Pink Floyd: El muro

Soy fanático de los soundtracks, el trabajo de Hans Zimmer, Vangelis, James Horner, por mencionar algunos, y al escuchar estas maravillosas melodías es casi imposible no traer a la memoria las escenas de la película. Es por ese mismo motivo que al ver The Wall, no podemos divorciarnos de lo que es Pink Floyd, Roger Waters, y todo lo que representa ser un amante del Rock Psicodélico. Indudablemente que Alan Parker hizo un excelente trabajo, recordemos que las letras de Pink Floyd de por sí son un tanto confusas y muchas personas las interpretan a su manera, porque así es la música, pero la adaptación animada de Parker nos asegura que esta fué (o muy cercana), la idea original de Waters, ya que todo el trabajo fue coordinado entre Pink Floyd y Parker, y esa es la riqueza de la cinta, ver el punto de vista, el mensaje, las ideas, que se quisieron transmitir. Aquí hay mucho de autobiográfico también, Waters perdió a su padre en la II Guerra Mundial, y el líder original del grupo perdió la razón (Sid Barret), en fin, podemos analizar sobre el porque por años, pero ni el cine ni la música son así de egoístas, ellos solo existen para que cada uno las hagamos propias a nuestra manera, ¿Quién nunca ha cantado una canción identificándose con ella? O, ¿Quién nunca ha visto un película sin sentirse el personaje de la pantalla?... de la misma forma The Wall es y seguirá siendo la película de culto favorita de todos aquellos que también ponemos ladrillos entre nuestros sueños y metas.

Nada raro que esta obra haya sido incomprendida por muchos, la película es muy compleja y da para muchísimas interpretaciones.
En si la película trata de un hombre atormentado por su infancia sufrida que malvive con drogas y excesos, además de tratar temas como la guerra, el totalitarismo, la falta de afecto, la “ultra-violencia” entre otros. Todo acompañado de impactantes imágenes que desbordan lo visual (las animaciones magistrales) y obviamente de la magnífica música de uno de los mejores grupos de la historia (mucha atención a las letras).
De visión obligatoria para todo el que guste de la buena música y el buen cine, entre fanáticos de Pink Floyd es sin duda una obra de culto.

Película que nos invita a disfrutar de un viaje de imagenes y sentimientos genialmente acompañados por la música de Pink Floyd, por supuesto que habra quienes piensen que la musica es acompañada por las imagenes.... Lo cierto es que es una gran película, única en su género que cuenta con una combinación brillante de animación con imagenes reales y la música de Pink Floyd hace que todo encaje de gran manera.

Nunca he querido hacer un comentario de una película o de fulbo (mi otra pasión) basándome en otras críticas o por el solo hecho de menoscabar otra crítica pero en este caso hay un comentario de un señor Marinero que a juzgar por los dichos, cansado de bogar en mares procelosos, con la piel curtida por el sol y los ojos semicerrados se atrevió a juzgar a Parker y esta excpecional película como un engaño: quienes han visto mas de una cinta de este cineasta sabrán que errará el camino, andará cojeando de guiones pero es auténtico. Que lo ha hecho con mucho oficio no hay duda pero se llama arte, oficio es el suyo de atar cabos y subir al carajo. Trascartón calificar de falta de pudor al acto es la proyección perfecta del ideario de este caballero. En fin tengo poco tiempo ya que debo ver por enésima vez una obra de arte de cine y música, para seguir, pero les sugiero a los que leen el diario donde escribe este navegador que se abstengan de leerlo antes de ver la peli, luego coincidirán conmigo que si abandona el batel definitivamente podrá conseguir paz y serenidad.

La música de Pink Floyd siempre ha sido más que música: ha sido y es una brillante radiografía de la obsesión, de los traumas que nos marcan y de la locura cotidiana. Desde The piper at the gates of dawn hasta este The wall, pasando por el mejor disco de la historia, The dark side of the moon, y principalmente de la mano de Roger Waters, Pink Floyd ha firmado auténticas maravillas sonoras con una plasticidad y un pensamiento tales que parecía inevitable que de ellas saliera este poema visual dirigido por Alan Parker.
Con un gran director y un genio como Waters de maestro de ceremonias, The Wall sigue siendo una de las películas más raras, atrevidas y sugerentes del siglo XX. En ella se nos cuenta la historia de Pink, un rockero en horas bajas atormentado por la muerte de su padre en la II Guerra Mundial y sus fantasías y delirios de grandeza, que lo convierten en un ridículo a la par que abominable líder de corte fascista (genial parodia del nazismo). Todo ello contado fragmentariamente, a modo de puzzle, como reflejo del caos vital y mental del protagonista, interpretado por Bob Geldof, y combinado con pasajes animados donde se despliega todo el arsenal surrealista de Waters.
Aunque la historia no sea un alarde de originalidad, lo más importante de la película de Alan Parker es la fuerza de muchas de sus imágenes, de la cual no se ha perdido ni un ápice en estos más de 25 años que han pasado. Es increíble el talante visionario de muchas de ellas, sugeridas por la increíble música de una de las mejores bandas de la historia.
Aunque en algunos momentos resulte reiterativa e incluso críptica, The Wall es una película para dejarse llevar, para que los sentidos gocen con un disco imprescindible y una película sorprendentemente moderna. ¡Viva Pink Floyd!