Campo de batalla

Fundamentalmente, es una película para subrayar el trabajo que hace el MASH (las unidades médicas) en tiempo de guerra. Esa parte es más importante que la historia de amor.

Puede pasar, pero es prescindible. Interesante sobre todo por la presencia de Humphrey Bogart y June Allyson, más que por la historia en sí.

Entretenida pero inofensiva película, pensada para resaltar los heroicos esfuerzos de las unidades sanitarias del Ejército de Los Estados Unidos (USA) en la guerra de Corea.
Lo cierto es que es algo desganada en su primera mitad para, menos mal, elevarse un tanto en la segunda, donde asistimos a varias escenas de acción y valor amén de heroicidad y demás, aunque quizás aquí lo más importante sea la historia de amor, al menos lo que lleva más minutos, que no son excelentes en sí, pero que al menos deja un aceptable sabor de boca.
No aburre nunca, aunque es algo apagada al comienzo, pero poquillo a poquillo va subiendo en entretenimiento.
Buen reparto, destacando fácilmente el gran característico Keenan Wynn, que tanto valía para un roto como un descosido y el siempre excelente Robert Keith, padre del recordado Brian.
Buena fotografía en blanco y negro de John Alton, e irregular dirección de un Richard Brooks primerizo, carente de la fuerza que más tarde imprimiría en el resto de su filmografía (aquí firma el guión también, adaptando la novela de Allen Rivkin y Laure Kern).
Se puede ver tranquilamente, pero no es de las mejores, ni mucho menos, de Humprhey Bogart.
Yo, aquí en Filmaffinity, le daría un 5,5, pero como no se puede le doy el 6 porque un cinquillo tampoco merece muy justo.

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Mediocre película a mayor gloria del gorras.

Blanda, inofensiva, didáctica y previsible, su objetivo, además de pasear al caratabique ante su afición, es encumbrar la noble causa de los servicios médicos en las guerras, lo cual es tan merecido como obvio.

La película despunta ligeramente en los momentos en los que el gorras se aferra una botella y parece que amaga con perder el control, pero no, ni siquiera se llega a enfundar los guantes.

Olvidable.