Lunes por la mañana

El soldador. El pintor. San Jorge y el dragón. El viaje. Venecia. El cura. Las piernas de las monjas. Marco Polo. Tiziano. El espíritu inefable de la ciudad. El regreso. Decíamos ayer. La fábrica. El humo ciega tus ojos.
Chaplin y Kaurismaki. También tal vez Kusturica.
Se niega el cine convencional, todo el cine americano y comercial del último siglo, cada opción que toma la película, cada decisión es la opuesta a la que en tu cerebro está grabada a fuego por los millones de películas que han repetido hasta el infinito y más allá el mismo esquema formulario testado en los mejores mercados.
Aquí todo es diferente, no hay acción ni drama ni melodrama ni sentimentalismo ni intriga ni psicologismo ni suspense ni misterio ni sorpresa ni ninguna prisa, calma chicha, nada, es solo un intento al desgaire de atrapar el discurrir de la vida en su pasar anodino y maravilloso, un mosaico, una suma de viñetas mirada con sonrisa tenue, virginal, primigenia, como si el mundo se descubriera por primera vez, como si todo fuera bueno o nuevo, como si estuviese sucediendo en ese mismo instante en el que la cámara lo recoge, como si todo fuera un milagro, a pesar de todo, y contado ese meollo con escepticismo, nada es muy importante, ni demasiado bueno o feliz ni muy malo o triste, caluroso, un canto delicado y en voz baja a la fraternidad universal, una oda al silencio, a los afectos callados más allá de la apariencia o la comedia, a la existencia contemplada de otra manera, con más calma y tiento, un homenaje no muy emocionado, discreto, al tiempo lento, amodorrado, extasiado, desperezándose, sin miedo ni tampoco demasiada esperanza, sin ansia, con mucho humor y algún desconcierto.
Es una preciosa y poética película en la que casi todo rima, es muy bella y, claro, a veces también aburrida, no todo interesa de la misma manera ni vale igual la pena ni estamos muy acostumbrados a ella ni su estructura y modos facilitan que se activen los mecanismos habituales de esfuerzo y recompensa en estos casos cinematográficos, parece distraída, desorganizada, que se pierde en naderías en su vagabundeo curioso por todas las cosas.
Distancia pudor, respeto, delicadeza. Cachondeo, comprensión, benevolencia.

La historia es un viaje a lo absurdo de la vida cotidiana, los quehaceres y obligaciones diarias.
¿Cómo podemos salirnos de nuestra vorágine del día a día?
Esa es una de las ideas que soslaya.
Un viaje en compañía de nuestra imperturbable soledad, a latitudes nuevas en post del devenir de la aventura, compañeros fortuitos, sin relojes, con el licor, la música, paisajes vírgenes a nuestra mirada, la certidumbre de lo incierto como sencillo anhelo y esencia del sentirnos vivos, respirar sin cadenas.
A muchos creo parecerá insulsa, deshilvanada. Eso es parte del encanto de ésta algo diferente, sencilla apuesta.
Buscando ser uno mismo en éste larvado, tumultuoso, higienizante mundo moderno de obligaciones no elegidas, impuestas a menudo.
El cosmos surrealista del pueblo, una delicia.
La parte rodada en Venecia, refleja el espíritu que debió tener, alejada del devastador y esclavizante turismo.
Unas imágenes que rebosan vida , humanidad, te sientes abducido o deseando serlo.