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Los girasoles ciegos

Drama Galicia, años 40. Al mismo tiempo que sortea los rigores de la posguerra, Elena (Verdú) y su hijo Lorenzo (Roger Princep) mantienen las apariencias para ocultar los secretos de la familia: Elenita (Irene Escolar), la hija adolescente, se ha fugado embarazada con su novio Lalo (Martín Rivas), un joven fichado por la policía; y su marido (Javier Cámara) vive oculto en un hueco practicado en el dormitorio matrimonial. Por si fuera poco, la ... [+]
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Críticas 138
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2008
91 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alberto Méndez vivió a hurtadillas su afición a la escritura alcanzando la recompensa con su única obra publicada: "Los girasoles ciegos". Su intención, la que guardó durante toda una existencia, fue recuperar la dignidad de los vencidos escondida durante los años de la posguerra franquista y que incluso a muchos aun hoy parece molestar que se recupere. Tras su fallecimiento, alcanzó el reconocimiento póstumo recibiendo el premio de la crítica, el nacional de literatura y cosechando el éxito siendo traducida a diversas lenguas y publicada internacionalmente.

La historia original en que se basa la película es poderosa y aborda en un lenguaje literario rico cuatro hilos paralelos relacionados con el sentido de la derrota: un capitán franquista que renuncia a la victoria, un joven que huyó con su pareja embarazada, un preso que lucha por dejar claro quién es víctima y quién verdugo, y un hombre que sobrevive escondido tras un armario. Sin alcanzar ni mucho menos las cotas de la obra literaria, Rafael Azcona -en su último legado- y José Luis Cuerda toman diversas pinceladas del relato intentando recoger la esencia del mismo y dejando un resultado en definitiva digno.

En toda la cuidada y bien ambientada puesta en escena, no deja de maravillar Maribel Verdú, a la que la ironía ha puesto a las órdenes del director que la rechazara de jovencita en un casting alegando que era demasiado guapa, y a punto estuvo de rechazarla ahora por demasiado flaca. Así que ella, aun con caderas postizas incluidas para ser lo voluptuosa que requiere su personaje, nos obsequia con su interpretación, dando réplicas a dos actores que no le desmerecen y resuelven óptimamente sus papeles: Javier Cámara y Raúl Arévalo.

Especial atención por el trasfondo de sus palabras y la escritura de los diálogos requieren las escenas entre Arévalo (el diácono lascivo que encarna las hipocresías del nacionalcatolicismo) y José Ángel Egido (el rector del seminario). También, poco antes del desenlace, nos deja Azcona de despedida en boca de Cámara, unos emotivos versos de Antonio Machado que no escribiré ahora, pues prefiero terminar con esta otra cita: "Seré uno más en el rebaño, porque en el futuro viviré como uno más entre los girasoles ciegos."
Pedro
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6 de septiembre de 2008
70 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego, estamos delante de una película, de una historia -o mejor dicho: las circunstancias históricas reales que la rodean - que cuenta algo que apela muy directamente al corazón del espectador. Quiero decir que si uno conoce un poco la historia de España -y ya no digamos si tiene noticia familiar, por amigos, conocidos... de casos más o menos semejantes a los que se narran en el film- es muy difícil no sentir simpatías/antipatías por las personas reales que puedan estar detrás de los personajes de ficción. De este modo, es fácil entrar en el mundo que se nos describe y, en consecuencia, mirarla con simpatía, perdonar sus fallos y juzgarla positivamente o, al menos, con benevolencia.
Me imagino que a mucha gente le pasará lo que acabo de describir y comprendo que es algo que se escapa a la razón, porque manda el corazón.
Ahora bien; si uno se plantea que lo que está viendo en la pantalla es -tiene que ser- sobre todo cine... entonces la impresión es otra muy diferente. La impresión es la de una historia cinematográfica fallida. Fallida, en primer lugar, por un guión poco sólido, confuso, en el que son demasiados los cabos sueltos (ya sé que decir tal cosa del gran Azcona parece un pecado, pero ésa es la verdad, por mucho que (me) duela). El personaje del cura -fundamentalísimo- está pesimamente tratado, es contradictorio -y no buscadamente contradictorio que sería lo bueno-, imposible de mantener. Y, sobre todo, está interpretado de una forma tan monocorde que echa para atrás. Lo siento por el actor, pero tiene muchísimo que aprender. Por ejemplo, y sin ir más lejos, de quién le da la réplica: Maribel Verdú y Jose Ángel Egido, salvando ambos lo muy dificílmente salvable. Por lo demás, la historia de los jóvenes huidos a Portugal no pega nin con cola en el conjunto de la narración, aparece como un añadido puesto ahí con calzador.
En fin; con toda la publicidad a favor y con un estado sentimental de la opinión pública -o parte de ella- por causa de la memoria histórica también a favor, le darán varios Goya. Pero no será justo ni honrado. Cinematográficamente, quiero decir.
Nadie mejor persona que mi tío Demetrio, republicano de corazón. Pero una cosa fue su dignidad, su valentía y otra que yo crea que sus relatos merecían el Nobel. No sé si me explico, pero algo parecido pasa con la película: las buenas intenciones no hacen necesariamente buen cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Moncho
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12 de septiembre de 2008
64 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, la Verdú no las enseña. Pero Javier sí, así que la ración de tetas frecuentes en las películas de cine español están en estos girasoles invidentes.

Y José Luis Cuerda, es un tipo grande, simpático y agradable, pero aquí ha patinado. Se maneja bien en el plano técnico y, desde luego, podría haber sido mucho más aburrida, pero no tiene alma, no hay pasión, no me creo como el diácono se deja llevar por la lujuria. Quizá, el principal fallo sea el guión que ha escrito el gran Azcona. Los personajes están mal trazados y desarrollados, no me creo a Raúl Arévalo y me resulta cargante, la parte de los dos chiquillos que se fugan es floja, floja y Javier Cámara merecía tener más minutos en pantalla porque su personaje es crucial.

El final resulta precipitado, estúpido, como si tanto Cuerda y Azcona tuvieran prisa por terminarla y tuvieran que buscar la salida más fácil. Quizá en el libro esté bien resuelto, pero desde luego, visto en pantalla no, resulta un poquito demencial. Tiene sus momentillos, eso sí, y el chiquillo pequeño no me repele, pero Cuerda podría haber sacado mejores cosas de esta adaptación.
Pataliebre
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29 de agosto de 2008
40 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando me senté en la butaca y vi los títulos de crédito iniciales, empecé a temerme lo peor. Tras estos, la primera secuencia me hizo pensar que definitivamente Cuerda había sido poseído por el Garci, con esa sacristía "gilparrondiana", esos engolamientos, esos susurros enfáticos, ese subrayado amaneramiento, esa planificación y dirección de actores...; pero tras esta introducción la película salta al domicilio de la Verdú y el Cámara, y no tarda en empezar a coger ritmo e interés la trama que se nos va a presentar.

Impresiona de veras ver el enclaustramiento forzoso del personaje de Cámara (tan sólo correcto) y conmociona ese ataque tan valiente como inconsciente y muy humano de ira y rebeldía, que bien podría haberle costado la vida, ante una sociedad enclaustrada y clerical a machamartillo, que a pesar de ello presumía en sus cánticos e himnos de empezar a amanecer... que al parecer no era poco... Son los mejores momentos de la magnífica historia que Azcona (en su último trabajo) y Cuerda nos están contando, pero es inevitable la sensación de que se podría haber sacado mucho más jugo a ese argumento, además de no estar bien contada la trama secundaria de la hija, realmente desaprovechada.

A pesar de esto, la película se deja ver muy bien casi todo el tiempo, si bien cae en los clásicos clichés habituales del cine español cuando refleja estos episodios de guerra, preguerra o postguerra, y así vemos cosas como: Republicano = Intelectual (bien apuntado por mi acompañante talktonight), o cura fanático y sin matices, o el maniqueísmo general en el retrato de unos personajes sobre otros, etc.

En cualquier caso, el conjunto general es más o menos defendible, y recupera en parte, salvando las distancias, a un Cuerda que tras la maravillosa 'La lengua de las mariposas' andaba algo desorientadillo. Como los girasoles...
Amor Perro
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29 de agosto de 2008
64 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay cosas que uno no llega a entenderlas del todo. Eso de cola Cao bajo en calorías, helados sin azúcares o pipas sin sal. ¡Vamos, que no lo entiendo! Ya que te pones, al menos ponte de verdad. Eso de las pipas sin sal me parece una de las cosas más tontas que puedo encontrar en un supermercado. ¡Pues no mola ni nada notar como los labios se van hinchando por la sal hasta que parezcan los morritos del Ronaldo!

Esta película es como las pipas sin sal. Absurda, postiza y muy sosa. Pero muy sosa. E igual que con las pipas sin sal, me pregunto el porqué de su existencia. No fallan estos girasoles tuertos en sus actuaciones. Tampoco es que sean de libro (excepto Maribel, que no sé cuando encontró una estrella y aliada con ella consigue deslumbrarme incluso en peliculillas de tres al cuarto como ésta). Además, tanto pedir a Raúl Arévalo que cambiara de registro para de una vez por todas demostrar lo que se podía vislumbrar, no vamos ahora a tirarle piedras. El problema de Raúl, no se su trabajo, que es correcto, sino el personaje irrisorio, sin pies ni cabeza, con el que tuvo que lidiar.

Que un director como Cuerda, realizador de algunas de las mejores películas españolas de los 80 y 90, haya cometido errores tan gruesos con las pipas estas, me da que pensar que necesita unas urgentes vacaciones. Para él, y para los espectadores que fieles siguen su cine. Seguir una escena en la que dos personas se pasan dialogando ¡cinco minutos! casi con cámara fija provoca que Morfeo me acorrale incluso en las butacas más incómodas.

Es una enorme pena que esto sea el último legado de Rafael Azcona. Y seguro debamos mucho a este guionista, pero hacía muchísimo tiempo que de su pluma no salía un guión aceptable. Este guión hace aguas por todos lados y junto con una mediocre realización nos da como resultado una de las peores películas que yo he visto últimamente en el cine.
Chagolate con churros
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