El pequeño Nicolás

Marcan mis estadísticas 'Filmaffiniticas' que suelo ver mucho cine francés y que sus comedias mágicas aún me tienen hechizado: Amelie, El encanto del Erizo, 99 Francos, La ciencia del sueño, Micmacs, Faubourg 36, Las Hierbas Salvajes, Odette Toulemonde.

Hay algo que me incita a disfrutarlas sin condiciones. He aquí una nueva muestra del cine arte que tanta curiosidad me provoca. Allí está el Pequeño Nicolás en el mejor momento de su infancia, disfrutando de sus amigos, sin más responsabilidades que ser feliz. No le falta a su vida ninguno de los condimentos necesarios, algunos de los cuales (maestros de mal carácter, disputas familiares, compañeros abusivos, etc.) van marcando el ritmo de su crecimiento.
Un día, un compañero anuncia el nacimiento de su hermanito, no sin provocar en cada uno de sus amigos una taxativa lista de problemas que acarrea el nuevo nacimiento, destacando sobretodo, la falta de atención de los padres y la pérdida de privilegios.

Nicolás, con la idea aún repicando en su cabeza un día de tantos escucha una conversación entre sus padres sobre un nuevo integrante en la familia. Ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto. Ese nuevo niño es una amenaza para su cómoda vida.

Destaco en este film la bella estética de cada plano, las más que virtuosas actuaciones infantiles, el humor que de a ratos inunda la pantalla y el sincero y logrado homenaje a una de las etapas más gloriosas del ser humano.

Una tarde de estas, cuando necesites remedio para solucionar algún inconveniente, no dudes en acudir a El pequeño Nicolás...y que las sonrisas fluyan...

Las aventuras de un niño llamado Nicolás y sin mucha chispa, y sus amigos, sin mucha chispa. Tiene una enamorada que apenas aparece, sin mucha chispa. Los padres intentan educarlo como pueden, y como suele pasar en la realidad no lo hacen muy bien porque están más pendientes de otras historias. Pero bueno, con la ayuda de todos el pequeño Nicolás saldrá adelante (amigos, escuela , familia y amores).
Mala elección de reparto salvo en el caso de los padres. Menos humor del esperado. Buena fotografía. Banda sonora insulsa

Es inevitable que todos aquellos que nos reímos y disfrutamos con las aventuras del Pequeño Nicolás en libro nos sintamos defraudados con esta adaptación. Sin duda la película íntenta captar ese espíritu original, pero pierde mucha "mala leche" que tenían los libros. Además el formato escrito en los que se trataban en cada capítulo una "aventura" es difícil de llevarla al cine.

En cualquier caso te deja una sonrisa durante casi toda la película y hace que cuando vuelvas a casa rebusques ese ejemplar de "Pétit Nicolas" que hace mucho que no relees y te vuelvas a reir con toda la panda de personajes (que por cierto siempre los has imaginado como esos monigotes que acompañaban los textos y no como esos niños y mayores de carne y hueso en colores bastante chillones de la película)

Tengo el prejuicio de que se hacen -dejando a un lado el cine de animación- muy pocas películas sencillas, amables, para todos, reflejando lo divertido y bueno que hay en el mundo (al lado, sí, de tanto malo y cambio climático, etc. etc.).
Y esta película es eso: para pasar un buen rato, viendo las actuaciones de los niños -todos muy bien- y de los adultos: la madre y el madre de Nicolás son geniales.
Y ese mundo, el de los primeros sesenta del siglo pasado, cuando el mundo aún no se había encabronado tanto y no había, por ejemplo, terrorismo islámico o un camello en cada esquina (también en la esquina del colegio)...
Las aventuras, en libros, son más sugerentes, quizá porque para muchas personas están teñidas por una cierta nostalgia; pero en la película no quedan mal.
Si queréis pasarlo bien, vedla.

La adaptación de las maravillosas historias dadas a luz por dos genios como René Goscinny y Jean-Jacques Sempé incurre en una flagrante desnaturalización de aquéllas, no por sospechada menos lacerante.
Nunca me cansaré de insistir en que hay obras literarias muy difícilmente traducibles al lenguaje cinematográfico. Ello se debe a que sendos medios hablan idiomas, de tan distintos, en ocasiones inconciliables. Si bien hay novelas que mejoran sustancialmente vertidas a la gran pantalla, caso de “El Padrino” o “El nombre de la rosa”, pero ése es otro cantar.
“Le Petit Nicolas”, por su parte, es un ejemplo palmario de lo que no debe hacerse jamás cuando se filma literatura infantil: tomar al espectador no por niño sino por imbécil. Así, la ironía sutil que atraviesa cada línea salida de la brillante pluma de Goscinny, y que de modo casi tan admirable —si no más, incluso— plasmase Sempé en sus entrañables dibujos de pocos trazos e insuperable dinamismo, es aquí sustituida por un torpe “slapstick” plagado de coscorrones y desmayos sin razón aparente. Además, la estructura de los libros, hecha de capítulos autoconclusivos cuya observación conjunta proporciona una agradable sensación impresionista a su lectura, queda reducida a una sucesión inconexa de episodios a los que cuesta encontrar la gracia o un mínimo interés siquiera.
En mi defensa cabe alegar que me la pasó en un USB la profesora del curso intensivo de francés en que me he matriculado a fin de dotar de cierto sentido a unas vacaciones (forzadas) más largas de lo deseable. Ver “Los cuatrocientos golpes” en su lugar hubiera resultado un poco sociópata. A ella le he dicho que no está mal— la película—, pero que me quedo con los libros. Y sí, se lo he dicho en francés.