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El negro silencio del dolor

Cine negro. Thriller. Drama Después de algún tiempo retirado, el asesino profesional Frankie Bono vuelve a Nueva York para hacer otro trabajo: asesinar a un mafioso de poca monta. A pesar de sus intentos de pasar desapercibido mientras persigue a su víctima, Bono es reconocido por un antiguo compañero de orfanato. Pero no será el único error que cometa... (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
8 de septiembre de 2010
46 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allen Baron (nacido en 1927, Brooklyn, Nueva York, EE.UU.), actor de cine y director de cine y de televisión, es principalmente conocido por escribir, dirigir e interpretar en 1960 esta impresionante pieza del género “crimen o cine negro”, titulada “Blast del Silencio”, sobre un asesino a sueldo, Frankie Bono, contratado por jefes de la mafia para eliminar a otro jefe mafioso en Nueva York.

Curiosamente Allen Baron acabó siendo más famoso como director de TV por la serie de “Los ángeles de Charlie” [1976-1977] que por este poderoso y genial filme “Blast of Silence”. A pesar de ser una película de debutante resultó magistral y singular como pocas. Sin embargo Barón tuvo que dedicarse en el futuro a dirigir cientos de episodios de series televisivas, entre otros de “Los ángeles de Charlie”, “Los Dukes de Hazzard”, “Kolchak” o “Cagney & Lacey”. No sabemos por qué a esta película le hicieron en la industria del cine competencia desleal, en concreto la que se basa en expulsar del mercado a un autor y su obra mediante una guerra de precios (o sea: “dumping”).

La película tiene rasgos asombrosos de filme magistral, un modelo de thriller que sin duda merece estudiarse en los Institutos o Escuelas de Cine, que nos lleva paso a paso en el desarrollo de como el cazador va observando, siguiendo, sumando información y preparando detalladamente la caza por sorpresa de la pieza.

Además, la actuación de Allen Baron es también estupenda, nos traduce a la perfección la idiosincrasia del asesino solitario que ha de matar a un hombre por encargo y ha de hacerlo en una ciudad que se viste y luce en fiestas de Navidad. Esta suma de contrarios (preparación de un crimen en medio de los sentimientos pacíficos que producen las navidades) es de una originalidad y una brillantez fuera de lo común. Allen Baron merece ser reconocido históricamente por esta magnífica y magistral obra de arte que el escribió, dirigió y protagonizó como actor principal; posiblemente, el gran filme dejado de lado, no valorado en su relevante excelencia, del cine negro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fej Delvahe
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26 de octubre de 2008
33 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Memorable directo al mentón.
Creo que fue cantrell quien la comentó hace un tiempo y recientemente un buen samaritano se curró por fin unos subtítulos y acabo de gozarla ampliamente.
Más negra que el carbón, con una omnipresente voz en off que va desgranando, entre incisiva y poética, el abismo al que se asoma poco a poco el sociópata asesino a sueldo que protagoniza la función, banda sonora repleta de jazz, y una estupenda y hierática interpretación del Juan Palomo de todo este asunto, un tal Allen Baron, el híbrido más incontestable entre De Niro y George C. Scott que he visto en mi vida, que la escribe, dirige y protagoniza con pocos medios, gran solvencia y una amargura que no hace prisioneros. El guión, visto hoy, no parece un dechado de originalidad pero de todos modos la película me atrapó por completo y no me soltó hasta el final. Y no cabe duda, Scorsese se inspiró sin reservas en ella para filmar Taxi Driver.
Un pequeño clásico, sin duda.
Peter Gabriel 77
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14 de septiembre de 2013
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recuerdo ahora mismo -seguro que hay unas cuantas- una película de cine negro que resuma y condense tan bien como lo hace esta la vida de un sicario, toda su vida. Desde el sugerente y original plano de apertura, nuestro protagonista, que aspira como todo ser humano a la luz, no encuentra sino sombras, y ya desde el primer instante lo subraya la voz en off que nos acompañará durante toda la película, una voz en off que habla en 3ª persona, pero que transmite los pensamientos y sentimientos de Frank Bono.

Intachable profesional, solitario, observador y metódico, Bono lleva el odio en sus entrañas; la voz en off se encarga de dejarlo claro cada vez que tiene oportunidad, mientras el protagonista recorre las calles de Nueva York investigando a su objetivo, un hampón de segunda fila que ha molestado a quien no debía. Mientras la ciudad vive los habituales espejismos navideños de felicidad, Bono observa asqueado un mundo que le repele, al que considera hipócrita, falso, como falsa es la fachada social de su objetivo, ese hampón que vive en una impecable e intachable urbanización suburbana, pero cuyos negocios prosperan en Harlem, un barrio que supura miseria y odio, como bien ponen de manifiesto las secuencias rodadas en él. Bono sólo parece encontrar descanso y sosiego en la soledad, en un aislamiento voluntario que es la única barrera que impide que el odio le corroa definitivamente por dentro. Pero aparecerá una mujer, y Frankie creerá ver en ella algo de luz, y en el último momento tratará de asirse a esa esperanza, la última ilusión de un hombre sin ilusiones.

El mencionado recurso de la voz en off -magistralmente interpretada por Lionel Stander- nace al parecer de la convicción de Baron de su escaso talento como actor, lo que le llevó a potenciarla en detrimento de los diálogos, verdaderamente escasos y lejos de la brillantez del texto en off, escrito por el blacklisted Waldo Salt; leo que hay algún usuario al que la construcción psicológica del protagonista le recuerda a la del sicario de la posterior "El silencio de un hombre" ("Le Samourai") de Melville, y estoy de acuerdo. No creo que esta película influyera en Melville -entre otras cosas por la deleznable distribución de la misma- quien creo que se inspiró en otro título más antiguo, "This gun for hire" ("El Cuervo"), de Frank Tuttle; sin embargo, la soledad y el vacío que desprenden ambos protagonistas es similar, si bien mientras que en la presente película esto se explicita mediante la voz en off, en la de Melville, una de mis películas favoritas, se hace a través de la sola imagen.

La vertiente documental del filme, aquella que apreciara tanto Scorsese a la hora de construir su afamada "Taxi Driver" (de hecho su protagonista es también un eco de Frank Bono), tiene su origen en ciertas tendencias neorrealistas adoptadas por el cine norteamericano ya desde mucho antes; pienso en títulos como "La Ciudad Desnuda" de Dassin, también rodada en escenarios naturales, tratando de tomar el pulso a la ciudad, y ya en un marco mucho más próximo y directamente influyente, en las tendencias del Nuevo Cine Americano, destacando la película "El Pequeño Fugitivo". En la cinta de que tratamos hay momentos documentalmente brillantes, por lo bien que captan la esencia de un ambiente; ya he mencionado el contraste entre los suburbios acomodados y Harlem, barrio maravillosamente retratado en una serie de travellings excelentes, como lo son también los rodados en el East Village, siempre con el equipo mínimo y sin permiso municipal alguno, de ahí la veracidad de los mismos. La fotografía es excelente, aunque al tono sombrío de la película contribuyeron factores meteorológicos propios del crudo mes de diciembre neoyorkino; las interpretaciones, aunque por la concepción de la película no están llamadas a sobresalir más de la cuenta, son en general muy eficientes, y en algún caso hasta brillantes, como el despreciable y asqueroso Big Ralph, magníficamente encarnado por Larry Tucker (la secuencia en la que vemos su casa resulta excelente por su descripción minuciosa de la sordidez). Añadamos a todo esto la adecuada música de Jazz, que acompaña los periplos del protagonista por las calles y garitos de Nueva York, y no queda sino disfrutar de 75 minutos realmente excelentes, bien aprovechados.
Acaba en Spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quatermain80
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27 de septiembre de 2016
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una de esas películas olvidadas por la cinefilia, y que pocos, muy pocos conocen.
Hay que agradecerle a Scorsese su reivindicación, y darla a conocer entre nuevas hornadas de cinefilos.
Allen Baron dirigió esta película en época navideña sin apenas medios, rodando sin permiso y con cámara oculta en muchos exteriores, lo cual le da una tónica documental extraordinaria.
Además, la historia , la de un asesino a sueldo en plena crisis existencial, le viene muy bien esa navidad que Baron rueda en esas frías y grises calles de un Nueva York decadente, solitario y frío...nada que ver con la Nueva York en cinemascope de, por ejemplo, la deliciosa Tú y yo, de McCarey.
Baron usa ese tono documental y realista, apoyado en una voz en off con un texto percutante, que amartilla al espectador, a su moral, a dejar toda esperanza a un lado..introduciéndonos en una espiral de pesimismo, de soledad, desesperación y tristeza, muchísima tristeza.

Se entiende el fracaso y poca repercusión de este film entre el gran público, pues es un film sobre la desesperación, donde ya no hay esperanza ni ilusión a la que agarrarse..no es un film para pasar el rato.

Y entre la crítica. ..pues Baron no era un cineasta reputado entonces, y este era un film enclavado en cine de muy bajo presupuesto, con un estreno muy limitado en salas, así que no se le hizo mucho caso.

Visto hoy día, este film es extraordinario, un documento del Nueva York de la época. ..pero también una joya del cine negro, y vista ahora como precursora del llamado cine indie...supongo que Jarmusch pudo tener muy en cuenta este film para rodar su Extraños en el paraíso.
Animo a todos los usuarios que lean esta crítica a que se dejen seducir por menos de 80min de buen cine, una joya del cine negro y un film existencialista que influiría a más de un cineasta francés como Melville.
Jaime Rodríguez
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14 de febrero de 2011
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Frankie Bono, asesino a sueldo. Vuelve a Nueva York para hacer un trabajo: asesinar a un mafioso. Pero llegan los errores y un sicario no puede cometer ninguno. Pero no será el único error que cometa…
[…]
(Y ese otro error es enamorarse)»

Es lo único que consigue parar la constante voz en off que le persigue desde el inicio de los títulos de créditos. Sus únicas sensaciones iniciales son narradas por la voz invisible que indica hasta el grado de sudor de sus manos, frías o calientes.

Perfectamente dirigida con un pulso tremendo en las secuencias de mayor intriga y suspense con ese constante hilo y voz en off dentro de los espectadores: ‘¿le cogerán’. Crónica noir y urbana de una asesino a sueldo con tintes de puro cine independiente rodada con un puñado de dólares, con estilo semidocumental y fuerza contundente en las imágenes en blanco y negro.
Allen Baron lo hace bastante bien: su físico recuerda a Lino Ventura y George C. Scott pero tal vez la mejor opción no hubiese sido que el propio director-guionista encarnase al personaje principal (pensado para Peter Falk).

Pocas veces veremos las calles de Nueva York de manera tan cercana a lo nouvelle vague.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maldito Bastardo
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