Extraña interpretación

Después de haber visto Strange Impersonation no me queda ninguna duda de que el director más influyente del cine no era inglés, bueno la verdad eso lo sabía desde hace más de dos décadas. Los que hayan visto Pesadilla de Robert Siodmak, Johnny Guitar de Nicholas Ray, Berlín Express y Días de gloria de Jacques Tourneur, 39 escalones de Alfred Hitchcock lo verán si se quitan la venda de los ojos.
Strange Impersonation no ha dejado ni dejará huella en la fantástica carrera de Mann, su dominio del cine llegaría con varias de las mejores películas del oeste en la década de los 50: El hombre de Laramie, La puerta del diablo,Tierras lejanas, Horizontes lejanos, Colorado Jim, Winchester 73. Pero para ser justos en la década de los 40 dejaría tres excelentes películas negras: La brigada suicida, Desperate y Side Street mejores que las sobrevaloradas Railroaed y Raw Deal. Juro por Snoopy haber visto dichas películas de principio a fin.
Hasta el reconocimiento por parte de la crítica Mann tenía que comer y aprender de los mejores, y la verdad que viendo el final de Strange Impersonation aprendió del mejor.

Ya lo dijo Ritchie Blackmore cuando le preguntaron que era lo mejor para aprender a tocar la guitarra: copia a destajo a no ser que seas un genio. Palabra de un tío honesto que dijo sin rubor que varios riffs famosos los cogió de otros artistas. Un tío muy grande y humilde.

Desde 1944 al 49 en esos cinco años A. Mann rueda catorce ¡14! films de cine negro, con una duración entre 60-70 minutos. Son films robustos, bien contados, sin hipérboles, con gran eficacia y que hoy en día guardan todo el interés no por ser productos de aprendizaje de uno de los mejores directores de Westerns, incluído el maltratado "El Cid", sino en si mismos por mantener la atención y el interés desde el principio hasta el final. Ejercicios de estilo narrativo de imagen y de sintaxis.Como ejemplo este interesante film: Extraña interpretación.

Mann en sus años de experimentación. En esos años de películas de 50 ó 60 minutos, de Fleischer, de Wise, de artesanos del oficio que luego fueron maestros con obras monumentales, fundamentales, clásicas.
Me gusta la tensión emocional, e incluso física que plantea Nora en su diatriba entre amor y trabajo. Lo hace bien, no derrapa y realmente es convincente.
El trabajo del químico es algo más flojo. Y el de la señora Lindstron también es interesante.
Mann es un maestro, circunstancia que se refleja en cómo rueda. Algo tiene de Siodmak, como he leído, efectivamente. También de Lang, sin duda, aunque eso, la verdad, no tiene mérito, todos tienen algo de Lang. Los giros del destino, el final sobre todo, es puro Siodmak, con los sueños oníricos de vidas distintas, desastres y venganzas.
Es muy entretenida, y perfectamente recomendable.

Nada menos que el nombre de Anthony Mann en la dirección de esta peliculita corta y barata pero competente, que se ha convertido en un film de culto. Tiene ciertos toques de negro, pero es más bien un melodrama criminal. Protagoniza Brenda Marshall ("El halcón del mar"), actriz de carrera corta y que estuvo casada con William Holden, y Hillary Brooke ("El ministerio del miedo", "El hombre que sabía demasiado") en un intrigante papel robaescenas que borda. El resto, incluido William Gargan, orbitan alrededor de estas dos, aunque cumplen. Pensándolo bien, no es habitual ver películas de esta época (que tiendan al negro) con un protagonismo femenino tan marcado. Intriga interesante, aunque un pelín forzada porque algunas cosas son poco verosímiles, con mucho ritmo y en la que Mann consigue salir de una forma digamos elegante (aunque para muchos resulte tramposa o incluso muy tramposa) del tremendo marrón en el que se ha metido a lo largo del metraje. Interesante.