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Vania en la calle 42

Drama Un grupo de actores ensaya "El Tío Vania", drama de Antón P. Chéjov. En una casa de campo una familia se reúne con sus amigos en torno al profesor Alexander Serebryakov, un hombre vanidoso y engreído que desde hace años asegura que está escribiendo su obra maestra. Los personajes principales son: Yelena, su segunda y joven esposa; Sonya, hija de su primer matrimonio; la abuela de Sonia y suegra del profesor, y el tío Vania, que cada vez ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
31 de julio de 2008
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Último film de Louis Malle. Escrito por André Gregory ("Mi cena con André", Malle, 1981), se basa en la tragicomedia "Tío Vania" (1899), de Antón P. Chéjov, según la versión inglesa de David Mamet. Se rueda en exteriores y en el interior del New Amsterdam Theater (NYC). Gana el Gran Premio del Jurado de Valladolid. Producido por Fred Berner, se proyecta por primera vez en público el 13-IX-1994 (Toronto Film Festival, Canadá).

La acción principal tiene lugar en el New Amsterdam Theater (NYC). Se añade un breve prólogo con la llegada de los actores y actrices al teatro. Vania (Shawn), hermano de la primera mujer del profesor jubilado Alexander Serebryakov (Gaynes), es el administrador de su finca rústica. En las casas de ésta tiene lugar la acción de la obra teatral. Soltero y solitario, se enamora de Elena (Moore), de 27 años, segunda esposa del profesor. Les visita con frecuencia el médico rural Mijail Astrov (Pine), que departe largamente con Sonia (Smith), hija del primer matrimonio del profesor. Vania es rústico y excéntrico, Sonia es solitaria y poco agraciada, Astrov es escéptico y pesimista, Elena es fría y misteriosa. Encarnan el mundo rural Sonia y Vania. El profesor y Elena representan el mundo urbano. Sonia es el contrapunto de Elena.

El film constituye un homenaje de Malle al teatro, al mundo del teatro y a Chéjov. No ofrece teatro filmado, sino que construye una versión cinamatográfica del ensayo de una representación teatral. El realizador, con la colaboración de actores y técnicos, crea una interesantísima propuesta de teatro dentro del cine. Con él enriquece el análisis de un tema abierto y polémico, como el de las relaciones entre cine y teatro. Desarrolla su reflexión de manera directa, sencilla y sincera, libre de afectaciones y artificios. Malle no quita ni disimula el aspecto teatral de la obra, que es fundamentalmente un trabajo de actores y actrices.

Trata temas diversos como el amor, la soledad, la vejez, el deseo, la búsqueda de la felicidad, la desolación, el sinsentido de la vida, la resignación, el vacío existencial, etc. Desde posiciones pesimistas y nihilistas, el texto de Chéjov explica que el amor lleva inevitablemente a situaciones límite de frustración, dolor y amargura. Dicho en otros términos, los seres humanos no son capaces de conseguir la felicidad.

La música, de Joshua Redman, aporta una partitura breve de cortes jazzísticos, de viento y saxo, intensos y vibrantes. La fotografía, de Declan Quinn, subraya el tono sobrio y austero del relato. Los actores visten prendas de calle del momento (1994), de colores oscuros y tonos neutros (marrones, grises, granates y negros). Son similares los colores del escenario. Las tomas son precisas y suaves. La iluminación es escasa y proyecta toques de luz que evocan la iluminación de velas, candiles y quinqués. Las interpretaciones son soberbias. Gran película.
Miquel
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1 de diciembre de 2006
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una inspirada e intensísima visión, no solo de la obra “Tio Vanya” de Chejov, sino de la literatura y el teatro en general (sobre todo los clásicos), y del papel y lugar que ocupan en el mundo que nos ha tocado vivir.
Creo que es una de las visiones literarias mas acertadas que he visto en el cine, por no decir la más acertada. No solo creo que aborde adecuada y magistralmente la obra de Chejov; no es que sea más o menos fiel al relato o a su espíritu, sino que veo esta película como una visión recreada en el celuloide de la experiencia literaria en general; y para plasmarla Malle no vaga por intrincados vericuetos dialécticos, ni nos sermonea, ni formula un pedante discurso reivindicativo; sino que erige todo un sensible homenaje al teatro y a la literatura, a nuestra experiencia ante las letras, desde la modestia y la honestidad.
Es difícil no emocionarse, tanto por lo que nos transmiten los actores, como considerando la personal, sensible e iluminada mirada de Malle.
irian hallstatt
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8 de diciembre de 2005
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de los ensayos sobre una pieza teatral de Chéjov –“El tío Vania” –, Louis Malle sitúa a sus actores fuera del contexto de la obra, con ropa de calle, a veces representando simplemente leyendo el texto alrededor de una mesa, sin ni siquiera el decorado que correspondería. De esta forma nos presenta una original puesta en escena teatral pero en la que realiza al mismo tiempo un excelente ejercicio cinematográfico.

El guión de David Mamet llena con el dramatismo apropiado las escenas escritas por el autor ruso un siglo antes, de modo que termina por meter al espectador en la trama quedando olvidada la escenografía y dando así más importancia si cabe a la interpretación de los actores. Porque ésta es fundamentalmente una película de actores, donde su protagonismo aparece subrayado al obligarnos el anacronismo ambiental a centrar nuestra atención en las palabras y los gestos. Julianne Moore borda su papel dejando aquí muestra de sus mejores cualidades como actriz.

En definitiva, estamos ante la unión de tres genialidades: la pluma decimonónica de uno de los escritores rusos imprescindibles, el talento en la adaptación de una de las figuras artísticas estadounidenses más completas del siglo XX (novelista, ensayista, dramaturgo, guionista…), y el testamento cinematográfico de uno de los más prolíficos directores del cine francés y europeo. No es por tanto de extrañar que “Vania en la calle 42” sea sencillamente... ¡brillante!
Pedro
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31 de marzo de 2006
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Independientemente del mayor o menor interés de la trama, bastante previsible desde el principio, aun para quien no conozca la obra original de Chéjov, la brillantez de esta película se sostiene en las excelentes interpretaciones de absolutamente todos los actores, que muestran su maestría teatral, sin que por ello la construcción de los personajes parezca excesiva o resulte sobreactuada, teniendo en cuenta que asistimos a ella a través de la gran pantalla y no directamente sobre el escenario.
Se echa quizá en falta una mayor presencia de la banda sonora, de Joshua Redman, cuyo protagonismo al arrancar la película hace pensar que tendrá más importancia de la que al final tiene.
monicaca
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25 de septiembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Louis Malle se distinguió a lo largo de su carrera por una calidad constante en sus obras, con alguna obra redonda, y ráfagas perennes de gran cine. Esto le creó un status de maestro del cine y de privilegio que utilizó admirable y modélicamente en la que fue su útlima obra: "Vania en la calle 42". Un proyecto tan sencillo como osadísimo: filmar el ensayo de la obra de Chejov "Tío Vania" en la adaptación de Anton Gregory. El resultado es simple y llanamente prodigioso.
Desde el mismo momento de su inclasificabilidad (teatro filmado; cine teatralizado; documental) se hace fascinante, arrebatadora. El film supone una fusión tal de Cine/Teatro y viceversa que se la puede catalogar como un Hecho Cultural de primerísimo orden que fue acrecentado por su escaso eco comercial contrapuesto a su gigantesco eco crítico (la tragedia de la lógica).
La película o la obra de teatro, es portentosa por la misma base de la que parte, el pluscuamperfecto tapiz de Vida y reflexión acerca de la condición humana (Felicidad, (Des)Amor, Familia, Amistad, Egoísmo) que Chejov legó al mundo en su obra más conocida, absolutamente inmortal, atemporal, imprescindible.
Esa base es trascendida hacia otro prodigio: la Interpretación. "Vania en la calle 42" lleva la Interpretación a sus raíces, al Teatro, el lugar desde el que se aprende a gesticular, transmitir, emocionar, crear. Las interpretaciones son de órdago, soberbias, magistrales, exquisitas, que hacen de la película una delicia que no requiere de nada más que eso: el texto de Chejov y las interpretaciones de ese insuperable equipo de actores que da vida a los complejísimos personajes del autor ruso. Una obra de arte, inexcusable para todos los que creen en la Cultura como recodo, entretenimiento o simple lugar de desarrollo de neuronas. Guión de David Mamet.
kafka
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