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Midnight in Paris

Comedia. Romance. Fantástico Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (FILMAFFINITY)
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Críticas 454
Críticas ordenadas por utilidad
19 de mayo de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Encanto, encanto, encanto. Un Woody firmando una obra menor pero encantadora, o una obra que habría aprovechado mejor el Woody de La Rosa púrpura del Cairo, Balas sobre Broadway etc. qué tiempos, qué tiempos aquellos."
Eso pone más o menos en los periódicos, que la verdad, tampoco es que sea la sección más importante, y de hecho es la más frívola después del horóscopo, pero oye, a algunos nos interesa un poco. En fin, que Woody, Wood, el Sr. Allen, Woody Allen, el señor que es padre y a la vez es abuelo del mismo niño, el señor que tiene miedo de la sombra que proyecta su sombra y esas cosas maniáticas, el de las citas célebres, el icono popular/cultural, el señor que vive en un lujoso ático de Nueva York, y he aquí la clave:

Pongamos que el cine representa, siquiera meramente de forma transversal, algo que en un lejano principio, era real. Real de real, no de surreal ni de ficticio ni cosas de ésas, real de real, de joder qué frío hace en la calle.
Pongamos que pasa eso no sé cómo, porque la verdad es que es bastante lioso, aunque una cámara puede ser el mismo tipo de herramienta que un martillo y un cincel, quizá.
Woody Allen viene -hablamos del tiempo reciente: el tiempo presente, no nostálgico- de hacer no recuerdo cuántas películas no sólo olvidables, sino, a la par que encantadora-visualmente levemente entretenidas, sumamente desquiciantes. De hecho, son al desquicio lo que Marion Cotillard es al paro cardíaco del espectador.
¿Por qué? Venga, que lo digo, pues porque para empezar los americanos ricos de cartón piedra ya han sido explotados por Soffia Coppola, aunque es verdad que no en su vertiente escritoral-creativa, y esto no importa nada ahora que lo pienso: Vicky Cristina Barcelona es la cumbre de la risa y de lo falso de “no hay ningún lado por dónde coger esto”, pero lo malo es que en parte es verdad, o es una aspiración. Pero esto ya es social.

Quiero decir que las películas pueden no ser intensas, o estar centradas en personajes veraces -¿veraces cinematográficamente, metafísicamente?-, y no pasa nada, pero lo que no pueden ser es nada.
Woody Allen ha hecho nada ya muchas veces. Nada de que aquí no hay nada. Nada de que estás tratando de, pongamos, inventar a Falstaff partiendo de Chiquito, no porque sean los dos grandes humoristas, sino porque uno es del siglo XVI o por ahí y el otro del XXI. ¿Cómor?
He aquí, brillantemente enlazada por mí, la tesis: el problema de la nostalgia.
Bueno, del tiempo, eso. Allá va. Voy a comentar la película, pues no tengo nada que hacer aparte de ser tronchantemente irónico criticando:

Matemáticamente, es distinto decir que París en 1890 era más era dorada comparándolo con 1920 que si comparas 1920 con 2010.
Quiero decir, he aquí la tesis: globalmente cualquier época pasada fue mejor antes de que se inventara la televisión y el Internet, que yo empleo mucho.
[Tranquilos, tranquilos, que sigo abajo]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
caballero blanco
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23 de mayo de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya lo había visto en la televisión siendo un niño, pero desde que con catorce años me deslumbró con la primera obra suya que vi en El Cine, Balas Sobre Broadway, la película anual de Woody Allen forma parte de la rutina. Es como comer las doce uvas en Nochevieja o proponerse dejar de ser un idiota. Se hace y punto.

Uno queda con Woody Allen ( y con otros cineastas, pero hoy toca Woody) en la sombra, que eso es la sala de cine, como si te fuera a ofrecer drogas duras, sexo zoofílico o una camiseta del Barça. Pero lo que te regala es, siempre, hora y media de cine. Ya no aspiro a conocer, salvo en dvd, a alguien llamado Annie Hall o a ver Manhattan en blanco y negro. Pero sé con certeza que en sus películas, sean mejores o peores y no gloriosas como las citadas, voy a encontrar un chispazo que compensará el precio de la entrada. Su sello. Aunque no siempre deje la misma huella.

Desde la rebelde Desmontando a Harry, Woody Allen se ha instalado, a veces, en la complaciencia de quien sabe que no se está quedando calvo por accidente. En eso y en que quiere conocer Europa mientras rueda. Parece parir algunos de sus guiones con el empeño con el que se hace un sudoku. Y aun así pare buenas películas (pero menores para él), varias notables y alguna sobresaliente ( Match Point, esa especie de remake a lo londinense y sexy de otra maravilla suya anterior: Delitos y Faltas). Pues lo dicho, en todas ellas hay algo. Será porque a Woody le perdono casi todo como a un amigo se le perdona una tontería que, en boca de otro, sería un crimen contra la Humanidad.

Lo redicho: en todas hay algo. En esta última, Midnight in Paris, hay mucho. No llega a la hondura de sus clásicos ni es una locura como sus comienzos. Es una idea estirada, sí, llena de clichés, sí…y aun así, me la quedo.

Los que amamos alguna literatura, alguna pintura, el arte en general, hemos imaginado alguna vez cómo sería beber, qué se yo, con Faulkner, pasear con Lorca, discutir con Nabokov. Y lo hacemos engañándonos, como si no supieramos que posiblemente no tuviera el esplendor que vemos en nuestra cabeza llena de pajaritos, que la vida del creador, salvo excepciones, está más lleno de abismos y de rutina que de fuegos artificiales. Nos da igual. Seguimos imaginando.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cdg1979
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12 de junio de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un bacalao del que sólo el maestro Allen podía salir sin hacer el mayor de los ridículos. Midnight in Paris es, ante todo, un sueño. El sueño de todos y cada uno de nosotros que alguna vez aspiró a parecerse a sus ídolos. El bueno de Owen Wilson (estupéndamente caracterizado como un "Woody Allen joven") no sólo intenta parecerse a ellos, sino que comparte sus sueños e inquietudes. Esta preciosa película supone una oda a la intelectualidad, dedicada a los que se estremecen leyendo a Hemingway o se preguntan pensativos qué demonios es lo que hay detrás de un Picasso o de un Dalí. Si eres uno de éstos, disfrutarás como nunca.
Yo no recuerdo la última vez que disfruté tanto viendo una película en el cine.
Lucyfero
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23 de agosto de 2011
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el mundo tiene una época pasada ideal por la que siente una atracción especial. A mí nada como la Inglaterra victoriana a pesar del horrible clima. Aunque es verdad que pocos sienten tal sentimiento por el presente. "Midnight in Paris" es una película que habla de esas épocas ideales presentándolas con una brillante e irreal belleza. Pero también "Midnight" es una película que revindica el amor al presente, sobre todo cuando tu presente es como el del protagonista de la película.

En el museo del pasado de Midnight se acude a ver unos cuadros parisinos repletos de vida y encanto, un encanto algo banal, sí, se echa de menos una capacidad de fascinación más sincera, bella y duradera para redondear el canto a la nostalgia. Se echa de menos que suceda algo más que un evanescente desfile de celebrities momificadas soltando chascarrillos reciclados del "Cómo acabar de una vez por todas con la cultura" (¿porqué no noquea Gertrude a Owen Wilson?)

Midnight es bonita y ensimismada, no extraordinaria, salvo que seas un incurable enamorado de París. No es mi caso, pero mi compi, al lado, sin duda se compenetraba mejor con el sueño de Woody en París, porque llevó un buen rato hasta que conseguí despertarlo de él.
Neathara
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29 de mayo de 2011
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta complicado hacer esta crítica. Mucho de lo que querría expresar ya ha sido hecho de manera convincente por el usuario 0Gilthas0, originario de Gijón, según veo en su oportuna reseña. Efectivamente, como él nos dice, una película blanca, con sencillez, poseedora del encanto del primer toque sin más adornos de los necesarios e imprescindibles.

Decía José Luis Garci que lo único que le pediría a sus obras es que cuando la gente las viera, pudieran salir más relajados de lo que habían entrado, de mejor humor y más abiertos a tomarse un respiro. Exactamente eso consigue esta noche parisina, un ejercicio de nostalgia sana, bien entendida, una lección de como combinar pasado, presente y futuro.

Woody Allen sigue mostrando que está en forma, y no seamos fanáticos, había existido un descenso, estaba un ejercicio no muy hábil, "Vicky y Cristina Barcelona". Tuve fundados temores de que el genio de New York hubiera tenido un verano en la capital gala como en Barcelona, haciendo de paso una cinta. No, Allen se ha tomado esta fantasía con una seriedad encantadora, no se complica explicando lo inexplicable, nos engaña y nos dejamos llevar.

Owen Wilson me ha resultado una agradable sorpresa, imita con acierto muchos de los gestos de Allen más característicos. Está muy bien acompañado, por algunas actrices del talento y la belleza de Rachel McAdams y Marion Cotillard, junto con un reparto de secundarios digno de elogio.

Una invitación a montarnos a un coche, donde Hemingway nos hablará del valor, Dalí de rinocerontes y su capacidad de ver las cosas a su manera, con editoras de percepción maravillosa, mujeres que saben fumar como nadie, de un tal Pablo Picasso que al parecer no es malo dibujando, de Scott y Zelda... Pero tranquilos, no es un ejercicio de pedantería en que nuestro autor ha podido caer alguna vez, aquí hay una historia que contar, los genios están humanizados y las personas de calle tienen momentos geniales.

Para enamorarse. Para enamorarse en París. Buenas noches, Woody. El año que viene volveremos a tener una cita con este tipo tan peculiar, que ha reciclado una idea que ya tuvo en algunos relatos y "La Rosa Púrpura del Cairo" y aquí lo ha mejorado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Libanés
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