Chicho Terremoto (Serie de TV)

"Chicho, chicho, un terremoto que destroza todo....". Qué alegría me he llevado al ver esta serie en el FA (ultimamente estais sembrados a poner series de dibus de los 80....eso es bueno), un auténtico mito de los 80 que no estaría del todo mal que alguna cadena se animara a reponer.
Aunque de emitirse en la actualidad levantaría las protestas de los cuatro de siempre (las mismas "bienpensantes" voces que se alzan contra Shin-Chan, por ejemplo), seguramente volvería a tener un éxito inmenso. No sólo porque los de aproximadamente mi edad la veríamos -de nuevo- en masa, sino porque es tan rematadamente buena que acapararía -de nuevo, también- una nueva legión de seguidores. ¡Si!, ¡si!, buena. Es inevitable recordar al cabezón de Chicho levantando las faldas a las chicas y diciendo su famosa frase;" ¡tres puntos, colega!", pero es que además....era tan surrealista, tan absurda y con un humor tan extremadamente escatológico, ponían esas caras tan descacharrantes (tan típicas del ánime de humor japonés), era tan carente de sentido y coherencia.....que no podías parar de mearte de risa con ella.
Recientemente vi algunos capítulos de la serie gracias al milagro de internet, y a los que tengais miedo de volver a verla por llevaros una decepción, no os quedeis con el recuerdo de cuando éramos niños: Os vais a volver a descojonar, os lo digo yo. Y la disfrutareis más ahora, ¡así que a por ella!

Este pequeño cabezón, travieso y simpatico niño demostró definitivamente que no todas las series de dibujos animados infantiles tienen por qué estar cortadas por el mismo patrón. Imposible describir las carcajadas que conseguía arrancarme el humor absolutamente hilarante y surrealista de estos dibujos.

Esos levantamientos constantes de faldas para ver bragas blancas, ese perro con gallumbos y su genial cinismo, esos ojos reducidos a puntos en la cara de sus desconcertados dueños, esos triples surrealistas, esas caras imposibles, esos descuajeringamientos corporales, esa lengua y esa carcajada inolvidables de Chicho,... consiguieron de esta serie de dibujos el producto televisivo más descacharrante que imaginar se pueda.

Así que de tres nada,... ¡ocho puntos, colega!

Estoy seguro de que Chicho Terremoto no sería ni la mitad sin el estupendo doblaje con el que aterrizó en nuestro país. Y es que cuando el ramen se convierte en cocido madrileño y Akane en Rosita, todo cambia mucho. Ahora bien, sea por doblaje o porque la serie es buena de por sí, lo cierto es que Chicho es el personaje de anime que más me ha hecho reir. En la memoria y para el recuerdo quedarán siempre capítulos como la parodia de Star Wars, el de la ola gigante o el del entrenamiento de ping pong...

Chicho FTW!

"Tres puntos colega". Esta frase ha quedado grabada en la retina de muchos jóvenes de la generación. "Chicho terremoto" es una serie gamberra sobre un niño (Chicho) enano y cabezón que juega en el equipo de baloncesto de la escuela (Los Búfalos). El pequeño Chicho se enamora de Rosita, pero tendrá competencia. El perro de Rosita, Bobby, intentará hacerle la vida imposible al pequeño protagonista.

La obsesión de Chicho no era otra que las bragas. Si eran blancas mejor, era símbolo de pureza. Así que Chicho se pasa la serie entera levantando la falda a las niñas del cole para buscar unas braguitas tan puras como las de Rosita. Su colección de ropa interior llega a ser asombrosa.

Chicho es el as del básquet, pero no sólo eso, cuando se apunta al club de Ping Pong se convierte en una fiera del tenis de mesa. Ver a Chicho subido encima de la mesa (era muy bajito) jugando era para troncharse.

¡¡¡Oliver y Benji, temblad si a Chicho le da por jugar al fútbol, es una fiera!!!!

Es difícil hacer series para niños sin tomarlos por tontos, por eso recuerdo con especial agrado al legendario Chicho Terremoto, ese niñato irreverente, obsesionado con verle las bragas a su amor platónico (porque ella no se deja, claro), Rosita y autor de los más surrealistas gags baloncestísticos que he visto en mi vida. Sus aventuras y desventuras ocupan el podio de grandes momentos de mi infancia y ahora mismo, según escribo, lo tengo de salvapantallas.