Gringa

Una comedia dramática independiente de esas que termina teniendo pequeñas cosas que te hacen quererla aunque su resultado sea algo normal tirado a correcto.

La película dirigida por la dupla de Mamy Eng y E.J. Foerster, es una película de la redención de padre e hija a quien la vida le ha separado y que en este recorrido que nos lleva la película encontraremos el camino para embarcarnos en una historia de volver a sanar de esas heridas del pasado.

Es una película sencilla que no tiene mayores complejos, nos plantea una historia con altos y bajos en donde encontramos un drama bien potente con toques de comedia que permite que nos envolvamos en una película esperanzadora en su propuesta final. Eso debido a que su guion tiene momentos inteligentes en donde sabe jugar con las emociones del espectador y con ello no permite que abandones el barco, ya que siempre te mantiene pendiente de lo que vendrá aunque es bastante predecible.

Es una propuesta que se deja querer gracias a que encuentra el gran fuerte en la interpretación de Jess Gabor como la protagonista de una historia que la hace brillar por completo tanto en los momentos divertidos como en los más dramáticos. Se complementa de gran manera con Steve Zahn permitiendo que nos termine agradando esta relación padre e hija.

No brinda mayores desafíos para el espectador que permitirse conectar con una historia y una película que mezcla el futbol con el amor de y las relaciones entre padre e hija con esos conflictos clichés que suelen tener este tipo de película que son efectivos porque son ocupados en momentos acordes para que no dejes de interesarte en lo que nos brinda Gringa.

Gringa no inventa la pólvora.
La fórmula de hija o hijo con problemas que busca reconectar con el padre al que nunca conoció, o del que se distanció hace muchos años, está más que sabida, manida y tratada en el cine.
Sin embargo, la cinta de Marny Eng y E.J. Foerster (en sus debuts como realizadores de cine) es indudablemente encantadora, muy entretenida, dulce, con muchos momentos de esos bonitos que gusta ver en película sencillas y sin muchas pretensiones, como lo es esta. La interacción entre padre e hija es conmovedora y divertida, y el visionado es en general muy agradable, aunque aporta poca o ninguna sorpresa, y la verdad es que es un poco un producto de usar y tirar. Se ve muy fácil, pero se olvida casi todavía más rápido.
Correcta y con encanto.

Lo mejor: La pareja que forman Steve Zahn (que borda este tipo de personajes de perdedor desastroso, pero muy simpático) y Jess Gabor, y su indudable sentido del entretenimiento y encanto.
Lo peor: Se olvida pronto y no propone nada novedoso ni verdaderamente interesante a nivel narrativo.