Self-Criticism of a Bourgeois Dog

Julian (Julian Radlmaier) es un joven cineasta en busca de inspiración para su nuevo largometraje, vive del Estado mientras intenta ganar una beca para trabajar su nuevo guion. Está profundamente enamorado de Camille (Deragh Campbell), en una ventura que se va manejando en el argumento, ambos terminan trabajando en una plantación de manzanas con el cuento de qué el director va a estudiar lo sucedido ahí para tomar ideas para su nuevo filme.

Más específicamente, e impulsado por el espíritu de la joven, el protagonista se sumirá en un pensamiento izquierdista pro trabajadores, frente a la explotación sufrida por el dueño del capital, o sea, los jefes de estos cultivos. Todo esto es en realidad una careta de su parte para intentar atraer a esta chica, en el proceso, conocerá una serie de personajes -la mayoría migrantes- que afectarán su labor.

Claro está, Radlmaier quien también es guionista, explora estos entramados argumentales desde un punto de vista lleno de absurdo y humor negro, lo que funciona para no sentirse como un discurso académico y panfletario de estos temas, lo cual es de agradecer. Esto es lo primordial para esta propuesta, logra momentos hilarantes con un guion muy ingenioso, lleno de virtudes y giros de guion bien encaminados.

Además la construcción de los personajes secundarios está muy bien hecha, motivo por el cuál acuerpan de forma sumamente efectiva los compases del largometraje, así mismo da una variante de matices y temáticas que explotan aún más el contexto del argumento.

El largometraje es fotografiado por Markus Koob, quien ya había colaborado con Radlmaier en su primer largometraje, la obra filmada con un aspecto ratio de 1.37 : 1 (cuadrado), da una clara sensación de irrealismo, se denotan encuadres muy trabajados y por lo general, colores llamativos.

Selbstkritik eines buergerlichen Hundes es un filme muy bien encaminado, que crítica al sistema de forma ingeniosa, que no aburre, entretiene de gran forma, una muy efectiva propuesta.