El amigo de mi amiga

En esta preciosa película el depurado estilo de Rohmer, decantado tras una larga carrera de obras preciosistas, siempre a vueltas con las relaciones humanas, frágiles y quebradizas como el cristal, alcanza la expresión sublime que da la perfección.

Unos diálogos armoniosamente escritos, que en manos de muchos otros autores incidirían en la vaciedad, logran el milagro de la identificación con los tiernos y sensibles protagonistas que desnudan sus almas, sus inquietudes y frustraciones ante nuestra miradas cómplices. Apenas unas intrigas leves, una encomiable espontaneidad y una apacible verosimilitud, son las banderas de este cineasta fiel a si mismo, concienciador moral de una generación, que traslada la acción al escenario futurista de un barrio moderno, lejos de la urbe cálida, para que los personajes vean enrecruzar una y otra vez sus destinos.

Las películas de Éric Rohmer tienen un estilo claramente definido, en las que los diálogos son la principal fuente de elaboración del relato.
En el caso del ciclo “Comedias y proverbios”, nos encontramos con una retractación de la vida en pareja, teniendo todos los films que lo componen un eje en común. Pero lo que hace grande a Rohmer es su enorme potencial para mostrar una serie de elementos en común y, a su vez, recomponerlos de formas diferentes en cada una de sus películas, relatándonos de diversas formas los hastíos e incertidumbres que sufren sus emparejados personajes.
En “El amigo de mi amiga” se muestra la trasnochada vida de una pareja y dos amigos en común, que conforman lo que imprudentemente podría denominarse un “ménage à quatre”. Los sentimientos salen a relucir de forma amedrentada, especialmente en el caso de una de las jóvenes, que desborda una timidez e inseguridad propias de las situaciones que se reflejan, las cuales son transmitidas y representadas con una gran credibilidad y acierto. Son unos personajes algo subidos de tono por su esnobismo, lo que no supone impedimento alguno para retratarnos unas circunstancias adaptables y aplicables a todos los rincones del mundo (aún con una estética “ochentera” algo pasada de rosca), lo que otorga una mayor notoriedad a la obra de Éric Rohmer.

041/03(03/03/10) Hace pocos días (11/01/ 2010) que el realizador francés Eric Rohmer ha muerto, cuyo verdadero nombre era Maurice Henri Joseph Schérer, y he decidido darle mi particular homenaje viendo y comentando esta cinta para mí inédita. Es una comedia ligera despreocupada, en donde lo más importante como siempre en el cine de Rohmer es la fuerza de la palabra, esconde debajo de su despreocupado aire snob un estudio sobre el amor platónico, y como mientras se busca nos podemos dejar por el camino el verdadero. La historia se mueve entre personajes jóvenes acomodados, lo que se llaman yuppies, sin más problemas que ir de sarao en sarao buscando el amor o deshaciéndose de él, personajes que van brincando de una pareja a otra, almas libres que se desenvuelven entre diálogos triviales en los que destapan sus sentimientos. El eje del relato es Blanche (brillante Emmamnuelle Chaulet) una menuda joven, fría e introvertida que llega a un moderno pueblo en los alrededores de París para trabajar en el ayuntamiento, allí conoce a otra menuda joven, Lea (Sophie Renoir), con la que traba una gran amistad. El escenario del pueblo donde viven es un actor más que interactúa con los personajes, la villa es Cergy-Pontoise, ultramoderna, dotada de una arquitectura de líneas rectas, geométrica, austera, aséptica y de formas futurista (me ha ayudado a definirla Lupo), donde el blanco lo inunda todo, fotografiado de manera excelente por Bernard Lutic y Sabine Lancelin, de este modo consigue el realizador trasladarnos una sensación de limpieza de espíritu, así como Blanche vive en un edificio de este estilo (del arquitecto español Ricardo Bofill), con decoración minimalista que imprime al personaje un carácter frugal. Es esta una cinta para los amantes del cine con alma, donde los buenos sentimientos y el buen rollo nos deja un poso agradable, sin más, nos hace ser un poco más optimistas que antes de verlo, pero sin alardes, que a mí la que más me ha gustado de Rohmer ha sido “Mi noche con Maud”. Recomendable a los seguidores de Rohmer, entre los que me empiezo a contar. Fuerza y honor!!!

El amigo de mi amiga de Éric Rohmer es una comedia romántica con toques de drama basada en un juego amoroso a 4 bandas entre una pareja de jóvenes, una amiga de ella también joven y hombre maduro amigo de él. Dirigida con un ritmo tranquilo que no se toma prisas ni en exponer su historia ni sus personajes y con un estilo fiel a la mayoría de películas del director, es una obra personal que vuelve a materializar varias relaciones entre distintos personajes que tienen alguna conexión entre sí, siendo ese el principal fuerte del film junto con unas interpretaciones lúcidas que simulan de forma fehaciente las relaciones normales de la calle, concluyendo otra notable cinta en la línea del director que gustará a todos sus seguidores e incondicionales.
La fotografía es lumínica y competente en sus imágenes naturales al estilo del director que son evocadoras y agraciadas en resultando, dando sensación de confort en una labor estéticamente inspiradora y bien cuidada. La música es escasa y utilizada tan solo en ciertas ocasiones como es habitual en el cineasta francés en su intención de no distraer la atención de film, sonando eso sí, los habituales sonidos cotidianos del lugar donde se desarrolla la trama. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor propia del director a través del uso de los circulares, plano-contraplanos, generales, seguimiento, cámara en mano, tercera persona y planos medios informales bien elaborados que sacan lo mejor de las interpretaciones y su entorno.
Las actuaciones son creíbles e inherentes. Como protagonistas Emmanuelle Chaulet está sensible e ingenua en su papel, Sophie Renoir está acertada como joven algo convenida, Eric Viellard está inocente y sincero y François-Eric Gendron está seductor y convincente, sin olvidar la acertada interpretación de Anne-Laure Meury que queda en medio de todos los personajes. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones elegantes pero informales que son coloridos y alusivos a la época y lugar en cuestión en un sugestivo trabajo que junto con los exteriores te transporta in situ.
El guion, escrito por el director, está basado en relaciones amorosas y sentimentales de los personajes en los que dos de ellos son pareja, cumpliendo una vez más el director con una historia que está basada en los defectos y egoísmos de unos personajes complejos y bien trabajados que hilan una trama personal al más puro estilo de Rohmer, finalizando un notable film que cumple con los cinéfilos más exigentes. Esto se lleva a cabo con una narrativa impoluta y natural que es dinámica y equilibrada, predominando lo cordial o lo insidioso según el personaje, su forma de ser y el momento en cuestión, siendo una vez más esto lo mejor de la película. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que mete buena historia personal y líos amorosos en algo más de 100 minutos.
Concluyendo, la considero una obra imprescindible entre los films del director que gustará a todos sus seguidores y cinéfilos exigentes que busquen films profundos basados en explorar los defectos de unos personajes complejos que se conocen y gustan los unos a los otros, haciendo mezclas entre ellos y logrando así entretener y ofrecer al espectador una historia repleta de insinuantes conversaciones. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, montaje, planos y narrativa que vuelven a El amigo de mi amiga, en un film en la línea del director que vuelve a profundizar en unos complejos personajes.

Esta es la cuarta película que veo del cineasta francés Éric Rohmer y he de decir que me ha ganado entre sus adeptos. Ya con "Mi noche con Maud" y "La rodilla de Clara" me había cautivado y esta solo me confirma mi gran admiración por su cine. Esa forma de narrar el amor, de forma liviana, sin dramatismo, convirtiéndolo en un juego donde las personas, cual fichas se van moviendo y cambiando su posición a menudo que se desarrolla el film. En su cine hay un motor claro, el amor, aunque un amor bastante caprichoso que puede cambiar con una brizna de aire. Los personajes no tienen una voluntad clara y firme sino que se dejan llevar, son bastante fríos, para lo bueno y para lo malo. Les mueve el amor como concepto pero no personificado en alguien concreto. Por ello, rompen con su amante, van con otro, retoman con el primero. Todo ello podría convertirse en algo traumático, un laberinto de emociones: deseo, despecho y culpa. Pero ellos se lo toman con otra filosofía, tranquilos y respetuosos. Ante todo es un juego.
Esa frialdad mencionada pudiera ser un hándicap en su cine, pero de esa manera se centra más en su análisis del amor y consigue que el espectador se identifique a pesar de lo mencionado. Quien no ha estado alguna vez en el lugar de este círculo formado por estas 4 personas, quien no ha podido sentir la vergüenza y el miedo de Blanche, la confianza de Lèa, las dudas de Fabien o la seguridad de Alexandre. Diferentes estrategias pero una misma meta.