Trailer Park Boys (Serie de TV)

Han pasado más de dos años desde que un día encontré esta serie perdida por Netflix y decidí darle una oportunidad. Todo ese tiempo después, he decidido escribir finalmente una crítica de "Trailer Park Boys". ¿Por qué? Porque, sencillamente, siento que se lo debo.

Qué decir de este pedazo de joya que nos llegó desde un Canadá allá por el año 2001. Qué decir de sus personajes, absolutamente geniales, ídolos de lo absurdo, de lo patético, de lo surrealista y de lo salvaje. Qué decir de las situaciones que se dan en esta aventura, cada cual más irresistiblemente desternillante que la anterior por fieles al espíritu de la misma, por nunca traicionar lo que las hace tan míticas. Qué decir de la serie con la que más me he partido la caja en toda mi vida.

Pues empezaré diciendo que tras una cortina de toneladas de marihuana, alcohol como para llenar el estanque del Retiro, tacos -millones de tacos-, y fingers de pollo, se esconde una obra que no trata sobre otra cosa que la vida y sus miserias. Y es que esta serie habla de la amistad, de la familia, del dinero, del amor en todas sus formas, de las metas que uno se pone y del camino que sigue hasta ellas. "Trailer Park Boys" convierte a una panda de muertos y muertas de hambre en héroes y heroínas, en una especie de guías a la felicidad mediante la simpleza y la sencillez.

Por continuar, seguiré dando las gracias a esta serie por todo lo que, de una forma o de otra, me ha enseñado:

-Gracias, Julian, por enseñarme que no importa dónde, cuándo, con quién o qué, nunca jamás debo olvidar llevar mi cubata lleno hasta arriba y con un buen par de hielos.

-Gracias, Ricky, por demostrarme que la felicidad en esta vida no se consigue con dinero, ni con objetos materiales caros y opulentos. Gracias por enseñarme que todo lo que hace falta es una familia disfuncional e imperfecta que me quiera, unos amigos dementes e inestables que me cubran la espalda, y la puta mejor hierba de toda Nueva Escocia.

-Gracias, Bubbles, por tanta y tan pura y dura sabiduría. Gracias por tus gatitos, por tus enormes gafas que no fallan nunca, por representar el recuerdo constante de que nuestros amigos son la familia que elegimos. Gracias por esa bondad tan tierna y profunda de la que haces gala para poner cordura en un mundo de locos.

-Gracias, Mr. Lahey, por enseñarme que la vida puede ser un juego jodido en el que reciba golpes y golpes, en el que me haga daño, pero en el que siempre me quedarán mi novio, su barriga y 1400$ de alcohol. Gracias por descubrirme que con unas gafas de aviador, un uniforme de poli hecho harapos y el pedo adecuado, cualquiera puede llegar a ser el Harry el Sucio de su propia película.

-Gracias, Randy, por enseñarme que no tenemos por qué dejar nunca morir al niño que llevamos dentro. Gracias por tener el valor de vivir tu vida según tus reglas, aunque las reglas sean las hamburguesas con queso e ir siempre sin camiseta. Y gracias por darme una de las expresiones que más uso hoy en mi día a día: "Frig off!"

-Gracias, J-Roc & The Rocpile, por enseñarme que puedo ser quien quiera sin importar mi edad, mi condición social, mi pasado ni el color de mi piel. Gracias por enseñarme a nunca tirar la toalla cuando estoy persiguiendo mi sueño, gracias por ayudarme a confiar en mí mismo. Creo que tras 12 temporadas, I know what you sayin'.

-Gracias, Ray, por enseñarme que "that's the way she goes", que casi todo en esta vida escapa a nuestro control y que si intentamos impedirlo lo único que conseguiremos será volvernos locos. Gracias por recordarme la importancia de los hobbies, aunque estos sean beber, las tragaperras, dormir en la cabina de un camión que no se mueve, saludar a la gente desde un coche sin techo y... ¿he dicho beber?

Gracias, por supuesto, al resto de almas que pueblan el idílico parque de caravanas de Sunnyvale: Cory y Trevor, chicos de los recados y "jail cover" donde los haya; Sarah, Lucy, Trinity y Barb, aportaciones femeninas igualmente importantes en un clima de locura y borracheras que no entiende de sexos; y Cyrus, Sam, Phil Collins, George Green y demás personajes recurrentes que hacen de Sunnyvale un lugar donde quizá no viviría, pero mataría por pasar unas largas vacaciones. Y por supuesto, gracias a ti, Mark Clattenburg, por idear esta maravilla, por redefinir el humor "chorra" y traernos una obra que conquista poco a poco a quien la ve hasta convertirlo en un personaje, en un muerto de hambre más en esta historia.

Unos derrotados viven en la miseria. Carecen casi totalmente de ideas, y cuando alguna surge, dista mucho de ser buena. Son delincuentes, y no muestran interés por nada. Utilizan las armas y la violencia sin justificación. Integran el alcohol y las drogas como parte de su dieta alimenticia. Todas las relaciones interpersonales que aparecen son un desastre.

Unos que viven en la más absoluta anarquía. Las ideas que tienen van tejiendo inspiradas situaciones, cómicas, surrealistas. Se buscan la vida, con los colegas, si puede ser. A veces una pistola es una herramienta necesaria para ciertos trabajos. Un peta, beberse un cubata y unos fingers de pollo: poco más para ser feliz. Todos ellos y ellas se necesitan unos a otros.


Veamos la definición de catarsis según Aristóteles:

En la Poética se emplea esta palabra para designar el efecto que ejerce la tragedia en los espectadores. La tragedia, con el recurso de la piedad y del terror, logra la expurgación de tales pasiones. Katharsis, en Aristóteles, es la purificación psicológica por el terror y la piedad.

En otras palabras, el espectáculo (tragedia) debe producir en los espectadores sensaciones de compasión y terror, que los purifique de estas emociones, a fin de que salgan del teatro sintiéndose limpios y elevados, con una alta comprensión de los caminos de los hombres y de los dioses.

Esta pedazo de serie, bastante desconocida en España, es sin duda una de las mejores comedias en todos los aspectos.
Como han comentado en alguna crítica, es ideal para pasar los momentos de bajón de la mejor forma posible, partiéndose de risa.
El formato de falso documental, los personajes, a cual más estrafalario, lo tiene todo. Podemos destacar por ejemplo a Bubbles (tengo que dar de comer a los putos gatos), el señor Lahey (el mejor personaje de borracho que he visto jamás) o Ricky, cuyo único objetivo en la vida es cogerse un pedo y sembrar maria.
Y como decía el señor Lahey: Randy, Yo soy el alcohol.

Una de las series más entrañables que he visto en mucho tiempo.
Es curiosa la capacidad de los guionistas para crear esta tragicomedia, donde se aúnan el humor zafio y casposo con el drama real de la pobreza, creando momentos tan emotivos como surrealistas. En cierto modo, refleja muy bien el alma humana; todos tienen sus problemas, sus adicciones, sus pasiones y sentimientos, y tratan de hacer con ellos lo que buenamente pueden en aquel destartalado barrio de caravanas.

Julian, el es el "cerebro", un tipo respetable, serio, siempre con su vaso de licor en la mano. Sin embargo, y si alguien creía que tenía dos dedos de frente, es tan irresponsable y delincuente como su amigo Rick. No duda dos veces ir a robar piezas de coches o atracar una licorería a plena luz del día.
Rick, por otro lado, es aparentemente bastante estúpido. Recurre siempre a su autorreconocida imbecilidad para escaquearse de las responsabilidades. Pero no es nada tonto, y su labia, especialmente usada con las fuerzas del orden, es eficaz una y otra vez para eludir cualquier arresto.
Bubbles, un tipo discapacitado que vive arreglando carros de supermercado y trapicheando con ellos. Es muy tierno y afable, pero no duda en mostrar las garras cuando alguien trata de propasarse. Ha sabido aprender a defenderse, como cualquier otro.
El resto de personajes esconden igualmente una gran riqueza, no son nada planos, y nos harán disfrutar de cada secuencia.

Muy buena serie, de verdad, pena no haberla descubierto antes.

Trailer Park Boys es increíble. Este mockudocureality (al más puro estilo de productos de telerrealidad no muy distantes en su contenido a esta serie y que cualquier incauto podría caer) sigue las desventuras de quienes se convertirán en tus villanos favoritos y su supervivencia en este mini-universo del parque de trailers, del cual hasta el alma más sana no podrá escapar de ser contaminada por las drogas, el alcohol y un humor absurdamente incorrecto e increíblemente bien ejecutado alrededor de todas las temporadas emitidas.

Trailer Park Boys funciona porque retrata una realidad (en clave de comedia) marginal presente alrededor de todo el mundo, tanto en Canadá como en Chile, de la cual perfectamente eres, puedes o fue parte en tu vida.