Lunacy

El autor de filmes tan personales como “Conspirators of Pleasure”, “Otesánek” y de versiones imposibles de “Fausto” o “Alicia en el país de las maravillas” mira a través de los relatos de Poe “El entierro prematuro” y “El sistema del Dr. Tarr y el profesor Fether” y, añadiéndoles esencias del Marqués de Sade, realiza una nueva obra provocativa, blasfema y, nuevamente, interesante.

Svankmajer se dirige a cámara en un prólogo:

“Señoras y señores,
La película que van a ver es una película de terror – con toda la decadencia propia del género. No es una obra de arte. Hoy, el arte está casi muerto, sustituido por el anuncio publicitario del rostro de Narciso reflejado en el espejo del agua (...) La película propone, en esencia, un debate ideológico sobre la gestión de un manicomio. En principio, hay dos maneras de hacerlo – ambas son igualmente extremas. Una alienta la libertad absoluta; la otra, el método obsoleto de vigilar y castigar. Pero hay un tercer método que combina y resume los peores aspectos de los dos primeros. Es el manicomio en el que todos vivimos hoy”.

Puede recordar a la también imprescindible “Marat/Sade” de Peter Brook, aunque la combinación de horror con animación stop-motion con carne cruda, sexo y violencia dan esa clara presencia autoral de Svankmajer que la define como una “película de horror filosófico”.
Filme imperfecto pero como toda la obra del autor prevalece sobre el conjunto.

"Señoras y señores, la película que van a ver es una película de terror, con toda la decadencia
propia del género. No es una obra de arte. Hoy, el arte está casi muerto, sustituido por
el anuncio publicitario del rostro de Narciso reflejado en el espejo del agua (...) La película propone, en esencia, un debate ideológico sobre la gestión de un manicomio. En principio,
hay dos maneras de hacerlo. Ambas son igualmente extremas. Una alienta la libertad absoluta; la otra, el método obsoleto de vigilar y castigar. Pero hay un tercer método que combina y resume los peores aspectos de los dos primeros. Es el manicomio en el que todos vivimos hoy".

Así arranca Lunacy (Silení), la nueva obra de Jan Svankmajer, director de una pequeña joyita de la animación como es Alice (Neco z Alenky) y que en esta película hace un claro homenaje a las obras de terror de hace 30-40 años, tomando absolutamente todos los aspectos de los filmes de aquella época, desde la forma de rodaje, hasta los personajes, un guión con "sabor a viejo", bastante relamido. Todo esto bajo la intención de hacer una metáfora del mundo en el que vivimos, un manicomio donde no tiene cabida la palabra libertad, automatizado y mecanizado, algo que refuerza la última escena del filme, una carnicería en un centro comercial con decenas de filetes en sus envoltorios.

La historia podría dividirse en dos partes, una primera donde Jean (el protagonista) conoce al Marqués, un hombre que le lleva a su mansión sin mayor problema y que esconde grandes secretos, así como una insana aficción por las bromas pesadas; la segunda nos coloca a Jean en un psiquiátrico. La historia es simple, con un montón de diálogos "de libro" que intentan ser brutales y liberales discursos que cuestionan la religión entre muchas otras cosas. Enlazando las diferentes escenas del filme, tenemos pequeñas secuencias en animación empleando el stop-motion que resumen o anticipan lo que sucederá minutos después de forma bastante cómica, surrealista y por momentos bastante bizarra.

Desgraciadamente, pese a su mensaje, su buena dirección de actores (brutal Jan Triska como el Marqués), la fotografía y las secuencias animadas, Silení acaba cayendo en sus propios excesos y en su pretenciosidad, con un ritmo no demasiado bien medido, con secuencias de relleno que no hacen demasiado bien y se antojan innecesarias. Una cinta atípica, interesante, de esas difíciles de puntuar y que una vez vistas uno no sabe cómo valorarla. Prefiero con mucho, eso sí, Alice (Neco z Alenky).

A continuación algunas escenas que me han gustado.

Un barco.

Un barco de papel.

Un barco de papel que se hunde en un mar.

Un barco de papel que se hunde en un mar de lágrimas provocadas por el miedo.


Un miedo básico, la locura transitoria que se padece en el interior y que se trata de formas extremistas. La libertad más absoluta que da paso a corromper humanidades. La mayor rectitud insoportable que castiga cualquier pensamiento. Entre ambas un hombre incrédulo que pasaba por allí y crea mares con lágrimas aterradas.

Una lengua.

Una lengua elástica.

Una lengua elástica de vaca inerte.

Una lengua elástica de vaca inerte que avanza al ritmo de una caja de música.

Todo es literal y todo figurado. Svankmajer adora las gallinas y a Sade, mientras el mundo padece una insania colectiva e incurable que nunca conforma el principio del fin, porque nunca acaba.

Una película que es blasfema, surrealista, psicótica, enfermiza, mórbida, atroz, experimental, de crítica social, de crítica a la iglesia, con Stop Motion, que es un homenaje a obras de Edgan Allan Poe y Marques de Sade, llena de escenas grotescas, ofensivas y marginales, con un arco argumental que pareciera ser simple pero en verdad es un laberinto mental creado por el director de esta obra y en el cual nosotros quedamos encerrados y enfermizamente fascinados por ello...
Creo que una película asi es de vista obligada para todo aquel que guste del cine extraño y bizarro.

Mezcla de autores como el Marqués de Sade y el cuento de Edgar Allan Poe "El método del doctor Alquitrán y del profesor Pluma", aderezados con surrealismo, la película es inquietante, bien hecha e interpretada, y se sigue con interés pese a que las reacciones del protagonista joven se perciben como falsas por demasiado pasivas y propias de un débil mental.

Sin embargo, este personaje, pobremente trazado, tiene su contrapartida en la potencia de los personajes del que llaman "marqués", realmente espléndido, de la chica de ambiguo comportamiento dominado por la falsedad de su carácter e intenciones, y del director del manicomio, reflejo, éste último, caricaturizado pero real, de cómo debían ser de verdad estas instituciones de tortura para los pobres e indefensos "pacientes" que allí acababan (o donde se les arrojaba).

Personalmente, lo único que no me gusta es el abuso continuado de esos puentes intercalados entre escenas, a base de animación de corte surrealista, pero casi todos iguales, de trozos de carne o bistecs que caminan, etc. El continuo uso de esto, desde el principio hasta el fin, causa monotonía redundante y aburre. Una forma de estropear una película que hubiera sido mejor sin eso.

Sobre ese mismo cuento de Poe, el director Brad Anderson construyó en 2014 "Asylum: el experimento", ésta sí una excelente película mejor concebida y desarrollada.