Anillo de compromiso

Con un profundo carácter humanista nos narra esta historia de sentimientos.
La enorme fuerza del amor, ¿las emociones se pueden controlar?

Visualmente utiliza muchos recursos, zoom, hermosos travelling, montaje en cascada, profundidad de campo, hábiles elipsis.
Movimientos de cámara estilizados, encuadres de gran belleza y notable efecto.
Gusta del detalle, mostrar la llegada de un tren, escenas cotidianas que ilustran la acción que estamos viendo y la enriquecen, unos niños bañándose, pescadores, recolectores de la cosecha.
Tiene el acierto de ir al grano y mantener un ritmo firme in crescendo.

El tono romántico es acentuado y consigue salir indemne de supuestas ñoñerías.
Bañada por un argumento tañido, logra hacerla suya y darle su visión personal.
El buen gusto está muy presente y forma un todo con la emociones que va desgranando.

Un joven Toshiro Mifune, está fantástico y arrebatador, así como la actriz y directora Kinuyo Tanaka, nos regalan una química muy especial.

Ocho años después, este prolífico director dirigió, "la balada de Narayama".
Años más tarde hizó un remake, más conocido, Imamura.

Puede que Kinoshita no sea el director japonés más conocido de la historia del cine, al menos en occidente, pero no cabe duda que se trataba de un hombre nacido para formar parte del cine, tal como se señala en cualquier apunte biográfico que podamos encontrar. "Anillo de compromiso" es su primer largometraje con guión propio, justo en los inicios de una década en Japón en la que el gran público demandaba historias en las que la sensibilidad y la moral correcta fueran los ingredientes esenciales. Hacía poco que había acabado la guerra y Keisuke Kinoshita nos planta una historia triangular en la que los recuerdos del conflicto bélico son constantes.

Y se marcó un largometraje ejemplar, con dos actores bien conocidos de la historia del cine japonés y tocados por la barita. La verdad que encontrarse con un Mifune joven, nadando en bañador con todo el esplendor de su juventud es una barbaridad. De sus dotes interpretativas no hace falta apuntar nada, pero es que la protagonista, Kinuyo Tanaka, es una cara conocida en películas de Ozu, Mizoguchi y hasta Naruse, es decir, todo son grandes pilares de puro cine. Por ello, si se le suma un guión contundente, con moralina, con una intensidad lírica elevadísima y unos movimientos de la cámara (también hay que decirlo) maravillosos, el resultado es de notable.

Se trata de una historia cruel en realidad, dos personas se encuentran (en un tren, maravilloso) pero las circunstancias impiden que sigan su camino juntos. Ellos quieren, claro, es en parte injusto, pero aparece la insalvable pared que supone la ética japonesa y el sentido del deber. Para él sería más fácil, para ella es imposible.

Y oh!! Maravilla!! Él no se queja, lo entiende y lo asume...

En la arboleda dos pájaros separan sus caminos / fue breve pero no se lastimó nada...