Ideológicamente más cercana a los publicistas de la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, ya saben...) y a los think tanks neocon que a otra cosa, este Réquiem por el cine (y por el sentido común en general) no tiene por dónde cogerse.

Su planteamiento estético y moral es perverso: con el fin de escarmentar al espectador (no sabemos por qué) acerca de los diabólicos poderes de la adicción y sus más que terroríficas consecuencias, se eligen unas situaciones a cada cual más rocambolesca, cruel, retorcida, improbable y/o maniquea. Y no se crean que el director se mantiene a distancia (por no hablar de elegancia) para plantear esos tirabuzones del argumento, no. Estira, subraya y remarca todo lo que puede, con un montaje de todo a un euro, los momentos más lóbregos que su propio guión alcanza.

En cuanto a la tan traída y llevada banda sonora... Así, a bote pronto, se me pueden ocurrir unas dos o trescientas partituras a muchísima distancia.

Poco más se puede decir de un engendro de semejante catadura.

Probablemente una de las mejores combinaciones de géneros que ha dado el cine.

Un clásico de terror, efectos especiales magníficos incluidos, envuelto en una capa de elegante humor, con unos ligeros toques de romance. Junto con la música del gran Elmer Bernstein, todas las canciones del film (de los Creedence sólo hay una) llevan en su título la palabra "Moon".

Si esperan a que finalicen los créditos, una vez terminada la película, podrán leer que "Lycanthrope Films Limited felicita a Diana Spencer y a Su Alteza Real El prícipe Carlos de Inglaterra por su reciente matrimonio", entre otras cosas.

Imprescindible.

Unos derrotados viven en la miseria. Carecen casi totalmente de ideas, y cuando alguna surge, dista mucho de ser buena. Son delincuentes, y no muestran interés por nada. Utilizan las armas y la violencia sin justificación. Integran el alcohol y las drogas como parte de su dieta alimenticia. Todas las relaciones interpersonales que aparecen son un desastre.

Unos que viven en la más absoluta anarquía. Las ideas que tienen van tejiendo inspiradas situaciones, cómicas, surrealistas. Se buscan la vida, con los colegas, si puede ser. A veces una pistola es una herramienta necesaria para ciertos trabajos. Un peta, beberse un cubata y unos fingers de pollo: poco más para ser feliz. Todos ellos y ellas se necesitan unos a otros.


Veamos la definición de catarsis según Aristóteles:

En la Poética se emplea esta palabra para designar el efecto que ejerce la tragedia en los espectadores. La tragedia, con el recurso de la piedad y del terror, logra la expurgación de tales pasiones. Katharsis, en Aristóteles, es la purificación psicológica por el terror y la piedad.

En otras palabras, el espectáculo (tragedia) debe producir en los espectadores sensaciones de compasión y terror, que los purifique de estas emociones, a fin de que salgan del teatro sintiéndose limpios y elevados, con una alta comprensión de los caminos de los hombres y de los dioses.

Con esta obra monumental, Leone traza, en principio (como ya hiciera Coppola en el Padrino II), una radiografía del Nueva York de los inmigrantes de principios del S. XX, y de cómo esos inmigramtes van saliendo del hambre utilizando lo mejor que pueden las herramientas que encuentran a su alcance. Por partes encontraremos "otro film" más reflexivo, que medita sobre el paso del tiempo y los cambios que acarrea inexorable.

Y lo hace con una historia en la que se entrelazan el amor, la amistad, la lealtad, el triunfo, la traición, el fracaso, la violencia, la soledad y mil cosas más, todas ellas en su versión más brillante. Una intensidad y un lirismo pocas veces alcanzados en la Historia del cine.

Un guión milimétrico y unos diálogos memorables. Los actores, tremendos. La banda sonora no debería faltar en ninguna colección. La fotografía, maravillosa...

Obra maestra total y absoluta.

No es ningún secreto que el gran Peckinpah era un alcohólico inveterado. Por eso sus entrañables personajes beben. Beben mucho, y se bañan en vino. Y lo que haga falta, si es con un amigo.

Los elementos que protagonizan esta película tienen sus propios principios, su manera de hacer las cosas, su forma particular e intransferible de ver el mundo. Un mundo en el que van encajando peor conforme pasa el tiempo... Pero para todos ellos hay algo de incalculable valor: la amistad. Y ese tesoro va a ser la gran conquista épica de este poema imperecedero. Un tesoro más valioso que todo el oro del mundo. Más valioso, incluso, que unas arandelas de metal.

Más allá de la propia vida...