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Nosferatu

Terror Año 1838. En la ciudad de Wisborg viven felices el joven Hutter y su mujer Ellen, hasta que el oscuro agente inmobiliario Knock decide enviar a Hutter a Transilvania para cerrar un negocio con el conde Orlok. Se trata de la venta de una finca de Wisborg, que linda con la casa de Hutter. Durante el largo viaje, Hutter pernocta en una posada, donde ojea un viejo tratado sobre vampiros que encuentra en su habitación. Una vez en el ... [+]
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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
11 de septiembre de 2006
49 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Schreck no es un ogro verde, gordo y propenso a la aerofagia. Schreck es un vampiro demacrado, ridículo y temible. Las manos, el traje polvoriento y ajustado, el rostro hambriento de tan triste. Hay que verlo deambular por la ciudad con el ataúd bajo el brazo (conteniendo la tierra natal, que lo sustenta). Hay que sentirlo viajando por las aguas, en busca de ese cuello que acierte a liberarlo. La secuencia del coche fúnebre, que recoge al joven vendedor y lo lleva hasta el castillo del conde. Las imágenes aceleradas, los tintes de colores, la totalidad del viaje en barco. El uso de la sombra monstruosa (una licencia poética bien entendida, puesto que, como es sabido, los vampiros carecen de sombra y de reflejo). ¡Y la última cena! Con la cabeza hundida e impasible en la carne tierna de su víctima o amada. Ser inmortal también tiene su precio: el ansia y la anorexia; la eterna soledad. Y la ventana, imagen acabada de la cárcel. ¿Lo creerás, cinéfilo? Nosferatu apenas se defendió.
Servadac
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1 de noviembre de 2007
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El joven Hutter se dirige a un recóndito castillo ubicado en los Cárpatos con la intención de ayudar al enigmático conde Orlok en unos asuntos legales. Las sospechas del protagonista acerca de su anfitrión aparecen cuando ve cómo reaccionan los lugareños al oír el nombre del conde. Y esto es sólo el principio. Durante el alojamiento al castillo, Orlok muestra un inusual gusto por la sangre humana, y por si fuera poco, encierra bajo llave a su invitado en un torreón. Ante tales circunstancias, Hutter tomará la sabia decisión de huir de tan tétrico lugar… pero como es de suponer, el conde le seguirá los pasos.

‘Nosferatu’ es un filme cargado de mitología. Desde el terrorífico Max Schreck, de quien se llegó a creer que realmente era un vampiro, hasta todas las dificultades a las que tubo hacer frente el propio Murnau (a punto estuvo el filme de no estrenarse por culpa de problemas legales con los herederos de Bram Stoker, que reclamaban altísimas cantidades de dinero por la inspiración que supuso ‘Drácula’ para la película… razón no les faltaba).

Pero hay dos razones por las que ‘Nosferatu’ será siempre recordada. La primera es por ser la abanderada del interesantísimo expresionismo alemán. Dicho movimiento vanguardístico -que da comienzo en 1919 con la no menos recomendable ‘El gabinete del doctor Caligari’- usa las mismas bases vistas en el arte pictórico. El objetivo aquí no es obtener una descripción realista de lo que sucede, sino más bien conseguir que se imponga el subjetivismo del autor, ya sea a través de los delirantes decorados con tintes cubistas usados en la obra de Robert Weine, o ya sea por ejemplo a través de las retorcidas y surrealistas figuras dibujadas por la siempre amenazante sombra de Orlok. A destacar en este apartado también está la técnica de ralentización y aceleración del tiempo (un verdadero logro teniendo en cuenta la antigüedad de la cinta).

La otra razón que eleva a ‘Nosferatu’ a la categoría de clásico es que, aunque sea difícil creerlo, conserva intacta su asombrosa capacidad para aterrar. Qué bueno es saber que el tiempo acaba poniendo las cosas en su lugar. En este caso sería más adecuado decir que con el tiempo, el filme ha sabido envejecer como el buen vino, revalorizándose año tras año no sólo como una referencia en el género vampiresco… sino también consolidándose como una película de terror modélica.
reporter
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13 de agosto de 2008
44 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy consciente de la presión que supone darle una mala nota a un clásico del cine mudo. Parece que por ser tan antigua hay que perdonárselo todo. Pero uno ya lleva unas cuantas pelis mudas y la verdad, esta es la que con mucho más me ha decepcionado. Vale que Max Schreck está genial, y es un monstruo que realmente pone los pelos de punta. Casi preferiría una hora y media de contemplación del monstruo al sopor que produce la trama de esta película. Como adaptación a la novela cabe decir que es bastante flojita. Es la historia de un vampiro que llega, muerde y muere... psss... No hay mucho que decir. Hay quien dice que esta película sigue asustando... deben ser ciudadanos de El País de la Piruleta.
Prefiero El Gabinete del Doctor Caligari, que tiene una trama igual de ingenua pero mucho más interesante, vamos... que tiene trama. Esta coje el comienzo de Drácula y luego le da un final súbito cuando la cosa podía empezar a ponerse interesante. Excepto el vampiro, el resto de los personajes quedan totalmente eclipsados, un tal Alexander Granach en el papel de Hutter-Harper que no me convence para nada, un doctor Sievers-Van Helsing totalmente anecdótico (sí me gusto su uso para tratar de darle verismo a la figura del vampiro, comparándola con otras especies de la naturaleza, lo cual le trata de dar a la película un puntillo de ciencia ficción a lo Lovecraft), y, bueno, la figura de Knock-Renfield no estaba mal... Y, ¡ah! me olvidaba de la damisela en apuros (sí, bueno, creo que el director también se olvidó de ella, Mina es normalmente el contrapunto a Drácula, aquí es sólo un cebo). En definitiva, que si hay que darle un mérito a alguien es al maquillador de Nosferatu, que es lo único que estimula del film.
No le perdono el abuso de texto, imaginé que una película abanderada del expresionismo se basaría más en la imagen, y no trataría de explicarlo todo con tanto texto, y grandes parrafadas además, para eso me vuelvo a leer el libro. En estas cosas es donde se nota cuál guión es una adaptación y cuál un guion original.

¿Que si os recomiendo que veáis Nosferatu? Sí, os lo recomiendo, porque es un clásico y hay que verla. ¿Que es buena?... pffff.... a mí no me gusta. Pero yo tampoco voy de crítico, no soy tan listo, prefiero dar mi opinión personal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
joss
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5 de octubre de 2017
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Nosferatu», primera adaptación al cine que ha llegado a nosotros de la novela «Drácula» de Bram Stoker, pasa por ser una de las cumbres del expresionismo, aunque, en sentido estricto, su relación con ese movimiento sea escasa. Particularmente, la veo muy ligada con el espíritu romántico, pero no demasiado con el expresionismo propiamente dicho.

La trama de la novela se ha simplificado al extremo con una meticulosa labor de poda para reducirla a lo esencial; todo lo que ha quedado es decisivo: no hay nada superfluo en «Nosferatu» . Como ejemplo, las dos primeras escenas: en la primera —Hutter corta unas flores y se las ofrece a Ellen—, se plasma la idea del sacrificio, tema de fondo de la película; en la segunda —Hutter se encuentra con un conocido—, la inevitabilidad del destino, que va a modular el desarrollo de los acontecimientos. Difícil plantear más cosas en menos tiempo y con menos elementos.

Esas ideas se desarrollan sobre un tema de fondo: el conflicto eterno entre la luz y las tinieblas, aquí mantenido dentro de una visión naturalista, «cósmica», al margen de lo religioso. (El cristianismo no tiene, evidentemente, la exclusiva del sacrificio). El guión de Albin Grau, implicado en los movimientos ocultistas de su tiempo, prescinde de la simbología cristiana que suele acompañar al mito del vampirismo. Escasa presencia de signos religiosos: no hay cruces en la película (ni siquiera junto a la cama de Hutter en el hospital, donde, en la época, parecía obligada) salvo las de ese cementerio junto al mar —con la función, no religiosa, de evocar la idea de la muerte—, y un crucifijo junto a la cama de Ellen, al final, que no incomoda lo más mínimo al vampiro y cuyo carácter ostentoso subraya más bien su inoperancia.

El mal, pues, como realidad puramente natural, presente en todas partes, tan indisolublemente ligado al bien como la muerte a la vida; tan activo en el mundo humano como en el animal y el vegetal. Ponerlo de manifiesto parece la función única de esa escena, ajena al desarrollo de la historia, donde la planta carnívora devora a la mosca. Omnipresencia manifiesta incluso en los actos humanos en apariencia más alejados de él: en su bienintencionado acto de amor, queriendo hacer un regalo a Ellen, Hutter quita la vida a las flores, como la hipersensible esposa detecta de inmediato.

En su ubicuidad, con su carácter difuso, el mal todo lo impregna, pues conexiones subterráneas ligan todo lo que existe: más que un conjunto de entes, el mundo es una intrincada red de relaciones; todo está en relación con todo, y, por tanto, todo está poco definido. No hay contornos precisos ni significados unívocos. Entidades y situaciones expanden sus prolongaciones configurando un entramado de sentidos no fáciles de advertir, siempre más allá de lo aparente. Todo sugiere algo que trasciende su sentido inmediato o literal, todo tiene una dimensión oculta. Esa red de sentidos ocultos, más allá de la mera literalidad, es, en definitiva, la razón de ser de toda hermenéutica esotérica, en el sentido estricto, no mediático, del término. Son esas conexiones las que dan sentido al relato. Dotadas de relieve, generan inquietud en el espectador que presiente así el carácter equívoco y amenazante de todas las figuraciones; inquietud que no se basa en lo que ocurre, sino en lo que oscuramente se sugiere que tal vez pudiere ocurrir.

Los propios personajes se proyectan más allá de los límites formales de su núcleo configurador. Si hay un tema frecuente en el cine de Weimar es el tema del doble. No es casual que la primera imagen, tras la vista-prólogo de la ciudad de Wisborg, sea un plano de Hutter delante de un espejo, enfrentado a su propia imagen. Desdoblamiento, presencia de la dualidad, repetida obsesivamente a lo largo del film: el personaje central, por ejemplo, es a la vez Orlok, noble aristócrata, y Nosferatu, el vampiro; pero el propio Nosferatu se desdobla en Nosferatu-Knock; y solo la imposibilidad física de estar en dos lugares a la vez nos lleva a diferenciarlo del conductor del carruaje que recoge a Hutter.

Los personajes solo pueden ser comprendidos a través de las relaciones que mantienen por pares: Hutter-Ellen, Hutter-Orlok, Ellen-Orlok, Orlock-Knock, Bulwer-Sievers, Ellen-Ruth... Pero la dualidad trasciende lo psicológico; Hutter-Orlok pueden ser las dos caras complementarias del héroe romántico, pero hay una dualidad estructural en el armazón de la película, de modo que todo sentido se expresa a través de una tensión entre dos elementos complementarios. Las dualidades trascienden a los personajes, impregnan situaciones, actitudes y gestos, elementos del decorado, efectos de iluminación... continuamente duplicados, reproducidos, repetidos; los paralelismos, los ecos y las rimas internas se suceden. No hay espacio aquí para detallar todo eso. Una visión atenta permitirá advertirlo en una u otra medida (viajes, cartas, libros, voces narrativas...)

Las propias situaciones de continuo se abren a dobles lecturas, desde esa primera escena, ya comentada, en que Hutter ofrece las flores a Ellen, asociable con su espera en el cementerio junto al mar, rica en «sobresignificados». ¿A quién espera realmente Ellen? Hutter se ha ido a caballo; lo lógico es que vuelva a caballo, no por mar. ¿Le ha fallado a Ellen su sutil intuición? ¿No será que a quién espera es a Orlock más que a Hutter? ¿A quién se refiere realmente su frase «¡Tengo que ir con él! ¡Ya llega!», ante la llegada coincidente de Hutter y Orlok? Incluso: ¿no puede leerse una sombra de ambigüedad en el «Ich liebe dich» («te quiero») que ella borda en su solitaria espera? Sobresignificado también en la carta de Hutter que Ruth allí le entrega, y en la que él le habla de la doble picadura de mosquito, pero en la que Ellen percibe algo muy distinto. Nada es lo que aparenta, el significado real está siempre más allá del literal, todo necesita un referente oculto para clausurar su sentido.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ludovico
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15 de febrero de 2010
29 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra de Murnau tiene mucho de reverencia histórica y muy poco del divertimento que busca unos ojos como los míos, enteramente engullido en cuerpo y alma por el s.XXI. Parece ser que el quorum existente entre los usuarios respecto a los defectos de Nosferatu no pesa tanto como esa sumisión a la historia y el lógico respeto que es obligado tener con los pioneros del cine. Ciertamente hacer una película en 1922, cuando todo era nuevo y el cine apenas había dado un par de pasos, no tiene nada que ver con el negocio que poco después supondría y mucho menos con los píxeles y el 3D actual. Sin embargo y pese a todas las limitaciones del momento, Nosferatu es lenta, los textos a menudo innecesarios y los actores están muy lejos de ser recordados en cualquier manual por sus interpretaciones.

Lamento discrepar y tener la convicción de que las cosas se hacían mucho mejor incluso entonces, que la cámara sí se movía en los años veinte y que la banda sonora o efectos sonoros, como quieran, son tan lamentables como todos opinan. Por ello es necesario ser justo con la realidad, el final sobrecogedor y brillante es para recordar pero el resto es olvidable. Nosferatu se merece todo mi respeto al ser la primera película de terror de la historia del género pero se mire por donde se mire no da miedo y está lejos de ser una película brillante o la obra maestra que tantos desean ver por su longevidad.
amigo caos
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