Escondidos en Brujas

Tres personajes, una ciudad y altas dosis de química que hacen que todo encaje son los ingredientes de esta fábula gangsteril.
Rodada en tiempo récord y sin apenas presupuesto, esta cinta despierta carisma desde la voz en off del principio hasta la del final. En medio hay tiempo para describir el honor, la amistad, el amor, la venganza... todo ello barnizado de fino humor británico y sostenido por unos actores en estado de gracia.
La sugerente música, una dirección sólida y los preciosos escenarios de Brujas completan esta historia que, sin pretensiones de grandeza, conmueve al espectador y lo hace identificarse con estos mafiosos tan humanos.

Película muy original con personajes atormentados de lo más interesantes. Poco convencional y agradable sorpresa. Los remordimientos por un pasado de lo más turbio se mezclan con el miedo y el instinto de supervivencia, aderezado con algunos puntos de buen humor y unas preciosas imágenes de brujas. Nuestro protagonista es sin duda una mala persona que tiene la desgracia de tener buenos sentimientos, error fatal para una profesión tan mala como la suya. Por un lado intenta que no lo maten por los errores cometidos, pero por otro no sabe si pegarse el mismo un tiro. A veces sensible, a veces con cierto humor negro, a veces violenta, a veces preciosa. Es sin duda alguna una combinación extraña pero que en mi opinión da un resultado espectacular.

Martin McDonagh, conocido dramaturgo británico, decidió dar el salto al cine con ‘Escondidos en brujas’, película extraña de clasificar.

Sus obras de teatro están caracterizadas por su gran brutalidad y violencia extrema, y es que él mismo ha reconocido que considera aburridas las obras de Shakespeare y se declara fan de Tarantino.
Ya se había puesto detrás de las cámaras anteriormente con el corto ‘Six Shooter’, ganador del Oscar al Mejor Cortometraje.

La película está protagonizada por un excelente Colin Farrell, que seguramente realice el mejor papel de su carrera interpretando a Ray, un joven irlandés metido a mafioso que comete un error en su primer encargo, y el siempre efectivo Brendan Gleeson, que interpreta a Ken, mafioso entrado en años y protector de Ray. Curiosamente Gleeson es también el protagonista de ‘El irlandés’ y ‘Calvary’, películas dirigidas por el hermano mayor de Martin, John Michael McDonagh.
Entre los secundarios se encuentra un Ralph Fiennes tan sobreactuado como soberbio, interpretando al jefe de ambos matones.

Es difícil encontrarse con propuestas originales hoy en día, y ‘Escondidos en Brujas’ lo es.
La trama no se desarrolla en Nueva York, Londres o París, sino en Brujas, ciudad medieval de Bélgica que sirve de perfecto escenario para lo que se nos quiere contar y que se convierte en un personaje más de la película.
Los protagonistas no son criminales que vistan trajes caros y conduzcan coches de lujo, sino dos mafiosos de poca monta que han de esconderse en la ciudad por un tiempo y que discuten sobre temas tan banales como hacer turismo o emborracharse.
Los diálogos están llenos de acidez, tacos e incorrección política (se permite la licencia de llamar cerveza gay a una cerveza pequeña, por no hablar de toda la escena sobre la guerra de los enanos vs el resto del mundo).
Y, al igual que en sus obras teatrales, McDonagh imprime su sello de violencia, que no resulta gratuita, si bien es cierto que, cuando la escena lo reclama, no se corta en explicitud.
Es una película que arriesga y que corría el riesgo de estrellarse, pero afortunadamente no fue así.

Otro de sus puntos fuertes se encuentra en la banda sonora, que corre a cargo del compositor Carter Burwell (‘Fargo’, ‘El gran Lebowski’, ‘Carol’) y encaja como un guante a la película, y su metraje, 107 minutos en los que nada sobra ni falta.

El resultado es una ópera prima sobresaliente, una mezcla de thriller y tragicomedia tan oscura como humana.

https://kinoblogsite.wordpress.com/2016/12/24/escondidos-en-brujas-violenta-tragicomedia-en-belgica/

In burges

Lo admito, siento cierta debilidad por esas películas gamberras, moralmente cuestionables, cargadas de humor negro y con un alto contenido de violencia explicita, en las que si los protagonistas son gánsteres me tienen emocionado como un niño en Dysney world des de los créditos iniciales.
Hace unos años, el aroma a macarrismo londinense de Lock & Stock me sedujo i me bebí de un trago todo lo que me ofrecía Guy ( lock and stock , snatch ), abstemio de ese oscuro pozo de películas insípidas protagonizadas por su exmujer (Madona).. Poco tardaron en surgir los primeros síntomas del síndrome de abstinencia. Me sentía como un Yonki adicto al flow, a los diálogos solventes, pero sobre todo a ese humor del que no te ríes a carcajadas pero le dedicas una sonrisa a su sutileza, esa coalición de lo absurdo con una violencia felizmente provocadora. En aquel momento el cuerpo me pedía más. Busque en Internet esa dosis que saciara mi sed y, entre tops y listas, conocí a Martin Mcgonagh un compatriota de Ritxie, que firmaba una película como mínimo sugerente .
Mis ojos ávidos devoraban cada fotograma con hambre voraz. Los encantos de la ciudad de brujas se vertían sobre mis sentidos como un cuadro compuesto por pincel de fantasía. Dos protagonistas, dos asesinos, dos caras de la misma moneda. Un Colin Farrel acosado por el remordimiento, atormentado, enloqueciendo en esta atmosfera gotico-medieval i en el otro extremo Gleeson, amante de la paz y la tranquilidad, disfruta de cada centímetro de cultura que desprenden las arterias de la ciudad belga. La incertidumbre está empezando a hacer mella. ¿ Están trabajando ?¿Escondidos ?¿ De vacaciones ¿. ¡ La han cagado y por eso están en Brujas! Al parecer los sicarios son fríos, desalmados y sin escrúpulos, pero también tienen su propio código moral ¿unos límites! quien los traspasa debe ser castigado. Sobre esta base se desenvuelve este thriller con pinceladas de drama i comedia. Poco a poco va avanzando y empiezas a intuir que se avecina una tormenta. Cuanto más trágico se pone el tono también más cómico, algo difícil de conseguir, más bien imposible, de no ser por un guion ingenioso que no brillaría sin la luz de sus intérpretes. Son asesinos, son malos, han matado a un niño, pero aun así no puedes evitar compadecerlos. McGonagh nos recuerda que somos frágiles, que todos tenemos un lado humano, que la demencia es a menudo fruto de la desgracia y que nuestra identidad entra fácilmente en crisis cuando estamos al borde del abismo. Todo esto , y más, en tan solo 107 minutos , me saco el sombrero asombrado por no perder-se entre tantas cosas … lo más forzado es el romance pero tampoco estorba, está como de atrezo . Este despliegue de detalles, está aversión por concretar, por conducir la atención hacia un destino concreto alcanza su cumbre en un final aplastante. ¿Predecible quizás? nos va dejando pistas , detalles que no pasan desapercibidos i sabes que no están allí por azar… están jugando contigo y empiezas a indagar …, tienes todas las piezas y solo debes juntarlas para anticiparte , … aún así, llegado el momento decisivo , no te has dado cuenta hasta que era demasiado evidente. Te creías muy listo… Te ríes asumiendo que el bueno de Mcgonagh se ha quedado contigo…

Las historias sencillas son un placer que cada tanto el cine nos deja para disfrutar de anécdotas que se van enredando y donde las personalidades son el principal atractivo de personajes muy marcados en sus acciones. «En Brujas» (2008) es la invitación para pasar un rato con humor negro, comentarios peculiares y sobretodo con buenas interpretaciones.

Farrel, Glesson y Fiennes son las tres patas de una mesa muy especial. Estamos ante una película de esas teatrales, que se podría perfectamente recrear en un escenario dado que Martin McDonagh se ha convertido en una prenda de garantía para historias aparentemente mundanas e incluso divertidas pero profundamente existenciales, donde el diálogo, los gestos y el actor con sus cualidades son el centro de todo. «En Brujas» tiene mucho de su marca registrada y es posiblemente uno de sus puntos altos por la notoriedad que le permitió hacerse ver en las ligas mayores y públicos más masivos.

El sello McDonagh es dar trivialidad como móvil de algo más, pasar como anecdótico un relato que lleva consigo otros fines. Algunos podrán recordar en ello aires del Tarantino de los 90’s y generan un gusto aún mayor por este estilo.

«En Brujas» es, a esta altura, un clásico, tanto por su forma de contar la historia, los debates que pone en juego, la hilaridad de su humor negro y lo imprevisible de su trama. Es divertida y entretenida. De esas que se hace recomendable.

Recomendación:
Entretenida. Es una buena pelicula de humor negro y diálogos triviales.

=Cité de Buyinski= buyinski.blog