Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño

Revisando las películas de Freddy Krugger he llegado a la conclusión que el personaje está por encima de sus películas. Sin duda por eso es un icono popular capaz de sobrevivir a todas las películas que ha sufrido.
Sus escenas, sus asesinatos, su sola presencia, su fantasía, todo eso vale el visionado de sus películas.

Sus películas, y esta es una de las mejores, adolece de un reparto que no está a la altura de las circunstancias y que en el mejor de los casos no es creíble (mejor no recordar a menudo que se trata de adolescentes).

Pero a sus innumerables contras, Freddy sigue siendo Freddy y solo por eso vale la pena.

Lástima que Englund no haya protagonizado una película a la altura de su personaje.
O suerte, porque en parte gracias a ello siempre ha sido un icono popular que protagonizó los ochenta (y parte de los noventa), una época generosa en innecesarias pero a la vez placenteras secuelas.

Viva los ochenta y su desvergonzado desenfreno.

Sin ser en absoluto una gran película, esta tercera parte de Pesadilla en Elm Street logró en cierto modo reconducir la saga por el buen camino. Digo en cierto modo porque en mi opinión no se puede decir que sea la continuación perfecta. Sin embargo, después de la paupérrima segunda parte que nos ofrecieron, esta secuela fue un subidón totalmente justificado. En la tercera entrega se propuso una combinación entre el terror y la fantasía cuyo resultado fue eficiente para la mayoría, que por otro lado tampoco esperaba gran cosa después del esperpento del film anterior. Creo que en ocasiones abusaron de la fantasía llegando a generar algunos momentos un tanto ridículos que no tenían mucho que ver con el género de terror, aunque también hay secuencias en las que el miedo funciona mediante elementos originales y bien empleados. Los personajes quitando a 2 son olvidables y prescindibles. Freddy sin causar tanto temor vuelve a mostrar su faceta homicida que tanto añorábamos. Sin ser gran cosa, esta película se disfruta y devuelve la ilusión y la esperanza a los que se llevaron un chasco con el anterior metraje.

De esta película no podemos destacar el guión, aunque es mucho mejor que la segunda. Lo más destacable es el festival de efectos especiales. Algunos pueden parece cutres hoy en día, pero para 1987 son una pasada. Incluso hay un stop motion con un esqueleto (imposible no acordarse de 'Jason y los argonautas'). Lástima que la historia no tenga más chicha.

Tenemos a unos jóvenes Patricia Arquette y Laurence Fishburne con buenas interpretaciones, y a Heather Langkamp reacondicionada como psicóloga del sueño. Y luego tenemos al protagonista masculino (aparte de Freddy). Un tal Craig Wasson sobreactuado y que le hace más mal que bien al metraje.

Para ser la tercera entrega y ser los 80, no está mal.

Secuela con más sentido que la anterior. La idea está bien y recuperan a la protagonista de la primera película. En este caso la acción se desarrolla en un centro psiquiátrico en el que hay un grupo de chavales ingresados como con trastornos del sueño.
Vuelve a dar importancia a los sueños y tendremos las típicos enfrentamientos oníricos contra Freddy. Es una secuela decente pero a mitad de película en su desarrollo baja un poco el ritmo y nos tiraremos un buen rato sin ver a Freddy en la pantalla.

Como curiosidad veremos a un joven Laurence Fishburne como cuidador de estos chavales con trastorno en el sueño sin saber que años más tarde el mismo se transformaría en Morfeo.

En resumen, se puede ver sin haber visto las anteriores pero es una película más enfocadas para fans de la saga que para público más ocasional.

Esta tercera entrega de las aventuras del "amigo" Freddy parte de dos buenas ideas: primera, obviar la floja segunda parte y continuar la historia más o menos por donde había quedado la original, devolviéndole el protagonismo a Nancy Thompson, ahora una psiquiatra especialista en pesadillas. Segunda, ambientar los hechos en una especie de psiquiátrico juvenil donde unos chavales con trastornos del sueño son acosados en sueños por el tipo del jersey jostroso y la cara chamuscada. Dichos chavales, además, tienen ciertas habilidades especiales que se les manifiestan mientras duermen y que deberán combinar para intentar sobrevivir.

Desgraciadamente, las posibilidades de ese entorno y esos personajes no acaban de aprovecharse en condiciones, y la mayor parte del metraje se pierde en diálogos espesos y situaciones intrascendentes, además de darle a la historia un barniz pseudorreligioso que ni tenía originalmente ni le hacía ninguna falta. Menos mal que no faltan unas cuantas escenas oníricas imaginativas y que los últimos 25 minutos recuperan el ritmo a tiempo de salvar mínimamente los muebles.

Se deja ver, aunque es bastante inferior que la primera...y menos divertida que la cuarta.