra.
Como el curso de la vida: espacio donde confluyen por un tiempo las existencias de los personajes, unidos por parentesco, por vecindad…
El curso de la vida recreado en 16 mm, con cuatro rupias, serena, amorosamente, sin agitación ni prisas. No hay necesidad de conducir los acontecimientos: van solos, al mar. La cámara lo capta. Parece que sin intervenir. Es engañoso: hay narrador, hay ojo subjetivo, con formación plástica; hay mirada, pero tan inmersa en la corriente que desaparece en ella, absteniéndose de comentarios y subrayados, entregada, como la atención maravillada del niño Apu ante la función de los cómicos ambulantes, el concierto de la banda musical o el paso humeante y ruidoso del tren.

La primera película de Ray une la lírica meditativa de su maestro Tagore y la fuerza expresiva del neorrealismo europeo, logrando una síntesis universal.

La mirada de Ray es devota de la vida, enamorada del cine e infinitamente respetuosa con el espectador, a quien no intenta seducir.
Dignifica la existencia de una familia que malvive en el campo bengalí, castigada por la miseria, en condiciones de dureza por momentos estremecedora, muy dolorosa.
Induce a la contemplación compasiva, acogedora, exenta de tremendismo.
No se centra sólo en los seres humanos: también en la naturaleza de la que forman parte y con la que luchan para sobrevivir, peleando cada grano de arroz.

La mirada de Ray es la de Apu, el niño de los incansables ojos abiertos.
Para que sea también nuestra, nos la regala en esta maravillosa película.

India siempre es un lugar al que nunca me ha apetecido viajar. Digamos que me escondo de realidades demasiado lacerantes. De experiencias demasiado dolorosas. Años antes, el maestro Rudyard Kipling casi me engaña con su magnífica poesía y sus grandes cuentos; y me imaginé siendo Kim de la India (aunque hoy en día Kim habría vivido en Pakistán). Pero tiempo después, Dominique Lapierre ya me dio una idea de lo que podía encontrar en aquel país.

“Una canción del camino” me ha vuelto a soltar en la cara una bofetada de realismo puro y duro. Aún así, me ha parecido una cinta aburrida. No me ha llegado la magia que parecer haber traspasado a otras personas. No he encontrado esa electricidad que te deja confuso y descolocado. A mi juicio, la cinta tiene muchos fallos. Aunque hay planos de gran belleza, hay otros que directamente son innecesarios. Está rodada con un ritmo realmente somnoliento. Igual, si no la hubiera visto por la noche, la cinta hubiera ganado ritmo. Tal vez, con un trabajo de montaje más eficaz, quitando algunas escenas y dando énfasis a ciertas partes de la historia me hubiera resultado más amena.
La escena donde la serpiente se cuela en la casa, me parece simbólicamente maravillosa y pude discernir, el potencial que tiene Satyajiy Ray.

Impresionante es la trilogía fílmica del neo-realista Satyajit Ray, que se inia con esta 1ª parte o filme llamado "Pather Panchali (La canción del camino)". Sin lugar a dudas la trilogía sobre Apu, el protagonista principal de la misma, es si no la mejor, sí una de las tres mejores trilogías cinematográficas de toda la historia del cine. Su fuerza narrativa, la palpitante historia que se cuenta, comprensible y universal, el proceso existencial del ser humano rodeado siempre por la muerte de lo que ama o de lo bello o de lo que más le apega al mundo, los sentimientos tan bien descritos y excelentemente filmados, hacen de esta obra una auténtica maravilla.

Verdaderamente el mérito y genialidad de esta célebre trilogía de Satyajit Ray, es haber logrado componer un maravilloso ensayo existencialista, histórico y sociológico de lo que es la existencia o la vida humana por regla general; es decir, de cómo son realmente las cosas en vez de cómo quisiéramos que fueran.

En esta primera parte o "Pather Panchali", el director Ray nos cuenta la historia de un matrimonio hindú perteneciente a una aldea del campo, él es un pobre brahmán o sacerdote del hinduismo (interpretado por Kanu Banerji) y su esposa (interpretado por la excepcional y magnífica Karuna Bennerjee) una mujer atenta al cuidado constante de su hogar y de sus dos hijos: una niña y un niño.

La historia de esta familia es la de cualquier familia pobre de cualquier parte del mundo, los personajes son identificables y nítidos, nos llegan directamente al corazón: ya la abuela (impresionantemente interpretado por Chunibali Devi), que como todo anciano es una carga y se siente sobrante; el cabeza de familia buscándose la vida como puede desde la profesión que sabe hacer, para sacar adelante a los suyos; la esposa fiel, trabajadora, educadora, tradicional; la hija, (excelente personaje donde recae la fuerza más dramática de esta 1ª película y que interpreta de manera perfecta la joven Uma Das Gupta) una niña dinámica, natural, que coge fruta de árboles de los vecinos para llevarle comida a su famélica abuelita; y el niño Apu, que sigue a su hermanita mayor y aprende, juega y se divierte con ella. Todo narrado y filmado de manera sencillamente magistral. Una delicia que encumbra al arte llamado cine.

Fej Delvahe

Años 50. Delibes publica El Camino.
Años 60. García Márquez deslumbra con Cien años de soledad.

Entre ellas hay una película que funciona como media aritmética, y no sólo por ser 1955 el año de su realización. Pather Panchali se construye por igual bajo el costumbrismo de la novela del español, así como bajo el mágico y pesimista ciclo vital de la del sudamericano.

La familia de Apu no son los Buendía, ni mucho menos. Pero, como ellos, se van dando cuenta de que la vida las da torcidas, de que el ciclo en el que están metidos es un círculo vicioso, de mala suerte, de desgracias.
Apu tampoco es Daniel el Mochuelo. Pero, como él, se va dando cuenta de que crecer es afrontar, luchar, pasar, priorizar… y, como él, se da cuenta de todo eso demasiado pronto, cuando todavía le queda mucho por correr y disfrutar.

Y aunque la comparación está muy traída por los pelos, no se puede olvidar que la coincidencia temporal no es sólo eso, que después de un suceso de esos que cambian el mundo, el costumbrismo se abre paso y las voces que declaman por una vuelta a la normalidad, que reafirman una forma de entender la vida, desgranándola ante nuestros ojos para que nos sintamos identificados. Pather Panchali no es, en ese aspecto, una obra más, como tampoco lo son ninguna de las dos anteriormente citadas. Es, en ese aspecto, mucho más que una obra encuadrada en el tiempo y el espacio.
Sorprende por su cercanía, dada su lejanía geográfica y cultural.
Sorprende por su lucidez dada la inexperiencia de su autor.
Sorprende por su ritmo, dado lo poco que cuenta directamente, aunque sea mucho lo que abarque.

Es, con todo esto, una buena película, que requiere, eso sí, de una gran empatía para dejarse llevar por su historia. Para dejarse llevar, como dicen algunos, por la mismísima vida. Y razón que tienen.

Cuando una obra trata sobre la miseria, corre el peligro de volverse miserable. Es tentador regocijarse en el drama y cometer la indecencia de amplificarlo deliberadamente, para asegurar la conmoción del espectador. Hay algo de ruindad y oportunismo en ello; y, sobre todo, es un recurso fácil.

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La familia de Apu es pobre y la providencia se ha olvidado de ellos; pero esta penuria que les cuelga de la espalda queda inmersa en una profunda belleza; una belleza ontológica, la belleza del simple existir de las cosas. Satyajit Ray filma lo desolado y lo triste, pero también observa al insecto capaz del milagro de caminar sobre el agua de un río que no para de fluir, a los perros y a los gatos dormitando juntos, los inmensos ojos de un Apu fascinado por el estrafalario bigote de un actor de teatro, a Durga sonriendo por poner a su hermano a cubierto de la lluvia, al padre poeta trabajando mientras su hijo descansa a su lado, a una anciana feliz por poder lucir un chal nuevo antes de morir. La belleza se filtra, encuentra resquicios, incluso a través de los peores infortunios.

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'Pather panchali' es bella porque es sabia, humana y templada. Porque su director es un hombre de mirada amable, de talento para emocionar a través de la plasticidad de la imagen; un cineasta que entiende que luz y sombra son hermanas. Congracia en su película la congoja de la muerte y la necesidad con la infinita dicha de estar en este mundo. 'Pather panchali' es una obra maestra porque se las apaña para hacernos ver lo terrible y, pese a ello, resultar tonificante y hermosa.

Gracias.