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Carol

Romance. Drama Nueva York, años 50. Therese Belivet (Rooney Mara), una joven dependienta de una tienda de Manhattan que sueña con una vida mejor, conoce un día a Carol Aird (Cate Blanchett), una mujer elegante y sofisticada que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz. Entre ellas surge una atracción inmediata, cada vez más intensa y profunda, que cambiará sus vidas para siempre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 213
Críticas ordenadas por utilidad
8 de febrero de 2016
79 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apreciado lector,

lamentablemente perdí dos preciadas horas de mi existencia (más lo que me lleve hacer esta crítica) pero espero que no hayan sido en vano. Mi misión es alertarte de lo que vas a encontrar.

Esta película no es un canto al amor lésbico, es una ópera al aburrimiento. Las tristemente aclamadas protagonistas se reducen a la sofisticación exacerbada hasta la caricatura (Blanchett) y el alelamiento permanente (Mara). Su historia ni seduce ni convence. Se intenta el toque dramático a través de la hija de la primera pero ni por esas, no hay manera de que conectar, de que uno se crea algo. El desarrollo, por decir algo, es lento, parsimonioso, exasperante. Te da igual todo. Ni siquiera atisbas transgresión alguna porque las dos mujeres presentan tan serios síntomas de imbecilidad que no te las tomas en serio.

Por supuesto es una cinta ciertamente celebrada por la crítica que no ahorra elogios. Para mí calificar este auténtico bodrio de "gran cine" o "perfecta" me parece insultante. Esto es el anti-cine, es quitar las ganas de ir a una sala a gastarte el dinero de una entrada, es clamar al cielo por haber vuelto a hacer caso a cuatro papanatas que no saben lo que es entretenimiento.

Si aún con estos mimbres sigues queriendo hacer el cesto, cuando lo remates, si te has sentido como yo, te remito al título de esta crítica.
Francie
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27 de enero de 2016
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todd Haynes, director de las magníficas 'Lejos del cielo' y la miniserie para televisión 'Mildred Pierce', estrenó en el pasado Festival de Cannes su nueva película, 'Carol'. El impacto crítico que tuvo fue impresionante, aunque finalmente no se llevara la ansiada Palma de Oro, la actriz Rooney Mara sí que logró llevarse el prestigioso galardón. Durante toda esta temporada de premios, 'Carol' era una de las favoritas para conseguir muchas nominaciones en los Oscar, a pesar de que inexplicablemente poco a poco se fue desinflando. Finalmente ni la dirección ni la película son finalistas al premio de la Academia; un motivo bastante más sólido para cabrearse con ellos que que no hayan nominado a actores negros.
Todd Haynes hace una recreación prodigiosa del Nueva York de los años 50. La dirección artística y la maravillosa fotografía ayudan a crear un ambiente único de la gran ciudad. Las texturas, los colores... todo resulta tan convincente que te transporta con tan solo el primer plano de la película a esa época. A diferencia de 'Lejos del cielo', película que quería imitar tanto en contenido como en forma a los melodramas de los años 50, en 'Carol', el director nos cuenta la historia de una manera clásica pero a la vez contemporánea. La cámara en muchas ocasiones se sitúa en una posición en la que vemos la acción a través de una puerta o de una ventana. Los movimientos de cámara, estudiados al más mínimo detalle no son gratuitos. Haynes escoge a la perfección lo que quiere mostrar y lo que no, con un inmenso poder de sugerencia. Toda la película está narrada con una sutileza abrumadora, dejando muy claro que Haynes es uno de los grandes cineastas en activo y que pocos como él retratan el mundo femenino con tanta sensibilidad.
La música de Carter Burwell es el acompañamiento perfecto ante la excelente propuesta artísitica. Y el uso de esta, está empleado con maestría, con capacidad para conmover sin forzar emociones en el espectador. Si hay algo que caracterice a esta maravillosa película es la sutileza, y todos los departamentos parecen haberlo entendido perfectamente pues no hay nada que desentone lo más mínimo de la decisión que plantea Haynes. Todo está hecho con el objetivo de ponerte la piel de gallina, de traspasar la pantalla. Y está totalmente conseguido. Hay escenas que son verdaderas obras de arte por sí solas, y que consiguen que al espectador se le salten las lágrimas con los elementos más elegantes posibles. 'Carol' es un drama romántico, que no contiene ningún giro inesperado ni sorprendente, pero está claro que no lo necesita. En sí misma es una obra mayúscula. Contada con un enorme poderío narrativo y con capacidad de seducción, narra un amor imposible en una época en la que la homosexualidad era un tema totalmente tabú. Todo comienza en una tienda de juguetes, donde hay un maravilloso juego de miradas entre ambas protagonistas. La película va contando la relación que se establece entre estas dos personas que se sienten totalmente vacías la una sin la otra. Imprescindible destacar la escena de sexo, que es una de las más emocionantes y memorables que he visto, al nivel (en otro estilo, por supuesto) de aquellas que veíamos en esa gigantesca epopeya emocional llamada 'La vida de Adèle'.
Además de todo lo anterior, lo que hace que 'Carol' sea una película perfecta son las interpretaciones de sus dos protagonistas. Rooney Mara ofrece la que es hasta ahora la mejor interpretación de su carrera. Su presencia en pantalla es abrumadora, de una maestría infinita y digna de todos los premios posibles. Simplemente brilla, ilumina la película y enamora la pantalla. Totalmente ilógica su nominación a mejor actriz secundaria, cuando es ella la principal protagonista de la película. Cate Blanchett, como siempre, está espectacular en su papel de mujer madura y atractiva. Posee algo que hace que no solo Therese Belivet (Rooney Mara) se enamore de ella, sino que el espectador también sienta una gran atracción hacia ella. Uno de los personajes más memorables (o el que más) que ha interpretado la actriz.
En definitiva, estamos ante una obra cumbre del cine contemporáneo. Una película bellísima, sensible e inolvidable. Excelentemente dirigida e interpretada por dos actrices extraordinarias. Una obra maestra.
Ferhood
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27 de diciembre de 2015
47 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la novela de la autora de "El talento de Mr. Ripley", Patricia Highsmith que publicó "Carol" (El precio de la sal) bajo un pseudónimo por su temática, cuya editorial no aceptó en un primer momento: la trama se centra en un romance lésbico intergeneracional. La historia que la misma autora cuenta en el prólogo de las ediciones posteriores cuando, al fin, su editor le permitió firmar la obra con su nombre y apellido, es tan atractiva e increíble que no puede más que acrecentar la leyenda tras esta obra tan brillante, atrevida y diferente.

Solo cabe preguntarse por qué se ha tardado tanto en adaptar a la gran pantalla, por qué se ha tardado tanto en darle una oportunidad a esta historia cargada de desafíos, de tensión, de amor del que explota, de belleza y de crudeza. Tal vez los prejuicios, tal vez es que todavía son temáticas difíciles de digerir para el cine. Lo único que parece claro es que fue la aclamada "La vida de Adele", ganadora del prestigioso premio de Cannes, lo que empujó a Todd Haynes a presentar "Carol" al festival, pues parece que el romance entre dos mujeres promete cierta gloria en las pantallas. Y no se ha equivocado.

Mucha era la expectación de los amantes del cine y también de la literatura entorno a cómo sería la adaptación de la novela. Creo que el conocer quiénes interpretarían a las actrices principales fue una absoluta maravilla: Cate Blanchett como "Carol" en la que probablemente sea una de las más bellas y frívolas interpretaciones de su carrera; y la adorable y extraña Rooney Mara, que interpreta a la joven Therese. La definición de ambas mujeres es clave para comprender la profundidad de la historia. Carol es una mujer atada a un matrimonio del que quiere huir, con una hija bailando entre ambos lo que la sitúa en una tesitura delicada. Sofisticada, llamativa y rodeada de cierta amargura, acude a los grandes almacenes donde trabaja Therese sin mucho afán, una muchacha de mirada despierta y de pocas palabras, que encontrará en los ojos de esa mujer rubia con guantes un frente abierto desconocido hasta entonces, que llenará de estrellas su anodina rutina.

El desarrollo del film es peculiar, y me ha encantado. Ambientada en los difíciles años 50, parece estar grabada también en aquel entonces. Planos alejados, cortados en repetidas ocasiones. Carreteras interminables y cielos despejados. Hay muchos silencios, pero también una poderosa Banda Sonora para acompañar las múltiples escenas intensas e inolvidables en nuestras retinas y en nuestros corazones.

Pero sin lugar a dudas, donde recae el alma de la actuación es en los diálogos, que también hablan con las múltiples miradas entre las actrices, que tienen una química innegable y tierna. Muy tierna. Más allá de la tensión sexual, es puro cariño, de ese que no se desea tener pero que es más fuerte que cualquier otra cosa. Ambas mujeres están perdidas, y buscan encontrarse la una en la otra, pero tal vez eso sólo las empujará a un laberinto más negro y más oscuro.

La homosexualidad en los años 50 casi podía considerarse un delito, una repudia social a lo que ambas deben enfrentarse. Los fantasmas y los demonios andan cerca, despertarse y comprenderse a una misma no resulta sencillo. El guion parece comprender a la perfección este extraño y fascinante viaje personal, que puede equiparse al largo viaje en coche hacia ningún lugar en concreto. La delicadeza y la belleza están servida, con mucho cariño y mucha verdad. La sencillez no está reñida con la gran profundidad y complejidad real de "Carol".

Simplemente brillante y bella esta joya del cine. Una fiel interpretación de la novela de Patricia Highsmith que, sin lugar a dudas, es una de las grandes apuestas del cine que abre nuevos frentes.

Gracias por estas películas tan necesarias
Marafarinha
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6 de febrero de 2016
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las grandes películas de los últimos tiempos. Un clásico melodrama de los años cincuenta renovado en cuanto temática, pero ajustado en fondo y forma a lo más señero del género. Todo en ella es un primor y cada elemento brilla implacable a gran altura, con un acabado espectacular: dos actrices excelsas en estado de gracia; una fotografía que recrea y renueva el estilo desaforado de Douglas Sirk; una banda sonora que impregna de anhelo y añoranza la historia de un amor inesperado, a contracorriente, en abierta hostilidad con lo normativo más rancio; un vestuario que cumple una función narrativa y no solo decorativa… No hay ningún defecto en esta joya llena de sensibilidad, sensualidad y buen cine.

La batuta de Todd Haynes alcanza aquí la perfección. Con un programa formal parecido a su aclamada ‘Lejos del cielo’, logra obtener, sin embargo, una fuerza y calidad muy superiores, ya que no se trata sólo de un homenaje rendido a cierto tipo de cine, sino que realiza una obra contemporánea – aunque deudora de un linaje memorable – que bebe de las fuentes y hasta las supera, obteniendo un fruto que bordea una maestría total que pocos adquieren. El equilibrio entre fondo y forma, entre historia y estética, entre personajes y trama es absoluto. Cada escena surge de la precedente y lleva a la posterior y, como en una tragedia griega, los dioses parecen confabularse para sembrar de obstáculos el camino de los mortales. Cada plano es de una belleza y fuerza sobrecogedoras, sin resultar en ningún momento esteticista o rebuscado. Milagroso esplendor cuando se domina el medio.

Pareciera que la leve trama no diera para dos horas de cinta, pero no se trata tanto del qué se nos cuenta, sino del cómo se nos narra lo que convierte este proyecto en una experiencia emocional e intelectual vibrante, abrumadora, deslumbrante y cautivadora. Hay escenas que sobrecogen y dejan sin respiración por su excelencia en cuanto al ritmo, armonía y fluidez del encadenado de los planos, donde nada falta ni nada sobra y se alcanza una brillantez inusitada, alejada de cualquier esteticismo innecesario o rebuscado. La palabra elegancia visual cobra así todo su sentido y no deviene en mero ejercicio de estilo, sino que ofrece una delicada cadencia que resulta necesaria, inapelable y estremecedora. Como botón de muestra: el desenlace, donde el espectador se emociona y queda sin aliento por el maravilloso encadenado de imágenes – sin diálogos – que se ofrece. Basta con mirar y ser visto.

El tiempo nos lo confirmará, pero es una obra maestra casi perfecta.
antonalva
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5 de enero de 2016
56 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admito que me encuentro algo sorprendido al ver tal cantidad de críticas tan positivas y halagos hacia esta cinta.

Carol es otro de esos productos que parecen hechos para ganar un oscar y que a mi no me dicen nada.

No encuentro pasión alguna en este romance prohibido, no hay tristeza, no hay sentimiento.

Que sí, Blanchett se marca un gran papel, ¿y el resto?
Pues poca cosa. Es una película que se sigue en todo momento sin sentir frío ni calor, ves cierta tensión sexual durante la primera mitad, una escena interesante, y una segunda mitad algo tediosa y de relleno.

Rooney Mara no desmerece, pero aquí a la chica la veo como muy apagada, como alejada mentalmente de lo que aquí sucede.

No hay casi nada positivo o destacable que remarcar que no sea Cate Blanchett, si le quitas a esta actriz tienes una película de 3-4 sin ningún problema.

Para que me entendáis, una película, sea del género que sea, tiene que ofrecerme algo, algún sentimiento, algo en lo que pensar o algo con lo que reírme, asustarme o sorprenderme. Lo que sea.
Carol es más fría que un glaciar. No sentí el mas mínimo sentimiento en toda la película, no cambié mi expresión facial en dos horas.

Tiene casi la misma nota que La vida de Adèle cuando esa es muchísimo mas interesante y está mas lograda. Incluso cualquier capítulo de Orange is the new black tiene el triple de intensidad emocional que esto.

Sobrevalorada y vacía.

Lo mejor: Cate Blanchett, marcándose una digna actuación como de costumbre. La ambientación general de los años 50.

Lo peor: No consigue emocionar ni impactar en ningún momento. Le sobran como mínimo 20 minutos finales, que no aportan nada relevante. Rooney Mara parece un poco perdida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
carles
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