The Fall: El sueño de Alexandria

Con un despliegue visual que en ciertos momentos quita el hipo, Tarsem Singh se desmarca del género Thriller-terror, para utilizar los mismos mecanismos en una película MUY distinta.

Los sueños y la fantasía de una niña, se funden con la agonía de un hombre que lo ha perdido todo. Muy preciosista, y con la fotografía cuidada al milímetro, te embarca por diferentes países creando una atmosfera única.

Le he cogido cariño a esta peli, tal vez sea porque estuve este verano en todos los paisajes que salen en las secuencias de la India.


7/10

Remake de la película búlgara "Yo Ho Ho" (1981) de Zako Heskija. Nos cuenta la historia de una niña que estaba enyesada, internada en un hospital de Los Ángeles. Conoce a un tipo que estaba en cama y este le narra cuentos a cambio que ella le consiga morfina. Sin querer se hacen buenos amigos. La fotografía es espectacular y la conexión de la vida real con los cuentos es maravillosa. El argumento es simple, ¿pero quien dijo que lo simple no es hermoso? Nunca aburre la película ni tampoco cae en lo infantil. Las escenas de los sueños son bien logradas: los 4 años que invirtieron en rodar la película no fueron en vano, tampoco el gran número de países en que se grabó el film.

Es como una kata de karate de una belleza plástica sin paliativos, con movimientos perfeccionados que demuestran con claridad un rotundo dominio, fruto del tesón y del tiempo. Lástima que toda esa voluptuosa parafernalia, todo ese dechado de fantasía, con el especial y envolvente toque de surrealismo onírico, falle en su base, pierda fuelle en la clave, en el nucleo, en el centro que debe asignarle sentido, con una alarmante y lamentable falta de pegada.

Pudo haber sido una obra definitiva.

En El sueño de Alexandria, la frontera entre lo real y lo imaginario es muy difusa, del mismo modo que es difusa la frontera entre el sueño y la vigilia. En realidad, The Fall es un largo viaje a través de la imaginación de un joven actor secundario con problemas amorosos y una niña que se deja llevar a lomos de un caballo llamado fantasía. En el mundo real, el joven, especialista de acción de un cine incipiente, ingresa en un hospital debido a una mala caída. Ese mal físico, viene acompañado de una profunda depresión por un amor inalcanzable. En el hospital conoce a una niña con un brazo roto y para entretenerla, comienza a contarle la historia más maravillosa del mundo. Esa historia, de tintes oníricos, comienza dubitativa, pero a medida que la narración avanza, se afianza, adquiriendo proporciones épicas. El joven actor, hundido en una terrible depresión, comienza a usar el cuento para conseguir que la niña consiga determinadas sustancias y el relato se hace cada vez más oscuro y cruel.
El punto fuerte de toda la película es su riqueza visual. Con unos paisajes reales que son absolutamente maravillosos y que le dan ese toque de fantasía que requiere la película. Además la historia tiene una gran carga emotiva, tanto en el mundo real, como en el mundo de la fantasía.
Para soñadores.
Lo mejor: los paisajes, rodados en más de 25 países. La acción dramática que acompaña al derroche visual. La transformación de la historia, desde un principio apacible, hasta un final de pesadilla.
Lo peor: como cuento para niños que es, a veces, es un poco infantil.
La escena: el tramo final, cuando las cosas se tuercen, y el maravilloso mundo creado por el actor se desmorona, al mismo tiempo que su vida real es escabulle entre bambalinas.

Sinfonía de colores digna de Ágata Ruíz de la Prada. No hay nada más grande que la imaginación de un niño. Si encima se alimenta de una mente inducida por las drogas, entonces es el no va más. Localizaciones espectaculares, con una arquitectura de las fortalezas genial (la muralla de escaleras es inmensa) para un cuento en el que, la historia, es lo de menos. La niña es para comérsela. El juego de sus dedos es maravilloso (más si es forzado por el guión). Maravilloso homenaje al cine mudo de golpes y caídas al final de la película.