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Las tinieblas

Intriga. Terror Una familia habita una cabaña en medio de un bosque sumergido en la neblina. El padre mantiene encerrados a sus hijos en el sótano haciéndoles creer que afuera deambula una bestia salvaje. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
18 de abril de 2021
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se desarrolla en dos encuadres. Uno, el interior de una cabaña, donde se refugian del que parece un entorno post apocalíptico, una família compuesta por un padre sobreprotector (Brontis Jodorowsky) y sus tres hijos: el mayor (Fernando Álvarez) ya casi un hombre; el mediano (Aliocha Sotnikoff), en plena edad de descubrir las maravillas, los misterios y las pesadillas de la vida; y la menor, que representa la imagen de lo más frágil, enfermizo, efímero... (Camila Robertson Glennie).

En esta cabaña, el epicentro de la acción: una habitación en la que apenas entra la luz a través de los mugrientos cristales de la única ventana que tiene, una mesa, una cocina con apenas el ajuar básico. Dos puertas: una de acceso a la casa, y otra, la de la habitación del padre. La puerta que no se debe franquear. La que da a la habitación en la que está prohibido entrar. Debajo de esta casi desnuda estancia, un sótano donde duermen y se refugian de los peligros del exerior.

El entorno immediato de la casa, el que seria el segundo encuadre, un bosque que se dibuja muerto, sin vida, donde flota constantemente una difuminada neblina, y al que sale Gustavo con su hijo mayor, con su escopeta de caza, para proveerles a todos de los víveres para subsistir.

De forma alternada, pero en su mayoría dentro del austero habitaje, se contraponen como lo que serán las dos únicas macroescenas de todo el metraje. Cada una de ellas, respectivamente, imprime una experiencia contradictoria: la casa, por una parte, la seguridad, el escondite donde protegerse de los peligros y los monstruos del bosque.Pero a la par, el asfixiante efecto de angustia del obligado confinamiento al que se ven sometidos sus habitantes.

Y el exterior, que representa la inseguridad, el miedo, al que hay que salir con máscaras de gas para evitar respirar la toxicidad de su aire. Pero en cambio, el que supone la esperanza de subsistir, porque es el lugar de donde se obtiene la comida, y es el espacio al que acudir a esa “llamada de la selva” que está alimentando la necesidad de conocer, aprender y descubrir (proceso natural en el crecimiento y maduración de todo ser humano), y por lo tanto, de salir de esa matriz que le ha cobijado mientras era débil e indefenso.

Al tiempo, en su conjunto, se crea una atmósfera doblemente claustrofóbica: el angustiante aprisionamiento en la casa, y un alrededor hostil, hecho de miedos y de incertidumbres, que lejos de verse como una escapatoria alternativa, mas bién se antoja como un muro imposible de franquear.

Así es el ambiente creado por Daniel Castro Zimbrón, un envoltorio que no pretende causar acelerones en las pulsaciones cardíacas del espectador, sinó plantar una difusa semilla de agonía que, a su lento pero constante ritmo, nos va atrapando en un suave y lánguido suspense.

La fría y sombría luz de la fotografía, y una ténue partitura de Carlos Ayhllón hacen de envoltorio del aura de este contexto, sin que sean necesarios más efectos especiales y de sonido, que el que anuncia la presencia del monstruo que vive a fuera, y que extingue toda posibilidad de aventurarse lejos de aquél paraje.

Buen trabajo de dirección e interpretación de los personajes. De un alto nivel de exigencia en una historia que se centra en su actuación. En ésta se sostiene, durante todo el metraje, el ritmo narrativo.
El guión, sin giros bruscos, va despertando la tensión, buscando nuestra identificación en el personaje de Argel, el hijo mediano. Y resuelve la historia repartiendo de manera muy dosificada los puntos álgidos en los que podemos dividir las diferentes secciones del arco argumental.

En un primer tramo de la historia, se nos presenta la situación de los cuatro protagonistas, que mantienen entre sí una encadenada relación de protección según su orden de edad. El instinto que induce a este comportamiento es como si se transmitiera por un hilo conductor desde Gustavo a Marcos, de éste a Argel, y de Argel a la hermana pequeña. En este contínuo podemos ver representados diferentes estadios de la realidad psicosocial de la persona en su evolución vital.

La desaparición de Marcos, primer punto de inflexión, durante una salida con su padre para ir a cazar, altera el orden de las cosas. La vuelta de Gustavo a casa sin su hijo mayor, nos deja con un nudo en la garganta, y crece el aura de misterio alrededor de los temores que van germinando en Argel, sobre todo porque justo aquella misma mañana, la llamada del padre interrumpe algo muy importante que Marcos iba a contar a su hermano.

Así, en la parte central vivimos con el casi adolescente muchacho, su inquietud, su necesidad de hallar la verdad de lo que hay fuera de la burbuja en la que su progenitor les tiene encerrados a todos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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14 de octubre de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La segunda película de Daniel Castro Zimbrón es una arriesgada propuesta que se aleja de lo habitual y predecible del cine de género, con una narrativa pausada muestra un relato hermético que se destaca desde lo visual y las atmósferas conseguidas.

En lo profundo del bosque, en una cabaña, habita una familia formada por cuatro miembros, el padre (Brontis Jodorowsky) y sus tres hijos, el mayor Marcos (Fernando Álvarez Rebeil), el adolescente Argel (Aliocha Sotnikoff) y la pequeña Luciana (Camila Robertson Glennie), a quienes el padre encierra en un sótano cada vez que parece acercarse una bestia en las inmediaciones de la vivienda.

Cuando una tarde el hijo mayor, Marcos, desaparece misteriosamente en el bosque, la duda se siembra en Argel, quien ya no confía en lo que su padre les dice respecto al afuera y empieza a averiguar si su padre les esconde algo.

El realizador consigue construir una atmósfera opresiva y enigmática haciendo uso de varios elementos, como la oscuridad que prevalece en muchos momentos, la niebla del bosque y el fuera de campo, además de lo críptico del relato, siendo esa lograda atmósfera lo mejor del filme.

A ello se suma el excelso trabajo de Diego García en la fotografía (Cemetery of Splendour, Boi Neon, Manto acuífero), quien trabajó con luz natural aportando desde lo visual para ayudar a fortalecer esa atmósfera conseguida, haciendo avanzar un relato que abre el juego hacia el propio espectador hasta llegar a un final tan ambiguo como desconcertante.

Y es ahí donde la película no consigue ser del todo satisfactoria, desde lo encriptado de la historia y hasta las formas en que se resuelven y sugieren ciertos momentos del relato en que la narración pierde fuerza y por momentos, cierta coherencia.

http://tantocine.com/las-tinieblas-de-daniel-castro-zimbron/
Quique Mex
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27 de octubre de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las tinieblas”, película del joven realizador mexicano Daniel Castro Zimbrón, nos sitúa en un escenario posapocalíptico en el que una familia compuesta por cuatro miembros (padre, hijo adulto, hijo preadolescente y niña pequeña) deben sobrevivir recluidos en una pequeña cabaña en medio del bosque, totalmente aislados y con esporádicos contactos con el exterior a la búsqueda de víveres gracias al uso de máscaras antigás. Por si esto fuera poco, cada cierto tiempo se ven sometidos al acoso de criaturas que los aterrorizan. Este delicado equilibrio vital se rompe el día que el hermano mayor desaparece en una de las salidas a por provisiones.

Parece una premisa bastante atractiva, ¿no? Bueno, pues el desarrollo no resulta tan satisfactorio, lastrado por un ritmo muy moroso al inicio que hace la película lenta, lenta, lenta. Sería injusto no reconocer virtudes como la consecución de una atmósfera bastante inquietante o el mérito de lograr que el espectador se sienta concernido por lo que acontece, pero se llega a ello por un camino harto discutible en cuanto a tempo narrativo. Además, ciertos giros sorpresivos que convierten la trama en algo distinto a lo que aparenta son predecibles. Las interpretaciones cabe calificarlas de correctas, recayendo el peso principal sobre Brontis Jodorowsky, el primogénito de la conocida saga de artistas y psicomagos, más habitual del teatro que del cine.

Se trata, por tanto, de un film un tanto fallido, aunque no del todo desdeñable, que reflexiona sobre asuntos como el origen de nuestros miedos o la familia como institución y que remite de manera indisimulada a “El bosque” de Night Shyamalan.
coronel kurtz
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6 de noviembre de 2017
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ejercicio propuesto en 'Las Tinieblas' y magistralmente logrado por el cineasta mexicano, colocan el filme en el prestigiado cine de autor del que muchos no lograrán salir totalmente satisfechos. Además, el cierre deja la puerta abierta para que el espectador genere sus propias conclusiones, incluso abre la posibilidad para una secuela, aunque muchos aseguran el filme es la segunda entrega de una trilogía, la primera parte fue “Táu” del 2012.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Wilmer Ogaz
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11 de mayo de 2020
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ser una premisa original a mí la propuesta me ha gustado, me pareció que el director crea su mundo de una forma adecuada conforme a lo que cuenta. Y es que pareciera que el contar historias similares, una cabaña en el bosque, en automático descalifica a cualquiera; cómo si no se pudiera apreciar la espléndida fotografía, la lograda atmósfera y demás elementos que están muy bien ejecutados. Para ser sincero, se me hizo una cinta destacada que supera a otras que gozan de más fama o prestigio, ya sea mexicana (Somos lo que hay, 2010) o extranjera (It Comes at Night, 2017). Creo que Castro Zimbrón ejecuta con buen pulso; se toma su tiempo sin importarle no entrar en los parámetros establecidos del terror, deambula por la intriga sin recurrir a los tan manidos sustos fáciles y observa con detenimiento la pulsión de los personajes. En lo personal pienso que este director apunta maneras; si gustas del cine de terror más contemplativo, no convencional, minmalista, sin tanta explicación, alternativo y de juego psicológico, deberías seguirle la pista.
Orlak
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