Muero cada amanecer

Mezcla de cine negro y drama carcelario, esta película protagonizada por James Cagney, más que correcto como siempre, nos cuenta la historia de su personaje, un entrometido periodista que, por sacar los trapos sucios de un senador corrupto, cae en un trampa de sus seguidores y acaba en la cárcel, culpable de un delito que no ha cometido.

Personalmente, me ha gustado, pero me esperaba más del tema “cine negro“ y menos del “drama carcelario“, ya que la mayor parte de la película transcurre en la cárcel, donde nuestro protagonista las pasa canutas contínuamente.

La película hace una crítica bestial al sistema penitenciario estadounidense, donde una buena persona, encarcelada por error, acaba juntándose con criminales y acaba perdiendo parte de su inocencia, aunque siempre permanece fiel a sus ideales.

Una película dura, interesante y con buenas interpretaciones, que he disfrutado bastante.

Decepcionante señor William Keighley es Muero cada amanecer. Dos de los mejores duros del cine parecen monjas de clausura. James Cagney es injustamente encerrado por mirón, George Raft es justamente encarcelado por cabrón. Tuvieron que pasar algunos años más para que se recordara el cine carcelario. Jules Dassin y su Brute Force tuvieron la culpa. No es posible que la Warner dejara filmar a William Keighley semejante final. No lo hubiera hecho mejor el Opus Dei.

Interesante película, género carcelario, subgénero inocente entre rejas, subsección gangster con buen fondo. Cine muy negro, en el sentido que muestra un sistema judicial con unos dosis de corrupción tremebundas y una lucha casi perdida contra él. Es además un precedente de este cine negro "duro" que se desarrollará en los años 40. Gran ritmo, gran fotografía y buen desarrollo psicológico de personajes. Cagney está como siempre, bien, y Raft no es Laurence Olivier, pero en este tipo de papel de duro que es el suyo, cumple bien (sigue siendo mucho mejor que Lawrence Tierney). En resumen, de obligada visión y de una frescura y una modernidad tremenda pese a estar filmada en 1939.

Gran película que aúna el género negro y el melodrama para hacer una denuncia social contra la corrupción política, la injusticia judicial y la brutalidad de las instituciones (con sus funcionarios) penitenciarias, a la vez que exalta la amistad, la lealtad, la solidaridad y el compañerismo de unos hombres atrapados y sin apenas posibilidad de futuro.

Se trata de una película dura -con algunos momentos sentimentales- y con memorables interpretaciones tanto de los dos protagonistas -Cagney, en especial, está insuperable- como la de todos los secundarios.
Lástima que la secuencia final desbarate, por su incongruente aquiescencia hacia la autoridad carcelaria, la propuesta planteada durante todo el metraje anterior: una pena en este sentido.

Con una historia semejante -solo semejante- a la inconmensurable "Solo se vive una vez", de Fritz Lang, a "Muero cada amanecer" le falta ese toque de sensibilidad, de lirismo, de la fatalidad del destino que sí inundaba con esplendor la obra maestra de Lang.

Con todo, como ya he apuntado, esta película, dirigida con sabiduría por William Keighley, se alza como una de las grandes obras del drama carcelario y de crítica social del cine americano de los años treinta junto a la ya aludida "Solo se vive una vez", de Lang, o "Soy un fugitivo", de Mervyn LeRoy.

Le bajo la calificación a un 7 por la improcedente escena final ya insinuada que casi hace tambalear todo el desarrollo ideológico del film.