Los rojos y los blancos

Por lo visto el director húngaro Miklós Jancsó ponía más interés en sus películas en demostrar la calidad de su estilo cinematográfico (y todo lo que tiene que ver con las formas) que no en la propia historia, el mensaje, el guión, lo que para mí viene a ser el esqueleto de una película. La demostración de técnica en "Los rojos y los blancos" es portentosa, queda claro que en ese momento se encontraba en un momento dulce de creatividad y el uso de la cámara es una maravilla. Una maravilla por fuera que descuida su interior, desde luego. No rascaré más en la filmografía de Jancsó, el azar me ha puesto delante de esta película y a partir de aquí voluntariamente lo esquivaré, ya he tenido suficiente con esta película que situándose en un lugar y un momento bastante olvidados por la Historia no aprovecha esa originalidad y acaba quedando en poca cosa.

Cuestión de necesidades no cumplidas, yo cuando veo una película lo primero que estoy buscando es que me cuenten una historia y luego ya juzgaré yo si me la explican bien, si me gusta ese contenido y millones de factores comprensibles e incomprensibles que hacen que esa película funcione. Hoy he visto "Los rojos y los blancos" y sé que he visto un pedazo de Historia, el que señala a dos bandos enfrentados con ideologías dispares y con el mismo grado de crueldad. Planos secuencia muy bien puestos, la cámara que se aparta para no enseñar lo que ya sabemos (casi siempre ejecuciones), ausencia de diálogos, de coherencia, un río protagonista (el Volga), caballos que no entienden de guerras y sobre todo, ausencia de cohesión. ¿Todo son símbolos? Yo prefiero que las películas me las expliquen mejor y sobre todo que haya un protagonista evidente y unos hechos concretos. La violencia es cosa intrínseca al conflicto bélico, la ausencia de escrúpulos y las atrocidades.... todo eso ya lo hemos visto sobradamente en el cine.

"Los rojos y los blancos" parece ser un canto triste a la inhumanidad cuando la guerra se ha desatado, nada más. Está bien hecha, al menos eso lo reconozco, pero me faltan caras y hechos concretos.

296/25(29/10/23) Sobrevalorado film bélico dirigido y escrito (junto a Gyula Hernádi, Luca Karall, Valeri Karen y Giorgi Mdivanipor) el húngaro Miklós Jancsó, abordando la Guerra Civil Rusa, donde estuvieron involucrados militares magiares derivados de ser prisioneros zaristas de la Gran Guerra. El título húngaro original, ‘Csillagosok, katonák’, puede traducirse como "Estrellas en sus gorras" (literalmente "Estrellas, soldados") y, como ocurre con varios títulos de películas de Jancsó, es una cita de una canción. Es una coproducción soviético-húngara, encargada originalmente para celebrar el 50 aniversario de la Revolución de Octubre en Rusia, en que los bolcheviques tomaron el poder. Sin embargo, Jancsó decidió situar la acción dos años más tarde, en 1919, y mostró a irregulares húngaros apoyando a los "rojos" comunistas en la lucha contra los "blancos" zaristas, mientras los dos bandos luchaban por el control en colinas dominaban el río Volga. Además de desviarse del escenario requerido, Jancsó optó por utilizar un enfoque de la película radicalmente diferente al esperado. En lugar de filmar un relato hagiográfico del nacimiento del comunismo soviético, Jancsó produjo una película antiheroica describe la brutalidad sin sentido de la Guerra Civil Rusa específicamente y de todos los combates armados en general, careciendo del sentido propagandista comunista. A pesar de ser una comisión del gobierno soviético, los soviéticos no estaban satisfechos con el montaje de Jancsó y reeditaron la película para hacer a los Rojos más heroicos. La película finalmente fue prohibida en la Unión Soviética, pero no antes de ser estrenada en Estados Unidos y Hungría y convertirse en una de las películas más queridas de Jancsó.

Aquí quedan mal los dos bandos, pero lo peor es que es un relato caótico en su dirección, sin protagonistas, todos los personajes con entidad (pequeña todos) son fríos y sin empatía alguna, sin hilo conductor, sin asidero moral, sin tan siquiera declaraciones de ideales, solo el desarrollo variando de un lado a otro y el espectador asistiendo al sin sentido de las guerras, persecuciones, apresamientos, degradaciones, violaciones, ejecuciones, y viceversa. Son dos bandos haciéndose tropelías unos a otros sin que las ideas políticas estén presentes, aquí hay que venir ya aprendido, sabiendo por que luchaban unos y otros, uno se siente en medio de una lucha tribal, donde uno está con estos y los otros con los otros y punto. Lo que más se acerca a panfleto comunista es una arenga al principio de la película, donde un militar grita desde un carro. Es un relato sin principio, sin nudo, y sin desenlace, con personajes que aparecen y desaparecen sin ton ni son, sin llegar a saber de nadie de ellos.

Tiene más que ver lo que vemos con la deshumanización de las guerras que con cualquier tipo de posicionamiento político, es una exposición de como el belicismo saca lo más atávico de los hombres (ejemplo la escena en que un oficial mata a varios prisioneros tumbados en el suelo de forma mecánica), y digo hombres porque aquí son ellos los bárbaros, las mujeres que aparecen son todas víctimas no solo de agresiones físicas, también sexuales. esto se refleja cuando un combatiente húngaro en el ejército rojo dice que "Se puede pelear y seguir siendo humano", y yo lo pongo en signo de interrogación. Aquí prima el relato visual, la cámara en modo Ojo de Dios, y es que se prodigan gracias a la fotografía en Cinemascope en glorioso b/n de Tamás Somló, con tomas de grúa, planos generales para exponer la amplitud de las llanuras abiertas, con escasos primeros planos (con ello haciendo nula la empatía del espectador con los personajes, y con ello una de las carencias de la cinta, que nos importen poco quien muere o vive), con profusión de planos secuencia que daban continuidad a ver a estos guerreros en medio de carnicerías, de humillaciones, de matanzas amorales. Con tomas desde detrás de algunos roles para hacernos sentir inmersos en la acción, como cuando un guerrero observa al enemigo de lejos y se da la vuelta huyendo y al final asistimos a como es atrapado. Aunque sin niveles de exposición gore sádica en imágenes, de hecho, hay muchas muertes fuera de cámara, para que trabaje el subconsciente. Todo ello delineado con (eso sí) vigorosas coreografías de masas de extras, en muchos casos filmadas en hermosos travellings, donde se prodigan las carreras y persecuciones a caballo. La adustez de la narración se ve potenciada por que no hay banda sonora, excepto la diegética.

Empezamos con una declaración de intenciones, con al cámara muy en alto en un plano secuencia de 3 minutos, estamos con el Ejército Blanco que estrecha a varios bolcheviques y voluntarios húngaros al lado del rio Volga. Algunos logran esconderse, pero en su huida hacia adelante se meten más en la boca del lobo ‘blanco’. Zona de Guerra con detenciones y ejecuciones sumarísimas. Tras ello vemos a una enfermera que es capturada y obligada a desnudarse mientras debe cantar, la vemos de lejos, cual voyeur, la mujer se adentra en el rio Volga y es apaleada. Tendremos un vals amenazante con arma en el bosque amenizado por una orquesta, cual tramo revestido de surrealismo. Los fugitivos se refugian en un hospital, pero los zaristas irrumpen y crean el caos inherente. Todo es un ir y venir entre lados en contienda, donde los diálogos son parcos, aunque que puntualmente oímos alguna soflama salvaje (un oficial ruso: "No hay cabida para la misericordia contra los bolcheviques … Aniquilaremos hasta el último hombre!... peleamos por nuestras creencias y nuestros santos, peleamos por la verdadera libertad y justicia en Rusia").