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Cría cuervos...

Drama Ana recuerda todo lo ocurrido desde la muerte de su padre, veinte años antes. Su hija, de nueve años, cree tener poder sobre la vida y la muerte de quienes viven con ella. Hay otro poder que Ana cree poseer: el de invocar la presencia de su madre. Con ella, muerta hace años, revive una relación llena de ternura y, a veces, de dominio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
19 de septiembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo declarar que yo me siento mas identificado y mas cómodo con el cine de Saura que por ejemplo con el cine de Nollan o Kubrick. El cine español es un cine mas cercano, que cuenta historias mas sociales, es mucho mas parecido al cine que se hace en Europa. Dicho esto presentar una de las pelis claves del cine español. Cria cuervos... (1975) es un drama infantil contado a través de los ojos y las vivencias de una niña que por desgracia le toca vivir en su propia familia y, digo por desgracia porque a pesar de ser una familia acomodada no es precisamente un remanso de paz y tranquilidad. La peli nos habla de eso precisamente, del drama de una familia visto a través de los ojos de Ana, la niña protagonista. Ana a través de su imaginación de niña intentara superar como puede la traumática situación que esta viviendo en casa y que posiblemente la dejara marcada de por vida influyendo en su caracter y en su forma de mirar al futuro, pero aún es pronto, es una niña y no sabe lo que se le puede venir encima. Es una peli de muy pocos escenarios, poquísimos pero no le hace falta mas para que el espectador comprenda perfectamente lo que pasa en esa famila.
El cine de Saura es un cine muy cercano pero a la vez muy surrealista y gracias al surrealismo de sus películas es capaz de contar cosas tan duras y tristes a la vez como lo que nos enseña en Cria cuervos...
El reparto es formidable, perfecto, sin un pero ni un, no lo veo adecuado. Destacar la formidable interpretación de la protagonista Ana Torrent que contando con tan solo unos pocos años de vida es capaz de meterse en el papel de una niña de mirada fría y penetrante, sin apenas sentimientos o por lo menos no los demuestra.
También podemos contar en el reparto con la figura de Geraldine Chaplin en el papel de madre o el papel de Monica Randall, muy alabado también. Pero sin duda yo me quedo con Florinda Chico que por supuesto tiene un gran papel en esta película, un papel al que ella estaba muy acostumbrada pero que esta vez no tiene exageraciones ni amaneramientos, un papel serio, el de una criada que es un poco la madre de los niños y la madre de todos en cierto modo.
La peli fue muy bien acogida en Europa, concretamente en Francia arrasó en la taquilla, tanto es asi que hasta el cantante Raphael vio la peli en París y no tuvo mas remedio que llamar a Florinda por teléfono para felicitarla de lo bien que había estado.
En fin, nuestro cine demuestra una vez mas que hace películas buenísimas y respetadas por todo el mundo cuando le da la gana, que están a la misma altura que el cine francés o el ingles perfectamente, lo que pasa es que la gente parece ser que confunde la calidad y la humildad del cine español con la cantidad o incluso con la ostentosidad de otro cine mas comercial que no es síntoma de calidad como es el cine americano.
Dorian
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7 de marzo de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo hablar de una película que a veces parece ser dos: una la de la niña y la otra la de la madre, pero a la vez las dos están en una.
La de una niña que no es precisamente la alegría de la huerta, y que tiene una obsesión con su madre ya fallecida. Se trata de un film que es hermético y que se aproximaría a la maestría de Bergman, o a a las pautas que marcó Victor Erice. En este caso, el film es algo tedioso, en el que la protagonista, la joven Ana Torrent, marca las pautas, con grandes momentos, pero con otros que enturbian la nota final de esta película. Lo mejor es, como no, el grupo de actores (tanto el principal como el secundario), y sobre todo la canción de Jeanette "Porque te vas", la cual se convierte en una protagonista más de un film único en el cine español.
Bdange
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10 de julio de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cualidad del cine es que siempre nos habla desde el presente. Pero el mérito de Cría Cuervos es que nos habla desde un presente desdoblado. No importa si lo que sucede es real o imaginario sino el efecto que produce en el espectador. Ana es un personaje doble, la niña y la adulta, dialogando con nosotros y consigo misma. Una interpretación, a la vez objetiva y subjetiva de lo que significó el franquismo en España, su nacimiento, expansión y muerte, y a la vez, una historia familiar íntima. A primera vista, dos universos distintos, pero en su acercamiento, interdependientes. La niñez expuesta en toda su complejidad, vista a través de un prisma que deforma lo acontecido, impregnando todo con un halo de misterio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
htouzon
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16 de mayo de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visión infantil de tres hermanitas, sobre todo de una ( Ana Torrent) del matrimonio cruel y dramático que han tenido sus padres, vivido de forma muy dura por las niñas…A mi particularmente no me ha enganchado el guión, reconociendo el buen trabajo de las actrices protagonistas, pero no me ha convencido…
Sonycrockett73
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18 de febrero de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen tres películas que hicieron adulto a nuestro cine a través de la mirada de la infancia. Cómo no, en los 70, la década prodigiosa para el cinéfilo que se desarrolló en maravillosa concurrencia en todo el planeta, donde se fechan las grandes obras maestras del Séptimo Arte. Un tiempo de cine adulto, profundo y serio a lo largo y ancho de la Tierra que los 80 dilapidarían para siempre. Esas tres obras maestras son “El espíritu de la colmena” y “El Sur” de Víctor Erice y, cómo no, “Cría cuervos” de Carlos Saura.

La gran obra maestra del dios Saura es una de las películas más maravillosas que un cinéfilo puede echarse a los ojos. A través de la mirada de la infancia, se cuentan cosas muy oscuras de los adultos, pero permaneciendo éstos siempre en segundo plano, porque aquí son los niños los que importan y cámara y guión están a la altura de sus ojos en todo momento. Y, especialmente, el despliegue de su justificada obsesión por la muerte en la mente de una niña tan pequeña.

Siempre he utilizado el mismo ejemplo para explicar la grandeza de esta cinta: cuando los adultos van a hablar de cosas importantes, les piden a los niños que se vayan fuera a jugar. En esta obra maestra, Carlos Saura nos saca del espacio importante donde se desarrolla la almendra de la historia y nos hace irnos a jugar con los niños, dejando fuera de campo lo que está pasando, que el espectador tendrá que reconstruir con los datos que les vayan llegando a los siempre perceptivos y atentos niños. Pocas veces el cine voló tan alto.

Una mirada a la infancia que entronca absolutamente con el cine de ese otro genio llamado Ingmar Bergman, con el que la cinta conecta expresa y gráficamente en la escena en la que la niña protagonista se acerca a la cama de su madre o en el velatorio del padre. Al igual que en las impagables mezclas temporales y de personajes y en la combinación de realidad con ensoñaciones infantiles. Un prodigio narrativo que convierte al guión del propio Carlos Saura en uno de los más perfectos de la historia del cine.

Para contar la historia, Carlos Saura se vale de un estilo limpio y depurado, de un guión iniciático descomunal y de, por encima de todo, Ana Torrent. Sin llegar a los 10 años de edad, deja para la posteridad miradas a cámara que valen lo que mil líneas de diálogos y que justifican por sí mismas la invención del cine. Un derroche de expresividad, de credibilidad, de saber estar ante la cámara, de transmisión de sensaciones y sentimientos, de pena y melancolía no tan extraña en una niña, porque la infancia resulta ser menos dulce de lo que nos contaron y de lo que recordamos. Algo tan prodigioso que solo la protagonista de “El espíritu de la colmena” podía lograr y solo estaba a su alcance.

A través de constantes saltos temporales entre el presente y el pasado, propio de esa etapa de Carlos Saura, Ana nos cuenta la triste historia de la infancia de una niña huérfana de madre demasiado pronto por una terrible enfermedad que la niña vive en primera persona y que ve morir a su padre en los brazos de la esposa de un amigo suyo. Pero los niños son superhéroes que se hacen a todo, y la vida sigue, ahora tutelados por su tía y por la criada de toda la vida, entre juegos, historias imaginadas, recuerdos reales y mucho dolor gestionado con la fuerza que solo un niño demuestra de sobra poder tener.

Hay muchos retratos de la infancia, pero ninguno como éste. Porque precisamente no lo es, sino que se trata de una insuperable forma de hablar de la muerte, de la enfermedad, del dolor, del adulterio, de la ausencia de un dios, del desamor… de todos los grandes temas adultos a través de la mirada limpia de una niña triste, una maravillosa e inolvidable niña triste.

Y luego está la parte musical: tan solo tres temas se despliegan repetitivamente a lo largo de su metraje. Pero los tres acaban calando el alma y acompañándote de por vida porque entran en tus huesos y en tu alma a través de la historia: el “Porque te vas” de Jeanette, “¡Ay Mari Cruz!” de Imperio Argentina y una melancólica pieza de piano que interpreta la madre (inolvidable Geraldine Chaplin) y que cautiva de principio a fin. Una obra maestra de todas todas.
Sergio Berbel
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