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Accidente sin huella

Intriga El hijo único de Charles Thenier muere atropellado por un conductor que se da a la fuga. Decidido a encontrar al criminal, empieza a investigar por su cuenta. Poco después, conoce a una mujer que podría ser la cuñada del culpable. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
5 de agosto de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apasionante historia sobre la venganza y su legitimidad, planteada desde diferentes prismas para conseguir un elaborado estudio sobre el tema. Entroncada en un momento extraordinario de su carrera, Chabrol consigue uno de sus mejores trabajos en todos los sentidos, sabiendo manejar con habilidad la intriga, planteando dilemas morales y haciendo un detallado estudio psicológico de sus personajes. De forma muy afortunada, el director decide proponernos un juego entre lo que oímos, en la voz en off que nos muestra lo que escribe en su diario el protagonista, con sus planes y reflexiones, y lo que vemos, que se complementan y matizan para darnos una visión más amplia y compleja basada en la observación del espectador. La trama entretiene y los personajes están bien definidos, sin obviar aristas incomodas, como en el caso del protagonista, o como el odioso cabeza de familia sobre el que recaen las sospechas, estupendamente interpretado por Jean Yanne en un papel muy diferente al que hará al año siguiente en la emblemática El Carnicero. Un Chabrol maestro, incomodando y fascinando a partes iguales, en el que hasta las aparentes trampas de guion terminan siendo geniales giros argumentales. Otra lección de cine del director francés.
cineoptero
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2 de agosto de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Traslada credibilidad Claude Chabrol partiendo de un terrible accidente, que los expertos judiciales imagino que catalogarían como homicidio involuntario, y del obsesivo afán del padre de la víctima por encontrar a los culpables del choque sin testigos y de la posterior huida.

Enfundándonos en la piel del escritor, avanzamos con metódica precisión hacia el objetivo: ojo por ojo; penúltimo placer de una vida que ha perdido todo sentido. Pero hasta la maquinaria más perfecta se ve, a veces, afectada por inconvenientes, máxime si las piezas son órganos humanos.

Muy importante la aportación de Jean Yanne, que un año después se convertiría en el inolvidable carnicero Popaul, en el rol de ricachón basto y sin escrúpulos.
También queda patente en esta ocasión, algo habitual en las pelis de Chabrol, que la policía no es tonta, aunque pueda parecerlo.
Sinhué
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10 de junio de 2014
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claude Chabrol fue uno de los miembros de la Nouvelle Vague que menos ruido causaba. Seguramente, tener un producción tan amplia (con muchos más títulos que otros miembros de la nueva ola) al no entrar de manera polémica en temas políticos o con algunas inclusiones al cine comercial, como Landru (Landrú, 1963) su cine ha sido revalorizado con menos fuerza que el de otras filmografías como la de François Truffaut o Jean-Luc Godard. Y sin embargo, visionar hoy en día películas como Que La bête meure (Accidente sin huella, 1969) es un auténtico placer cinematográfico.

De hecho, accidente sin huella trata dos temáticas fundamentales en la obra de Chabrol, y lo hace con una potencia pocas veces vista en otras películas suyas. Nos referimos, por una parte a la venganza, eje fundamental del filme, y por otra parte al desgranamiento de las relaciones de una burguesía, mayoritariamente provinciana, con una peculiar visión de Chabrol que nos muestra en todo su esplendor sus vicios y desafecciones.

El guión de la película, que adapta una novela de Nicholas Blake (The Beast Must die), y que está coescrito entre el propio Chabrol y Paul Gégauff, nos muestra una película que gira en torno a la venganza que pretende cometer un escritor de best-sellers para adolescentes, personaje que interpreta Michel Duchassoy, cuando en las primera secuencia de la película pierde a su hijo en un accidente de tráfico. El coche que asesina su hijo se da a la fuga, y la película nos mostrará la evolución y el desarrollo con tal de que el personaje de Duchassoy pueda colmar sus ansías de venganza. Su primera aproximación la hace al conocer a una joven actriz, interpretada por Caroline Cellier, que en realidad fue la copiloto del funesto coche, puente del que se servirá el protagonista principal para descubrir finalmente al asesino, un malvado e incluso podríamos decir que caricaturesco personaje, al que da vida Jean Yanne.

Uno de los objetivos de la película es mostrarnos el decadente mundo de una burguesía provinciana, que se divierte en pequeñas fiestas y comidas familiares, tratando de aparentar sus buenas maneras de cara a la galería, mientras que de puertas para adentro demuestra su fetidez. Metafóricamente podríamos incluso referirnos a la enfermedad intestinal que padece el malvado personaje que interpreta Jean Yanne, a la que trata de ocultar a los demás, mientras se ve obligado a ingerir una nauseabunda medicina con tal de poder seguir comiendo. Precisamente este personaje es la demostración máxima de los peores escrúpulos que personifica este estamento de poder. No hay ni siquiera un personaje (con excepción de su madre, pero ya nos enteramos de que esta también es un ser pérfido y malvado) que sea capaz de sentir un cierto aprecio por el personaje de Jean Yanne. También es cierto que Chabrol recubre con la máxima capa de maldad al protagonista, y en este sentido nos puede recordar a una caricaturización de la personificación del mal, pero en todo momento el personaje funciona y no acaba cayendo en la estereotipación. Simplemente es un ser malvado, sin ni siquiera un atisbo de bondad.

En este sentido, una de las escenas más significativas transcurre durante una de las comidas burguesas, que será el primer punto de contacto entre el personaje de Michel Duchaussoy y el de Jean Yanne, done el mundo burgués quedará perfectamente radiografiado por Claude Chabrol.

Y por supuesto, la venganza. Uno de los puntos temáticos más habituales de la filmografía de Chabrol que tiene una importancia crucial en el filme. La venganza es el único motor que sirve como energía al personaje interpretado por Michel Duchaussoy para conseguir su objetivo principal: Aniquilar a los culpables del asesinato de su hijo, y que además se dieron a la fuga. La venganza tiene además un objeto simbólico sobre el que Chabrol otorga un interesante papel, como se trata de un diario personal. El protagonista escribirá en este diario todas sus intenciones, y Chabrol se sirve de él para dos intenciones principales: Una de ellas, informar al espectador de los sentimientos del personaje, pues además la voz en off del protagonista es la que servirá como narrador de lo que escribe el personaje en el diario,y por otra parte nos encontramos con una poética de la venganza que sólo un director como Chabrol es capaz de presentar.

Porque sí en un primer momento creemos que el personaje de Duchaussoy es lo suficientemente frío para llevar a cabo su venganza, luego seremos testigos de su evolución, al intimar con el personaje de Caroline Cellier, e incluso empatizar con el hijo del personaje al que quiere asesinar (con este personaje comparte un odio visceral hacía la figura que interpreta Jean Yanne). Una compleja red de sentimientos que Chabrol capta con su cámara.

http://neokunst.wordpress.com/2014/06/10/accidente-sin-huella-1969/
Kyrios
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22 de mayo de 2021
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La bestia debe morir, el hombre muere también; sí, ambos deben morir. Eclesiastés, 3, 19.



La muerte súbita de un hijo en edad temprana es uno de los golpes más duros que la vida puede asestar. Si eres un hombre viudo, con posibles, lo que sobra es tiempo y paciencia, desde el día en que su hijo fue atropellado por alguien que se dio a la fuga, Charles dedicará su existencia a elucubrar hipótesis, a buscar una aguja que nunca se esconderá en un pajar, encontrar al responsable que se llevó por delante lo que más quería, y matarlo. A Charles le han cambiado los esquemas. Buscar la aleta abollada del coche en todos los talleres de las inmediaciones, tarea de locos, ni la policía se plantea ir peinando la zona sin ton si son, sin pruebas ni evidencias. Y de pronto, una concidencia, un charco de barro, y un lugareño del pueblo dando pistas, hablan sobre una actriz de televisión conocida cuyo coche quedó atascado en el mismo sitio que el de Charles, que iba acompañada por un hombre zafio y malencarado. Poco a poco se irá deshaciendo la maraña,. Charles solo piensa en la venganza, aplicará su propia justicia, la Ley del Talión

En Muerte de un Ciclista (Juan A Bardem) la pareja que atropella a la víctima huye del lugar sin prestar auxilio, Accidente sin Huella se inicia con un montaje alterno, un niño con un impermeable amarillo vuelve de pasear por la playa, un coche avanza, oimos el ruido del motor, los canturreos del chico, sabemos que en breves momentos va a ocurrir algo, se masca la tragedia.

Personajes enfrentados a situaciones límite, un padre obsesionado – un contenido y sutil Michel Duchaussoy- , una actriz de televisión con poca estabilidad emocional – Caroline Cellier- y un cuñado bruto, sin modales, sin compasión (gran trabajo de Jean Yanne).

En su época de madurez, en la que realiza en poco tiempo títulos tan valiosos como Al anochecer, Las Ciervas , La mujer infiel o El Carnicero. Chabrol disecciona las miserias de la familia burguesa, la mezquindad de un patriarca déspota, sin empatía, el rencor del hijo hacia el padre vejador, la última palabra de un tipo con cara de buena persona, escritor de libros infantiles, que quiere matar.

Porqué los hombres al final morimos como las bestias, nuestros destinos son los mismos. El hombre y la bestia deben morir, así está escrito.
firetomb
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26 de mayo de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
”Accidente sin huella” (“Que la bête meure”, Claude Chabrol, 1969) y “La bestia debe morir”
(Román Viñoly Barreto, 1952) “están basadas en la misma novela de Nicholas Blake (“The beast must die”, 1938).
Ambas son interesantes, aunque a mí personalmente me gusta un poco más la que protagoniza Narciso Ibáñez Menta, la de 1952), pese a su estilo un tanto “anticuado”.

”Accidente sin huella” tiene en cierta parte de su desarrollo algún bajón, pero pese a ello, también es muy interesante.

Como apunte, comentar que hay una película posterior del mismo título que nada tiene que ver, (La bestia debe morir / The beast must die, de Paul Annett, 1974).
juancarlosrema
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