Grupo 7

Grupo 7 es una buena película de acción, con personajes y tramas creíbles. Esta misma película en manos yankis hubiese acabado protagonizada por Jason Statham ('The transporter') dando patadas voladoras y luchando contra 7 a la vez sin hacerse un rasguño. Por eso aprecio que la trama y la acción sean realistas. Le da más calidad a la cinta que la mayoría de las películas del género americanas, francesas o inglesas, por citar algunos ejemplos.

Y para muestra un botón: al final de la película uno de los policías inspecciona las habitaciones y armarios de la casa de un camello. Realmente causa tensión, porque sabes que la película está basada en hechos reales y no conoces la historia, y no sabes si le van a pegar un tiro al poli, o el poli se lo va a pegar al camello. Eso en una americanada no pasa. Sabes que el protagonista saldrá intacto.

También me ha agradado que por una vez los andaluces (o sevillanos) hablen con naturalidad y no con acento forzado, probablemente porque gran parte del elenco y de los personajes secundarios sean andaluces, y no actores de otras regiones imitando malamente el acento. Bastante daño hizo ya la chacha de 'Médico de familia'. Hay algunas frases que no las vocalizan bien y no las he entendido, y precisamente pronunciadas por actores no andaluces.

El único punto negativo es que el volumen de los efectos de sonido y la música está muy alto respecto a los diálogos. Eso provoca que tengas que estar constantemente subiendo y bajando el volumen del televisor, y es un fastidio.

Quizás no sea un peliculón, pero sí que está muy por encima de la media.

7 vírgenes fue una peli que me marcó. A su director más, espero... Luego vino After, pseee, y alguna serie de mayor o menor éxito en tele. Con Grupo 7, Rodríguez nos regala una peli prácticamente perfecta, dentro de un género revisitador de pelis añejas de los 80, con unos protagonistas sorprendentemente bien hechos-lo de Mario Casas es un fenómeno paranormal- y una trama viva, jovial, chunga e insana a partes iguales.
Para mi gusto, una de las mejores españolas de los últimos meses, iba a decir años, pero ya sabemos lo dado a exagerar que soy...
Lo mejor: Antonio de la Torre, con la tirria que le tengo...
Lo peor: Que no se venda como otras-3MSC, por ejemplo-cuando es un peliculón.

El cine español llevaba tiempo necesitando un film policiaco de nivel, que no aspire a ser una mala copia del cine yanki, más estético y espectacular a la vez que vacío y sin alma. Se sabe que la guerra diaria que libra la policía anti droga no es un camino bonito y gratificante. No hay héroes, honores ni agradecimientos. La lucha en la calle es otra cosa. Alberto Rodríguez lo ha conseguido plasmar a la perfección. Tenía claro la clase de proyecto que quería hacer y como lo quería conseguir.

Sevilla, 1987. Quedan cinco años para la Exposición Universal de 1992, todas las miradas convergen hacia la capital de Andalucía. Puesta a examen, mirada con lupa, carrera contra el reloj que corre demasiado rápido para todas las cosas que quedan por hacer. Hay que limpiar la ciudad de escoria y de droga. Se tienen que tomar medidas drásticas. No importa que te desvíes del camino. Miraremos para otro lado siempre y cuando haya resultados.

El grupo 7 es una patrulla formada por Rafael (Antonio de la Torre), que está curtido en mil batallas, de mecha corta y perro viejo, Ángel (Mario Casas), alma inocente que aspira a ser inspector, Miguel (José Manuel Poga), visceral y aprensivo a cualquier tipo de contagio por la gente con la que trata en el día a día y Mateo (Joaquín Nuñez), un tipo alegre tanto de mente como de espíritu, todo un personaje que suple su falta de físico como otras aptitudes.

No usan métodos precisamente ortodoxos en su lucha contra la droga, pero es que no hay otros que valgan. Se mueven en un mundo agresivo, violento, repulsivo, obsceno y mentiroso. Las cunetas están llenas de buenas personas que se dejaron llevar. Se siente la "suciedad" del trabajo y te muestran lo que implica una redada, un cacheo, un careo, una confesión y ganarte un confidente, un soplón.

Una pelea entre un policía y un yonki de verdad es como describe el propio Jose Manuél Poga, "no se pelean de una manera coreografiada como en el cine americano. Se pelean de una forma muy guarra dándose guantazos y patadas arrasando con todo lo que se ponga por delante".

Los ambientes marginales están magistralmente descritos, la gente, la jerga, esa Sevilla luminosa, imperfecta y decadente de los bajos fondos, rincones de trapicheo y prostitución y en especial el personaje de Canela y Joaquín son para quitarse el sombrero. Otra grata sorpresa son los escuderos de los actores principales Antonio de la Torre y Mario Casas. Me refiero a Jose Manuel Poga y Joaquín Nuñez, que le han robado más de una escena a los peces grandes y suenan a actor revelación en la próxima gala de los Goya. Se ha demostrado que en España hay talento de sobra. Hacen falta buenas historias y gente que se atreva a correr los riesgos necesarios para llevarlas a cabo.

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Empecemos por afirmar que es una película bastante pasable incluso en algunos momentos buena para ser made in Spain. Me gustó la forma de contarla y sobre todo la banda sonora.

Pero poner a Mario Casas en una película "seria", con seria me refiero a que no vaya dirigida a adolescentes en celo, la han cagado. Es un tipo que no sabe actuar, en realidad ni siquiera sabe hablar bien. Sólo sirve para quitarse la camiseta en películas sin argumento.

Chapó por el resto de los actores y por una película bastante lograda. Mi calificación va conforme a mi descontento de ver a este espantapájaros hablante.

Un saludo.

¿Policías corruptos, España profunda y actor/estrella joven español de moda? A primera vista, Grupo 7 no parece una película que invite a ver algo nuevo, ni tan siquiera parece una apuesta mínimamente arriesgada. Pero las apariencias nunca son buenas, y si se dejan atrás esos infundados prejuicios generalistas hacia el cine español, Grupo 7 es una película compacta y compleja, que construye sus personajes con mano férrea y que aprovecha su contexto (geográfico e histórico) para contar una historia que realmente vale la pena verse.

Porque al fin y al cabo, y es de lo mejor que puede decirse de una película de acción, Grupo 7 podría ser una versión española (y limada y creíble) de una cinta de Michael Mann. Primero, por cómo sabe aprovechar sus escenarios, con un diseño de producción en el que cada detalle cuenta, en el que cada elemento de la pantalla tiene una función dramática, además de ornamental. Y segundo, por la delgada línea moral por la que caminan sus obtusos y solitarios personajes, todos ellos ejemplos fascinantes de lo que es, en efecto, ser un personaje: seres humanos corrientes y enfrentados a circunstancias extraordinarias, pero que están vivos, completos, porque más allá del pedazo de vida que se nos cuenta, tienen un pasado y un mundo interior verdadero. Ahí están momentos demoledores, como cuando descubrimos la existencia del hermano de la Torre, o cuando Joaquin Núñez dice lo feliz que le hacía su trabajo; o la esperanza y la confusión del personaje de Estefanía de los Santos en la escena del bar; el estado de ánimo final de José Manuel Poga; y cada vez que el yonki de Villagrán cita a su madre...

Son perfectos ejemplos de cómo escribir un guión, de cómo construir una historia y de cómo interpretarla. Más allá de lo bien filmada que está Grupo 7, del interés moral que subyace bajo la superficie, y de lo bien que sabe aunar historia y acción, lo más destacable de esta película son sus actores y sus personajes. Todos los nombrados están extraordinarios, con mención especial para el hermético y desolador trabajo de ese grande que es Antonio de la Torre; para el tristísimo y compasivo retrato de Julián Villagrán; y para la descomunal fuerza de Estefanía de los Santos, capaz de pasar de lo patético a lo esperanzador en una mínima transición.

(Sigue sin Spoiler por falta de espacio)