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El cameraman

Comedia. Drama Enamorado de una oficinista que trabaja en MGM Studios, un torpe hombre intenta convertirse en camarógrafo para estar cerca de su objeto de deseo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
24 de diciembre de 2006
59 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo soy muy patoso. Debo tener la espinilla hendida de tantos golpes que me doy en el curro con el pico de la mesa cada vez que me cruzo con la chica que me gusta y le cedo el paso por el estrecho atajo que ambos tomamos para salir de la sala de informática. Podéis imaginar por qué me encantan los perdedores que retratan con ternura Chaplin y Keaton.

"El cameraman" es uno de los trabajos menos conocidos de Keaton. No es porque sea peor que las demás, sino porque la película permaneció perdida durante muchos años. En 1991 se encontró una copia del positivo de casi la totalidad del film, así que se volvió a montar una nueva copia rellenando los tramos faltantes con parte del material deteriorado que se encontró en 1968. Ésa es la razón de que la calidad de las imágenes de las versiones que podemos encontrar actualmente varíe drásticamente de unas escenas a otras. (Información extraída de donde ya sabréis la mayoría, de esa otra página de cine en inglés.)

Como siempre, el vivísimo ritmo y la corta duración no me dejaron ni echar un vistazo a mi reloj.
Como siempre, se escapan un buen puñado de gags memorables: la partida de béisbol que se organiza él solito –sin bola, sin bate, sin compañeros... ¡¡¡y casi hay pelea!!!–; la que monta para abrir la hucha; los imprevistos de la piscina; las guerras Tong...
El monito es la caña. Pero la caña. Se merece el Oscar más que muchos actores humanos que lo han ganado.
jastarloa
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14 de septiembre de 2011
40 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así de claro. Uno debería llegar a la farmacia y decir al farmacéutico: "Póngame una caja de Buster Keaton, 600 mg". No señores, no estoy loco ni bebido ni nada parecido. En esta asquerosa sociedad los problemas y las depresiones se curan a golpe de química. Millones de personas abusan de los antidepresivos para intentar superar algún mal trago o una situación triste. Por favor, déjense de tomar esas porquerias, yo les recomiendo algo mucho más sencillo y eficaz: una película de Buster Keaton. Con una buena dosis de cine de Keaton usted pasará un rato ameno y divertido, y si tiene algún tipo de depresión le aseguramos que ni siquiera se acordará de ella cuando finalice el film. AVISO: la ingesta masiva de películas de Keaton puede provocar efectos secundarios como dolor de diafragma o incontinencia urinaria.

Ahora en serio, la película es un no parar de situaciones divertidas. Escenas sublimes como la de las escaleras, la del vestuario, la de la piscina y sobre todo la extraordinaria secuencia en el barrio chino. El esquema del film es el típico de las películas de Keaton: un pobre hombre de gran corazón pero extremadamente torpe y con mala fortuna que se enamora de una chica a la cual deberá conquistar no sin antes rivalizar con el fanfarrón de turno. Entre tanto, golpes, caídas, porrazos, encontronazos con la ley... Si, es lo mismo de siempre, pero es que a Keaton le sale tan jodidamente bien que no necesita mucho más para hacer de un simple gag una obra de arte.

Hacen falta más Busters Keaton en este mundo, hombres sencillos, simples perdedores que gracias a sus payasadas pueden hacer felices a millones de personas tras casi 100 años. En el fondo Keaton era un auténtico privilegiado, porque amigos, pocos oficios me parecen más bonitos que el de hacer reir a la gente.

En fín, señoras y caballeros, déjense de prozac y otras guarrerías y prueben el "método Keaton", quedarán totalmente satisfechos (para más información consulte a su cinecéutico).
Yeyo
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24 de abril de 2007
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me vienen a la memoria nombres cómicos como El gordo y el flaco, Charlot ó incluso, los mismísimos hermanos Marx, y todos se reían, Stan Laurel y Oliver Hardy se reían de las trastadas mutuas que se hacían, Charlie Chaplin tenía una sonrisa muy especial cuando estaba enamorado y Groucho y compañía se reían de sus propias gracias, pero Buster Keaton ¡no se ríe ni a tiros! Y me pregunto un poco burlonamente ¿Es que acaso es cómico un naufrágio ó una pelea de bandas en Chinatown?

Bueno, ironías aparte, la verdad es que Keaton es un cómico como la copa de un pino que no nos defrauda nunca. El cameraman, siendo un poco más floja que otras películas suyas, es un prodigio de imaginación y de gags, gags a los que ya ha hecho referencia otro compañero de críticas y a los que quiero añadir solo uno: No se pierdan la secuencia del vestuario de la piscina.

Mientras escribo esto trato de recordar el nombre del director. Y tendré que mirarlo luego. Porque un actor como Keaton “roba” la película incluso al director más afamado, de su época ó de cualquier época.
FATHER CAPRIO
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30 de septiembre de 2009
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra genialidad del más grande clown de la historia. Keaton hace gala de todo su ingenio y capacidad para el gag visual en una constante sucesión de escenas magistrales, al más puro estilo de Las Siete Ocasiones, en las que parece que su talento no tiene límites. Le da igual hacer un gag en un minúsculo probador de una piscina pública que en medio de una batalla campal en medio de Chinatown. Y lo más asombroso de todo es que casi un siglo después sigue manteniendo intacta su capacidad de hacer reír. Ver una película de Keaton es apreciar el cine en su más pura esencia. Sorprende la imaginación, madurez y soltura que demuestra tras la cámara, no solo por su expresividad y composición del plano, sino por algunos movimientos muy imaginativos, como el travelling vertical del gag de las escaleras o la camara fija en el camion de bomberos (otro gag breve pero genial). Da igual lo simple de la premisa argumental. Lo que importa viene después. El retrato del personaje de Keaton me parece que esta bien definido. Incluso el gag menos original y tópico a día de hoy, el del policía, gana sabiendo que posiblemente se convirtió en un tópico gracias a films como este. Entre el resto algunos geniales como el de la hucha, la del teléfono y su posterior carrera, el de la piscina o el de Chinatown. Pero hay tantos… Y además de ser una película divertidísima, vista con el tiempo se ha convertido en uno de los más sentidos y hermosos documentos sobre los pioneros del cine, de los que él mismo formó parte esencial. Todo un clásico esencial de la comedia a no perderse.
cineoptero
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2 de mayo de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay cosas que alientan de inmediato la voluntad del hombre: saber que ganará una buena suma de dinero, sentir que ayudará a alguien muy importante en su vida, el ofrecimiento de un alto reconocimiento… y sobre todo, el convencimiento de que, con tal acción, conquistará el corazón de aquella mujer que ahora ocupa sus más bellos sueños.

Luke Shannon estaba asumiendo la vida sin grandes pretensiones. Se conformaba con tener una cámara –que más parecía una coctelera-, con la cual atraía en las calles a algunos transeúntes, hasta que un día, una multitud de camarógrafos se agolpa a su alrededor… y él es empujado hacia una chica que, a su vez es empujada hacia él, hasta que, por fuerza del destino, se juntan sus cabezas… y el aroma de su cabello, y la calidez de su piel, hacen que el cameraman se sienta en el cielo, y ya no piense en otra cosa que en ella.

Se inicia así un dulce romance colmado de afanes, de solidaridad, de grandes aspiraciones… y también obstruído por las torpezas, por el enamorado opositor, por los reveses de la vida.

Es este, quizás, el más romántico filme que hizo en su vida Buster Keaton. Sally, la chica empleada de una sala de reporteros gráficos de la MGM, se muestra hondamente solidaria con el cameraman, lo privilegia y le ofrece alternativas de progreso, y al sentirse valorado, él la pone en una cumbre (excluida de cualquier gag, como no ocurriera con tantas otras partenaires), y la asume, desde entonces, como el máximo objetivo de su vida. Y la actriz, Marceline Day, le da la más grata medida porque posee ángel, al tiempo que fluye un romanticismo bastante persuasivo.

Adicionalmente, el filme ofrece numerosos momentos hilarantes y gags muy creativos que lo convierten en una gratísima experiencia por doquiera que se le mire. Ensoñación, ternura, calidez, genio humorístico y una férrea lucha por conquistar un corazón, nos introducen en una comedia inolvidable que, sin objeción alguna, enriquece al arte.

Gente, como Buster Keaton, dignifica al cine y hace más grata la existencia.
Luis Guillermo Cardona
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