María Antonieta

Esto no es una película, es un videoclip de Kirsten Dunst poniendo morritos a cámara. Que sí, que muy mona ella, pero durante el tedio de visionado te encuentras una aberración vacía de contenido y completamente anacrónica que va sobre la jefa de animadoras probándose vestiditos, comiendo pasteles y fumando porros de botellón mientras juega con sus colegas al "Quién soy" y escuchan a los Strokes. Ojo, no tengo problema con la anacronía de la película, ni siquiera con que la tía lleve unas zapatillas converse, que también tiene huevos, pero si me quieres contar la historia de Maria Antonieta a tu rollo, por lo menos cuenta su historia, la de verdad!! Es que durante topda la película NO OCURRE NADA. NADA!! Y mira que es interesante la historia real de la reina, pero es que es tan delecnable la cinta que ni tan siquiera sale la decapitación. NADA!! Cuando parece que el mensaje que te quiere dar la Coppola (que ya podría aprender un poco del padre, la tía coñazo) es una crítica contra la frivolidad con un golpe de realidad, va y la termina en plan "pero esta chusma, como se pone por una tontería" y se va en su carrito, tan feliz.

Es una película que no puede ser más pretenciosa, más vacía de contenido, y cabreantemente soporífera, es una de las poquísimas películas en las que he tenido que echar hacia delante de la mitad de la cinta a los últimos diez minutos porque era insoportable.

Sofia Coppola, anda y vete a tomar por el c$&0

No tiene ningún interés histórico. No es divertida. Y no aporta prácticamente nada.
Las interpretaciones son buenas. Los peinados y la decoración son atractivos y divertidos, aunque sospecho que no siempre fieles.
Hay poco positivo que entresacar. Y quién la comparó con Moulin Rouge de Baz Luhrmann fue muy muy generoso. Aquella, sin ser gran cosa, cuenta con una historia y muy buen ritmo. Esta no tiene ni lo uno ni lo otro.
Kirsten muy guapa, eso sí...

Sofía, eterna adolescente millonaria contemplando la nada desde una ventana de cristal que proyecta la nada. La historia se murió, la mato el norte que seduce aún con pececitos de colores que no producen nada mas que un minúsculo ruidito vacuo en la pantalla. Quiero a Sofía, no sé porque, pero la quiero; aunque filme una película con nombre de mujer, de la que desconoce absolutamente todo. O por lo menos de la que no muestra nada. Una hora cincuenta frente a una pecera vacía de historia. (Buenos Aires)

Qué duda cabe de que se puede fantasear o novelar con la historia. De ahí a trivializarla, como se hace aquí, y convertirla en un producto huero y lujoso (¿O más bien hortera?) creo que media un buen trecho. Esta insulsa monería sólo me parece indicada para nenes y nenas descerebrados, ¡por Snoopy! Por lo menos podían haberse leído a Dumas padre, por ejemplo "El collar de la reina" y "La duquesa de Charny".

Ya las culturas clásicas solían discutir sobre la belleza y su utilidad. Así mientras los griegos consideraban lo bello útil los romanos, tan pragmáticos ellos, consideraban que lo útil era lo bello.

Cinematográficamente hablando parece que Sofía Coppola se inclina más por la escuela griega. Sus películas siempre se centran en utilizar la belleza estética, por encima de cualquier otra consideración o argumento, como vehículo de transmisión de sensaciones o ideas.

Este sentido esteticista adquiere mayor peso si cabe en María Antonieta. Se opta por hablar de la intrahistoria y por ello, en lugar de relatar los sucesos que desembocaron en la Revolución Francesa, prefiere centrarse en el microuniverso cerrado que constituye la vida de la reina.

En vista de lo poco interesante que había que contar todo se reduce a una sucesión de anécdotas, de eventos, de la vida cotidiana que basicamente consistía en comer, dormir, intentar procrear e ir de fiesta en fiesta.

Para ello se recurre a una ambientación espectacular, que combina la rigurosidad decorativa y la minuciosidad por el detalle con el anacronismo histórico. Todo con la pretensión de convertir a María Antonieta en una especie de mártir de la modernidad, una precursora que las jovenes de hoy pudieran imitar en cuanto a ser una fashion victim, su gusto por la música indie, su superficialidad naïf y su hedonismo existencial como forma de vida.

El problema que se genera en la película es que, a pesar de que es precisa en el retrato estético y extremadamente bella en cuanto a su plasmación visual, no deja de ser un retrato manipulado y manipulador, fuertemente partidista y sobre todo muestra una absoluta incapacidad para transmitir absolutamente nada. Está tan hueca y tan vacía de toda empatía como la propia vida de la reina.

No se sabe pués, quién tenía razón, si los griegos o los romanos; lo que sí parece evidente es que los epígonos de la modernidad como Sofía Coppola no la tienen, o al menos no la tendrán mientras sigan pensando que con ser guapo todo vale y sigan obviando que, a día de hoy, sigue existiendo algo más interesante que la belleza: la inteligencia.

Lo mejor: Su ambientación.
Lo peor: Su intrascendencia.