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Das Spielzeug von Paris (Red Heels)

Romance. Drama Triángulo amoroso entre una bailarina de éxito en París, su promotor, un hombre mayor que ella, y un joven diplomático. (FILMAFFINITY)
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21 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La llegada del director húngaro, Michael Curtiz, a Austria en el año 1919, trajo buena fortuna en ambas direcciones. Para Curtiz, significó el encuentro con el productor Alexander (Sascha) Kolowrat, uno de los pioneros del cine austriaco; y Viena recibía a un calificado director que llegaba con la experiencia de medio centenar de películas realizadas –muchas de ellas con éxito- en su tierra natal. Dos talentos a toda prueba, se unían para seguir haciendo cine... y el resultado fue poco más de una veintena de obras cinematográficas, que consolidaron al cine europeo y dejaron para la posteridad arte por excelencia: “Sodom und Gomorrha”, “Die Sklavenkönigin” y <<LA MUÑECA DE PARÍS>>, son algunos ejemplos.

Drama basado en la novela, "Red Heels" (Tacones Rojos), que acababa de publicar la escritora inglesa, Margery Lawrence (1889-1969), esta es una de esas historias con aroma a perennidad, porque habla del amor y lo hace con la madurez que se espera del sentimiento más portentoso y mágico que se le ha dado a la humanidad. La señora Lawrence -también autora de, “La Madonna de las siete lunas”-, toma como eje central a una bella y extrovertida bailarina llamada, Susana Armard, quien, en el mundo del espectáculo de Montmartre se hace llamar Célimène, y quien vive dolida de que los hombres solamente vean a la actriz y a la provocativa bailarina, sin interesarse por la valiosa mujer que hay dentro de ella.

Lo que sigue, es un ejemplar triángulo amoroso, donde Susana (la mujer cálida y espontánea) se sentirá amada por Miles Seward, un joven diplomático de la embajada inglesa en Francia, mientras que su Célimène (la bailarina sensual y estrella de los cabarets) despertará la pasión del ya anciano conde, François de la Roche, quien está dispuesto a brindarle los lujos y ostentaciones que ella desee, con tal de conservarla a su lado.

Curtiz, logra hacerse de una encomiable puesta en escena, donde los ambientes exteriores refuerzan con fuerte impacto la emotividad que envuelve cada segmento; la iluminación es preciosa, sirviéndose cada tanto de atractivas luces directas con las que consigue resaltar a ciertos personajes; y con suma efectividad, se propone trascender lo lineal, insertando estupendas metáforas visuales como aquella de la empleada ubicando el retrato de Célimène entre el retrato del conde y un muñeco de trapo que representa al joven inglés; la del hilo que se enreda en el botón de la camisa de Miles quedando atado a Susana; o la estatuilla de la bailarina que se rompe cuando ella se entrega al joven enamorado.

Además de ser un filme estéticamente muy logrado –solo capté un par de errorcillos en la edición que se colaron en el camino-, lo mejor de, <<LA MUÑECA DE PARÍS>>, es la manera como los rivales, y hasta la joven bailarina, manejan sus asuntos afectivos logrando conservar la dignidad y la altura que siempre se espera en estas situaciones. El final, exigido probablemente por el conde Sascha, que no resultó del gusto de Michael Curtiz, me parece a mí también desafortunado, pero de resto y en todo sentido, este es un filme muy adulto y ligado de pleno a los rigores del arte.

Liliane (Lili) Damita, Eric Barclay y Georges Tréville, inolvidables en este brillante ménage a trois.
Luis Guillermo Cardona
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