Little Senegal

Como ya se ha dicho, se trata de una historia humilde y sencilla. Yo las prefiero, sobre todo cuando escasea el dinero.
Para ser justos, no se puede decir que tenga fallos; más bien son "limitaciones". No se puede hablar de mala narración, de mala fotografía, de mal sonido, de malas actuaciones, de excesivo metraje, de previsibilidad... Lo único que admitiría argumentar como fallo sería el principio, pero creo que es totalmente necesario contarlo lentamente para que al finalizar la proyección nos demos cuenta del diferente ritmo de vida entre la gran Nueva York y el pequeño Senegal.

No creo que sea una película de crítica social, más bien es un retrato social, sin culpar a nadie ni a nada, simplemente se muestra lo que hay. Y, desde luego, no hay ningún tipo de racismo militante a lo Spike Lee. Es una película "de negros", pero no "para negros".
La inmensa sabiduría de los diálogos, reducidos a lo imprescindible, nos deja una sentencia para la posteridad: "No existen ni el blanco ni el negro, sólo el verde".

Me encantan estos finales.

Como bien dice jastarloa en su crítica, con "Little Senegal" nos hallamos, más que nada, con un retrato, pues Bouchareb sencillamente pretende lograr eso, reflejar una situación del mejor modo posible a través de unas sencillas premisas iniciales. Y no se crean, que durante algunos segundos llega a lograrlo con cierta maña, ya sea mediante sus personajes o algún que otro elemento que confluye dentro de la obra.
Y la verdad es que la idea no me desagrada en absoluto, es más, son este tipo de films los que más suelen gustarme (como ya me sucedió con "Wonderland", por ejemplo), pero aquí hay algo que, bajo mi humilde opinión, falla estrepitosamente.
Quizá sea que las relaciones entre los protagonistas se me antojan demasiado frías, o que no resultan todo lo veraces que podrían haber sido.
Buscar culpables tampoco sería correcto, pues su director lo intenta mediante un estilo algo áspero y sus intérpretes también intentan dar lo que pueden de sí, pero algo falla, y es una verdadera pena...
Un intento digno y de lo más loable.

Un hombre de paz, un anciano sosegado y juicioso, que ha pasado los últimos años de su vida mostrando, en Senegal, un museo dedicado a la esclavitud; decide, tras investigar que algunos de sus ancestros fueron capturados por aquellos barcos negreros, hacer un viaje exploratorio siguiendo la ruta que calcula sufrieron encadenados. En los Estados Unidos, a los cautivos explotados se les ponía el apellido de sus amos, y tirando de ese hilo nuestro africano de buen corazón llega hasta Nueva York.

A la urbe multirracial por excelencia llega Allune, arrasando con su inocencia, educación, paciencia y sentido común, en un hábitat donde estas virtudes terrenales hace mucho que se extinguieron. Se ríen de él por desconocer que en las modernas civilizaciones, sus principios ya no sirven, a menos que vayan acompañados de una buena taleguilla de dólares. Pero lo cierto es que la vida de los africanos, sean de Harlem (afroamericanos) o de Little Senegal, en esencia, sigue siendo penosa y muy poco envidiable.

El periplo identitario y existencial del senegalés le sirve a él, para descubrir la escasa evolución de los suyos en un país en el que, en general, siguen chapoteando para sobrevivir. Y nos sirve a nosotros, los espectadores, para pisar las calles y olisquear la verdad, de ese lugar que se jacta de brindar a todos las mismas oportunidades.

La búsqueda del pasado te puede llevar a encontrarte con tu futuro. Esta película nos lo muestra de forma sencilla y con unos personajes llenos de emotividad. La historia brilla por su realismo, ayudado en gran medida por la buena interpretación por parte del protagonista.