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Adiós, Mr. Chips

Drama. Romance La historia se desarrolla entre mediados del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial (1914-1918). A la escuela de Brookfield llega un joven y tímido profesor que dedica toda su vida a enseñar a varias generaciones de alumnos. Adaptación de una novela de James Hilton. Fue uno de los grandes éxitos de la Metro-Goldwyn-Mayer. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
13 de febrero de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he creído que lo más importante de un film es su argumento o historia poblada de personajes con alma. Es la estructura donde se sostiene y completa todo lo demás, del mismo modo que los sólidos pilares de un edificio sostiene al resto de la vivienda. Sobre la base de ese libro “Goodbye Mr. Chips” de James Hilton (el fabulador de Shangri-La, “Horizontes perdidos” de Frank Capra) y los acertados actores que recrean a los personajes se fragua una conmovedora cinta que lidera un Robert Donat que logró gracias a su carismático personaje, arrebatarle el Oscar de aquel maravilloso 1939 (un año irrepetible y prodigioso en grandes obras), nada menos que a James Stewart, Clark Gable, Mickey Ronney y Laurence Olivier. Tampoco falta la presencia de una gran actriz y bella mujer como era Greer Garson como la deslumbrante Katherine (luego “La Sra. Miniver” de Wyler).

“Adiós Mr. Chips” es un canto a la vida donde la humildad y la modestia es el credo de Charles Edward Chipping, profesor insigne que se dedica en cuerpo y alma a formar hombres… “para que luego las guerras los envíe al patíbulo”, se lamenta en alguna ocasión. Un encendido elogio a la docencia, la piedra angular que sirve al conocimiento y la educación como arquitectura ética y filosofal de nuestras vidas. La acreditada eficacia educativa de la tradición anglosajona se basa en la disciplina, el deporte, la sólida formación moral, el honor y el conocimiento. Son templos majestuosos, catedrales donde reina la sabiduría del intelecto. Un repaso en vivencias dulces y amargas de todo tipo en la vida, profesor de varias generaciones de alumnos, que conoce a todos por su nombre y sus características personales.

Una película que recoge los valores universales del ser humano, además de los apuntados, está la vocación, sus experiencias y dificultades para hacerse con el alumnado. La escuela pública de Brookfield, en medio de la Inglaterra rural de finales del XIX, hasta la década de los 30, el sacrificio y su servicio a la sociedad, el romanticismo intrínseco que prevalece en esa afortunada excursión a las montañas austríacas, la aparición casual del amor bajo las brumas del paisaje alpino, mostrado como una ensoñación con su persistente aura romántica de amor idílico. Ese bello Danubio azul que sólo apreciamos su color cuando estamos enamorados, un vals creado por Strauss para bailar junto a la amada. Narrada por el incombustible y sereno Sam Wood, un artesano del Hollywood clásico de una maestría indiscutible para todo tipo de géneros.

Filmada en lugares reales como la Repton School de Derbyshire. Una película deudora de su tiempo, de compañerismo y esfuerzo, con los sentimentalismos justos, pero amable y condescendiente con las tradiciones, reina la perseverancia y el tesón para formar alumnos, no esperen rebeldías de estudiantes insatisfechos ni reivindicaciones democráticas. Nunca gozó del prestigio que otras le robaron por ser más populares y mitológicas, hablamos de: Lo que el viento se llevó, Caballero sin espada, Beau Geste, La diligencia, Cumbres borrascosas, El mago de Oz, los violentos años 20, Solo los ángeles tienen alas, Medianoche, Tú y yo, Ninotchka, Mujeres, Gunga Dinn, El joven Lincoln, etc. Me parece una pena que no pueda ser recordada junto al montón de obras maestras de ese año.
EL ALBATROS
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19 de mayo de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para ser honesta, estuve meses reticente a ver Goodbye Mr. Chips, ya que el drama de un profesor que dedica su vida a la enseñanza no me atraía demasiado, ya que creí que sería similar a La Sociedad de los Poetas Muertos y sobre todo un melodrama de esos que no tienen piedad con las vías lacrimales. Aún así sentía curiosidad, ya que la actuación favorecida ese año tenía fuerte competencia. Así que bueno, tenía escasas referencias, no conocía el libro, no leí críticas y sin embargo, ahí estaba yo imaginando toda una telenovela, en que el pobre profesor lo pasaba mal, pero se ganaba a los alumnos y después ya anciano terminaba sólo, pobre, enfermo, sin casa y en el olvido (de La Sociedad de los Poetas Muertos pasaba a una versión hollywoodense de Umberto D) y como final, el infaltable mensaje de esperanza, el canto a la vida y tanta tontera más. Sin embargo, contra todos mis pronósticos y mínimas expectativas, me equivoqué y más encima ¡me encantó!, la película es preciosa y sí, es bien emotiva, pero no es el melodrama que imaginé ni tampoco otra cinta del maestro esforzado que conquista a su curso. Sí, tiene algo de eso, pero la historia va por otro lado.

La actuación de Robert Donat es digna de elogio y creo que total merecedora del premio. Con las precarias técnicas de maquillaje de esos años, logra pasar por diferentes etapas de la vida de manera más que convincente (estéticamente algunos años están más logrados que otros) en que se va haciendo difícil reconocer a un hombre de 33-34 años tras un rostro que envejece con el tiempo; además nos regala un personaje absolutamente adorable, encantador y maravilloso. No exagero, su Mr. Chips es de los personajes más bellos que he visto alguna vez en una película.

Aunque Goodbye Mr. Chips no me parece perfecta en su discurso (muestra un pequeño ‘correctivo’ estudiantil no muy de mi agrado, pero bueno, eran otros tiempos) sí vale la pena verla, ya que aparte de mostrar una relación de ensueño entre alumnos y maestro digna de imitarse en las escuelas, cuenta con buen guión, ambientación y una dirección más que destacable, ya que sabe combinar a un viejo profesor con el drama y algo de comedia, dando como resultado una cinta con ritmo, amena y emotiva que evita caer en la lágrima fácil.

La recomiendo de todas formas, en su idioma original en lo posible para apreciarla por completo y para apreciar la actuación de Robert Donat, ya que es algo más que el maquillaje, cabello blanco, su expresión corporal y gestos, también su voz (bastante agradable, por cierto) juega un papel importante para dar vida y hacer creíble su personaje.
MsKeaton
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21 de marzo de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película filmada con el academicismo solvente de la época, a cargo de un buen artesano como Sam Wood, con una magnífica ambientación en sus decorados y fotografía que envuelven las peripecias docentes del protagonista a un ritmo constante, sin altibajos. Un tímido e introvertido profesor recuerda sus vivencias en un colegio elitista británico desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el final de la I Guerra Mundial. Aderezada de los tópicos del subgénero, se narran las fases de adaptación con el alumnado, el romance y posterior enlace con una guapa Greer Garson y demás avatares que influyeron en otras películas venideras. Todo ello con un halo de bondad, dosis de comedia ligera y una esforzada interpretación de Robert Donat, que da vida al profesor Chips desde su juventud hasta su octogenario final, logrando una caracterización encomiable de un hombre fiel a la tradición, que consigue convertirse en un símbolo para el colegio y un ejemplo de perseverancia ética durante varias generaciones, no en vano les birló el oscar de 1939 al Gable de Lo que el viento se llevó, al Stewart de Caballero sin espada y al Olivier de Cumbres borrascosas en un año repleto de obras maestras para el cine hollywoodiense. Un 8/10 para este clásico, precedente en su temática y entrañable en su conjunto. Todos queremos a Mr. Chips.
Wellesford
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21 de julio de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película cuando tenía 14 años y desde entonces quería volver a verla, dejándolo siempre. Por fin, la veo. Es una obra maestra, y se demuestra en el hecho de que una película de 1939 siga en pie, Un clásico. La historia emocionante y sencilla. Un tiempo en el que, al menos en algunas escuelas, había ideales y sinceridad.
Excelente el guión. MUy buena la interpretación de Donat y maravillosa como siempre Greer Garson que luego se haría famosa con La señora Miniver.
Compensa dar de vez en cuando un repaso a la historia del cine, revisitando tantas maravillas, como esta película.
yoparam
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1 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no responde al ritmo o características modernas del cine, el resultado trae consigo sorpresas impensables.
Por ejemplo, que un personaje no mire directamente a los ojos mientras habla o escucha, puede resultar ficticio, pero es así como se denota la inseguridad en momentos que nos hacen sentir incómodos.

Me cuesta creer que el personaje sea encarnado por el mismo actor, Robert Donat, durante toda su vida. El maquillaje consigue un envejecimiento totalmente veraz. Además, su fragilidad, las dificultades de la edad, lo hacen tan creíbles. Mereció el Oscar que le dieron.

Es una obra memorable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
corel
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