Defensa

Sorprende bastante que Boorman sea inglés; no lo parece quien hasta tal punto se ha apropiado del imaginario norteamericano, tal como evidencia en A quemarropa y, sobre todo, en este film, posiblemente el mejor del autor (y mira que tiene donde elegir) Coquetea con toda clase de referencias culturales (más de las que parece a primera vista: hay incluso quien confundirá al film con uno de acción) entre las que las principales sean quizás las recreaciones de la América profunda y cierto american gothic bastante perturbador, que pocas veces ha encontrado un correlato fiel en el cine (Jeeper Creeper es un buen ejemplo reciente). Pero el film no se agota en la descripción de los peligros que pueden encontrar unos excursionistas algo idiotas. Es, en la linea de Terrence Malick, con el que manifiesta más de una cosa en común, una reflexión sobre el lugar que ocupa el hombre común en medio de una naturaleza nada edénica, contaminada, hasta en la mayor de las hermosuras, por una maldad que proviene del hombre y se confunde con el río y el bosque y... Pocas veces las angustias del hombre urbano se han reflejado tan bien en una pantalla. Interpretaciones notables de un elenco, por decir algo, heterogéneo y sorprendente, pero brillante en su propia complementariedad. Impresionantes Ned Beatty y John Voigth, y sorprendentemente atinado Burt Reynolds, en la que seguramente es su mejor película, por más que el director parezca usar al actor para reflejar una visión del mundo.

John Boorman pinta un desfile de emociones sobre un lienzo lleno de colores norteamericanos y, sobre todo, humanos, porque esa es la mayor fuerza en el argumento de Deliverance: hacer que el espectador se sienta implicado en cada diatriba moral, en cada giro que la película da.

Un Jon Voight magnífico y Burt Reynolds en el papel de su vida aportan la consistencia de un largo viaje río abajo hacia la salvación o la condena, según se mire o según el espectador quiera ver.

Recomendada a: personas que prefieren el gris al negro o al blanco.

Mantener fuera del alcance de: aquellos que no desean ver que en pocas, pero contadas ocasiones, el fin si justifica los medios.

Basada en una novela de James Dickey, Defensa, dirigida por John Boorman y escrita por el propio Dickey, cuenta la historia de cuatro amigos que acuden un fin de semana a descender por un río en canoa, en donde encontrarán problemas con unos lugareños de la zona que les harán la vida imposible.

Defensa es una historia de supervivencia en un medio dejado de la mano de Dios, libre, pero también salvaje e incivilizado, donde sólo los fuertes salen hacia adelante y los débiles perecen. Temáticas tan humanas y universales como el sentimiento de culpa, la venganza y el sentido del deber se dan cita en este maravilloso filme, el cual nos regala sobrecogedoras escenas visuales no exentas en muchos casos de violencia, y que lograrán dejarnos clavados en el sofá.

Con una buena construcción y encarnación de los personajes por parte de guionista y actores, Defensa encierra cierta crítica antisistema contra la civilización y su repercusión en el medio ambiente, pero a la vez parece querer decir que las instituciones, por muy puñeteras que sean a veces, son necesarias al fin y al cabo, y la necesidad de liderazgo es algo que va unido al ser humano. En este sentido resulta de lo más interesante la evolución que experimenta cada uno de los personajes, especialmente al que da vida Jon Voight, que en un determinado momento deberá tomar las riendas del asunto y resolver la situación lo antes posible.

Con un agradable uso de la música de Eric Weissberg para introducir personajes, Defensa es una entretenida película que, aunque se disfruta bastante y se hace realmente corta, deja con la miel en los labios y con cierto anhelo de una explicación para determinadas secuencias.

Como curiosidad, señalar la pequeña intervención del autor de la novela James Dickey en el papel de sheriff.

Con una crueldad poco habitual hasta la fecha, “Deliverance” supone un reto de supervivencia, una odisea que pone a prueba y experimenta con los más primitivos instintos del ser humano, donde la razón, la ética y las leyes se dejan a un lado para lograr un objetivo mucho más básico: sobrevivir.

Con cuatro protagonistas de diferente personalidad y en diferente situación (a pesar de estar juntos), reaccionan de una manera que ni ellos mismos podrían haber imaginado. Sufrir en la propia carne una violación hace cambiar el punto de vista de la situación respecto a aquel que viene tarde y aún continúa con el pensamiento “políticamente correcto”. Las experiencias hacen despertar al animal que llevamos dentro, de lo contrario, creemos seguir viviendo en la civilización cuando en realidad ya quedó atrás y ahora solo cuenta el instinto animal para seguir adelante. A quien no le tiembla el pulso para lanzar una flecha contra un semejante le resulta fácil adaptarse a la nueva situación. Otros, a quienes les tiembla el pulso, se adaptan sobre la marcha a su nueva condición. Un ritmo siempre pausado, incluso en los momentos más peliagudos, la violencia se fusiona con la naturaleza, pareciendo que forma parte la una de la otra.

Una gran película, con un gran reparto, con un legendario duelo de banjos y una escena que a más de uno recordará a otra de “Excalibur”, también de Boorman.

Entiendo perfectamente que esta película se convirtiera en film de culto, porque está bastante bien a día de hoy, así que imaginemos para el año 1972. Algunas escenas han quedado anacrónicas, como cuando ocurre el problema y los 4 amigos discuten qué hacer. Creo que hoy en día la gente es más despabilada y todos los planteamientos irían en una única dirección.

Los paisajes son impresionantes, tiene acción, tiene América profunda (de nuevo, recordemos que es de 1972), y está rodada con acierto. No tiene esos cortes de escenas o guión de otras películas 'modernas' de la época.

Otra cosa que me ha gustado es que la violencia es comedida. Si hicieran un remake, seguro que era mucho más violento, los protagonistas serían jóvenes adolescentes y varios de ellos estarían ciclados.