La cuarta fase

Que no. Que en el terror está ya todo inventado, hombre. Incluso la mezcla con el terror y la realidad, ya se tocó hace unos cuantos años con “The Blair Witch Project” y este año pasado también se volvió a tocar con “Paranormal Activity”. Y está todo muy clarito, oiga, así que no venga ahora a inventar un nuevo lenguaje, porque no les ha funcionado. El experimento de mezclar dramatizaciones de hechos “supuestamente reales” con metraje en video “supuestamente real” de abducciones extraterrestres y testimonios con sesiones de hipnosis incluidas… como que no. Porque encima, todo ello está mezclado como un programa de televisión de los años sesenta, en plan “La Tribu de los Brady”, con varias pantallas simultáneas alternando la acción. Y claro, así no hay quien se asuste, no hay quien se meta en la película, y todo nos importa un bledo. Da igual que veamos a una mujer chillando como una posesa ante sus propios (y al parecer, terribles) recuerdos. Da igual que veamos como un padre de familia se lía a tiros y mata a todo Cristo, él incluido (para eso, sencillamente, ponemos el telediario y por ello, estamos (desgraciadamente) acostumbrados a estas brutalidades, así que no nos asusta…). El terror no funciona así. El director de este film, tras perpetrar otra mediocridad como “Pesadilla en la caverna” hace cinco años, ahora se ha creído que por poner a la protagonista de “Resident Evil”, Milla Jovovich y por intentar hacer creer al espectador lo terrible de los hechos que tuvieron lugar en Nome (Alaska) en 1999 y 2000, ya tenía una película de terror. Como al parecer, todo fue verdad, pues la cosa está bastante servidita como para que la gente fuera al cine para morirse de miedo. Ja. Ja, ja. Vamos, hombre, que tras ver un poquito el film, tiene una idea aproximada de lo que pasó allí, sin ser Freud: un estado de histeria colectiva fomentado por la psicóloga del pueblo, que visto lo visto está más zumbada que las maracas de Machín (solo hay que verle la cara en las entrevistas que salen en la película para tenerlo claro… por cierto ¿no estará caracterizada para esta película?). Para colmo, el director y la protagonista salen en plan primera persona hablándole al espectador, intentando hacer esta película “reivindicativa” y “necesaria”, dos palabras que me erizan los pelos hablando de ficción cinematográfica. Porque lo mejor para llegar al espectador es no ser grandilocuente ni pretencioso. (sigue en spoiler)

Cuando una productora (major) no sabe qué hacer para tratar de conseguir ingresos, son capaces hasta de vender a su madre con tal de sacar buenas taquillas. He aquí el caso de "The fourth kind". Un engaño de película con los agravantes de basarse en desapariciones reales (sin ningún respeto hacia las familias) y de inventarse noticias falsas o pagar a medios para que las publiquen. Sería como "El proyecto de la bruja de Blair" llevado al extremo del marketing sucio. Lamentable que todos los actores colaboren en semejante engaño.

Lo peor de todo es que no era necesario llegar a ese nivel de ridiculez para haber hecho una buena historia sobre el "Fenómeno OVNI". En definitiva, una falta de respeto a todos los grandes investigadores que luchan por encontrar la verdad ahí fuera.

Nadie sabemos lo que puede ocurrir en la infinidad de un universo del que apenas sabemos nada, tenemos tan poca información de lo que sucede fuera, que es fácil creerte el argumento de esta película.
La cuarta fase no nos acerca más a la verdad. Es una película más con el propósito de que al salir del cine tengamos nuestras dudas pero, es difícil tenerlas si desde el principio te dicen que son hechos reales mezclados con ficción y luego la broma de que no sea así, le a costado a los estudios Universal una multa de veinte mil dólares por falsear los hechos.
Merece la pena verla, aunque solo sea por sacar conclusiones e investigar un poco más sobre las cosas que la ciencia no puede explicar

Poco tengo que decir ante tal truño.
Una peli que a priori parecía interesante con el enganche de basada en hechos reales, pero que es más falsa que una moneda de 3€.

Una narrativa lenta y aburrida, cuando se supone que salen las cosas interesantes, te ponen las imágenes tan distorsionadas que es una mancha, vamos que no se ve nada.
No se ve ni un supuesto extraterrestre en toda la película.

Varias personas dormidas en el cine y a mi me faltó poco.

En fin, recomiendo no perder el tiempo en ver este truño cuando hay tantas pelis buenas que ver.

Intento de thriller de terror apoyado en una estructura de falso documental, al que se le atribuye de manera ilegítima naturaleza verídica en los hechos que narra. A la postre, lo único que parece transmitir terror es el resultado final de una cinta catastrófica donde las haya, con unas actuaciones que dejan, ya no mucho, sino todo que desear; un guion nefasto y sumamente abstruso, y el abuso de la muestra al unísono de un supuesto material documental y su también presunta representación cinematográfica. Ésto último, ya no sólo el abuso, sino el concepto en sí, no se sabe bien a qué necesidad responde y con qué objetivo se realiza.

Milla Jovovich sigue inmersa en una ya aparente patológica obcecación en demostrar al mundo entero que ésto de la actuación se le da bien, cuando, precisamente, lo único que consigue título tras título, es todo lo contrario. La dramatización que trata de efectuar en esta película da, simplemente, vergüenza ajena, y todo queda dependiendo de que el estrecho hilo de su fotogenia acabe soportando su adefesio particular, y el bochorno de una propuesta que carece de pinreles y de cabeza. Obviamente, aquél que tenga un mínimo de miras, y no se deje hipnotizar por su bonita fachada, se dará cuenta de que el hilo se rompe, dejando caer un producto hasta el inframundo del cine.

Tanto Osunsanmi, sembrado en la dirección, como la Jovovich, nos brindan para deleite nuestro, un prólogo y un epílogo ridículos que no hacen sino hurgar en la herida: por mucho que lo intenten, La cuarta fase, no tiene nada que contar.

Sólo Will Patton da signos de querer salvar el desastre, pero se trata de él solo contra el mundo, y contra los extraterrestres que sugiere el filme. No es para culparlo, pero no puede hacer nada en esa tesitura.

Como recurso desesperado, Osunsanmi acude una y otra vez al susto fácil, con los típicos cambios de escena repentinos con gritos estridentes de alguno de los desafortunados protagonistas, o algún efecto que también vaga por el limbo de la mediocridad.

Pérdida de tiempo absoluta. E.T. tenía más gracia.