Lovely Molly

Eduardo Sánchez, el director de El proyecto de la bruja de Blair, esta vez en solitario presenta, la poco evolucionada respecto a sus anteriores films, Lovely Molly, donde una pareja de recién casados se instala en la casa de la infancia de ella. A raíz de esta nueva vida en la casa, Molly comienza a recordar muchas de las cosas que le ocurrieron en su terrible infancia. La protagonista se verá cada vez más empujada por unas fuerzas maléficas que no podrá controlar.

Conflictiva cinta desde el principio al abordar demasiados datos innecesarios, llegando por momentos a confundir al no saber qué quiere explicar el guionista y director del film. Por un lado rehúsa utilizar sustos fáciles para darle un aspecto más serio a la historia y crear así un terror más psicológico, maniobra que no tiene éxito porque nunca llega a transmitir al espectador ese terror o miedo, debido a los pobres diálogos y a la poca profundidad de la trama que aborrece por momentos y nos hace pensar muy poco. Porque da las soluciones a las preguntas que se suceden a lo largo del film de manera casi inmediata. No tenemos sustos, no aterroriza y tampoco nos engancha.

El director vuelve a utilizar la cámara de vídeo en primera persona, quizás para añadir un poco de credibilidad a la historia, pero a pesar de ser un recurso que suele funcionar en otras películas como fue el caso de La Bruja de Blair, en esta ocasión, no logra su objetivo y pasa a ser un recurso innecesario para la historia.

He de puntualizar que a pesar de no aportar nada nuevo y de tener algunos momentos flojos, es un film que se deja ver, por lo que si sois fieles al género no dejéis de verla.

Como lo más positivo, destacaría la evolución de la película que va siempre en un orden ascendente de menos a más, al igual que la degradación sufrida por la protagonista Molly (Alexandra Holden) que carga con todo el peso de la película.

http://www.terrorweekend.com/2012/10/lovely-molly-review.html

Hace poco más de una década Eduardo Sánchez junto a Daniel Myrick, revolucionaban el género del terror y la forma de vender una película, con El proyecto de la bruja de Blair, ahora presenta en solitario La posesión de Molly, una película que no revoluciona nada.

Recién casada, Molly vuelve a la casa que fue de sus padres y pronto se da cuenta que algo extraño sucede en la casa, algo que remueve un pasado terrible que la hacen perder el control en sí misma.

A favor, habría que decir que Sánchez confía en su historia, en los climas que logra generar y la tensión resultante de un relato un tanto amodorrado pero que respeta su coherencia interna.

Además, prescinde de los tan socorridos golpes de efecto, busca generar el miedo a través de una atmósfera creada por la incertidumbre alrededor del personaje de Molly, y su constante degradación ante el extraño fenómeno al que se enfrenta.

Cada tanto hay ecos a la ya mencionada bruja de Blair en el uso de escenas filmadas con cámara en primera persona, un recurso que en el caso de la película que nos ocupa, aporta poco al desarrollo del relato.

A pesar de contar con interpretaciones sólidas, la película se pierde en explicaciones y se carga muy fuerte hacia el drama abandonando por largos momentos los climas conseguidos.

Ni bien uno empieza a ver esta historia, se encuentra con reminiscencias en su realización la primera pelíula de su director Eduardo Sanchéz, El proyecto de la bruja de Blair, como en su conseción minimalista, en Lovely Molly, al igual que en Blair, los protagonistas son 3, gran parte de lo que sucede es filmado por una camara de video, sostenida por la misma protagonista, todo esta embargado de una aura oscura, inncluso las locaciones, y eso es un merito a destacar por parte de su director, ya que logra que hasta un supermercado adquiera tintes góticos, y sea un lugar tenebroso y oscuro.
En cuanto a la historia, no me recordó a Blair, a la que se parece en sus aspectos tecnicos, sino a la novela Otra vuelta de tuerca, en esta no sabiamos si la niñera que cuidaba a los niños se estaba volviendo loca o estos en verdad eran poseidos por un espiritu.
Bueno acá sucede algo similar, ya que hasta llegar a la mitad no sabemos si Molly alucina y se está enloqueciendo, o si en verdad el espiritu de su padre la acosa.
Aunque lamentablemente cuando se revela cuál de estas 2 posibilidades es la correcta, la película pierde fuerza, y se vuelve de lo más predecible, y ridícula también, es muy malo el final.
Iguial destacar tanto a sus interpretes, convincentes todos en sus personajes.

Esta película, a mi parecer, no tiene nada interesante. Ni los personajes, ni la historia.

Me ha parecido tediosa y deseaba que terminara desde mucho antes del fin. Además los actores no lo hacen especialmente bien y los personajes, no sólo están mal definidos, sino que se comportan como idiotas en toda la película.

Intenta crear cierta intriga y misterio, pero no lo consigue.

Curiosamente, a un amigo mío le ha gustado (le he preguntado las razones y todavía no lo entiendo).

Resumiendo: sólo ver si eres un incondicional de las casas encantadas, y aún así me lo pensaría.

El valor que podría tener este filme es precisamente lo que la hecha a perder. Quiere ser un filme de terror de corte clásico y también muy moderna, quiere pasar por erótica y sexy pero también quiere ser bizarra y amarga. Quiere muchas cosas a la vez y no logra que cuaje realmente por ningún lado. Se puede salvar por el papel de Gretchen Lodge interpretando a Molly, pero pare de contar.
El filme va de una pareja de recién casados que se va a morar a una vieja casa que la mujer heredó. Ya se intuye que algo oscuro va a pasar allí y que ni él ni ella van a salir bien librados. Aparece la policía para investigar (recurso clásico y ya muy cliché de la historia) y no pasa nada. Gradualmente nos vamos insertando en lo que realmente ocurre, pero no es nada tampoco original: voces en la cabeza de Molly le interpretan su propio pasado y la tragedia que se vivió en aquella casa. Con eso uno ya se puede hacer a alguna idea de lo que va a ocurrir en el filme, insertando en ello el manejo de la videocámara, a la que ya nos acostumbró Eduardo Sánchez desde la clásica Blair. Y así la película se va volviendo un tedio del que uno se apura a querer salir. Por fortuna es corta.