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Orozco el embalsamador

Orozco el embalsamador
2001 Colombia
Documental, Intervenciones de: Froilan Orozco
5,8
182
Documental Documental en la línea de "Mondo Cane" o "Faces of death", que nos muestra el trabajo de Orozco, un embalsamador que trabaja en Colombia. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
10 de febrero de 2019
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es fácil llegar al conocimiento de la existencia de este documental, pero nunca es tarde si la dicha es buena.

Está mal que lo diga, aunque me escudo en el anonimato para responder al usuario loboden muchos años después, ya que yo sí he presenciado y practicado con mis propias manos autopsias, por cortos periodos de tiempo en los que he trabajado como forense a ratos sí, a ratos no (no como embalsamador, que es otro trabajo del que conozco lo justo).

Efectivamente las maneras y los métodos empleados por el tal Orozco no son las mejores. Ya hace algunos meses que vi el documental y no lo recuerdo en su totalidad, pero sí me impresionó como mueve los cadáveres con correas, como si fueran embutido, para subirlos a la mesa. Aunque también es cierto que no tiene ayuda para realizar tal tarea físicamente exigente, además de sus problemas de salud que le complican realizar semejante esfuerzo. Tenía el hombre una teoría absurda de por qué no abría los cráneos, asegurando que se aceleraba la putrefacción o algo así. La impresión que me dio realmente es que carecía de los medios materiales y la ayuda necesaria para abrir cráneos y examinar el encéfalo (evidentemente es muy importante hacerlo, siempre hay que explorar las tres grandes cavidades: craneal, torácica y abdominal). Las vísceras se extraen en bloque, se examinan, se pesan y, tras hacerle a cada órgano su pertinente examen (quedan troceados en varias partes), se introducen en bolsas y de nuevo al interior del cuerpo. Los rellenos con trapos, resinas y demás materiales corresponden al trabajo de los embalsamadores en los tanatorios, no es competencia del médico forense maquillar ni lavar el pelo ni demás acciones, “solo” describir lesiones, fechar la muerte, buscar tóxicos, causa de la muerte y si es violenta o natural, patologías concomitantes y demás circunstancias.

En un momento del documental aparece un auténtico embalsamador, en un lugar de trabajo más apropiado, dentro de lo que cabe, y con mejores materiales y conocimientos, que resulta evidente, “arreglando” el cadáver de una chica. Las diferencias con el modus operandi de Orozco se hacen evidentes. Además este hombre sí abre el cráneo de la chica, como se debe hacer.

El señor Orozco, que en paz descanse, da la impresión de ser un superviviente en un mundo cruel, violento, en el que una vida no vale absolutamente nada. Solo se gana la vida haciendo un trabajo desagradecido de la única manera que puede, sin medios técnicos, humanos ni conocimientos necesarios. Hacía un trabajo más o menos aceptable según para quien lo quiera ver, sobre todo por el nulo valor de las personas en ese ambiente, ganaba su dinero y vivía. Y esa parece ser toda su preocupación, más allá de hacer un buen trabajo o tratar con algo de delicadeza a los cuerpos.

La musiquilla de salsa omnipresente se torna macabra y algo desquiciante. Aparecen además escenas de levantamientos de cadáveres en la calle, todas muertes violentas, rodeados de curiosos y niños, que presencian por ejemplo a un chaval cosido a tiros en una acera, o a una prostituta molida a palos y apuñalada en la calle, a plena luz del día. Aunque no lo crean, esas cosas existen, y algunos nos las hemos tragado porque alguien tiene que hacerlo. El mal nunca toma vacaciones, y en ciertos países forma parte del día a día.
Hanshiro Tsugumo
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29 de julio de 2011
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
"AVISO": Me veo en la obligación, en primer lugar, de avisar antes de todo a las personas que vayan a ver este documental.
Este documental es lo más duro que he visto en mucho tiempo.
Recomiendo no verlo a personas sensibles o con estómagos delicados, puedes quedar marcado y afectado por mucho tiempo (no es broma).


He visto el documental de “Orozco el embalsamador” de principio a fin y me ha producido un sinfín de sentimientos y sensaciones…. Angustia, indignación, desasosiego, asco (no por los cadáveres sino por el tratamiento de estos).
No soy médico forense ni sé cómo se embalsama un cuerpo, pero dudo que lo que aquí se ve sea una práctica forense seria y profesional... Ese cuchitril, por llamarlo de alguna forma, que hace de sala de operaciones, sin prácticamente medidas higiénicas, los modos y formas con que se tratan a los cuerpos (véase el relleno de papel de periódico en la cabeza, los trapos, la limpieza de los cuerpos, etc.…), grotesco e indignante.
¿Realmente el embalsamamiento de un cuerpo consiste en sacarles toda la bolsa intestinal, cortarlas, lavarlas, y vuelta al cuerpo de nuevo? Lo dudo mucho.
Me gustaría que alguna persona entendida en este tema leyera esta crítica y nos informara con su opinión o crítica.
Si la vida de una persona en Colombia no vale nada o casi nada, entonces puedo entender fácilmente lo que vale uno de estos cadáveres “protagonistas” de este documental.
Mis respetos para el Sr. Orozco (que en paz descanse) y su ayudante pues, a pesar de esta crítica, el trabajo que ha desarrollado durante tantos años quizás no pueda ser otro que el que es, por la precaria y marginal situación que les rodea y en la que desarrollan su actividad.

loboden.
loboden
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7 de marzo de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que la visión de este documental, que trata sobre la vida de un embalsamador (Orozco) en El Cartucho -uno de los barrios más pobres y violentos de Colombia-, produce una sensación chocante. Por un lado, acabamos desbordados por las continuas secuencias de embalsamamientos reales, en algunos casos muy crudas (por poner un ejemplo, el bebé), aunque esto se entiende al tener en cuenta que el director, el japonés Tsurisaki Kiyotaka, es un fotógrafo especializado en retratar la muerte. Por otro lado, estas secuencias, aunque bastante desagradables, son uno de los puntales sobre los que se configura la fascinante estética, feísta, deprimida, macabra y desesperanzada de este documental: estética subrayada por una música de salsa bastante negra y minimalista, que resulta ideal, y por la grabación con sonido ambiente (no se entiende casi nada, pero ni falta que hace).

Porque esta es la ventaja que "Orozco" tiene sobre otros "Mondos" que no son más que una sucesión de "imágenes de muerte" para alimentar el morbo. En "Orozco", estas escenas tienen un sentido artístico, de representación de una determinada realidad, guardan una coherencia, son sólidas en el conjunto final. A esto contribuye la fotografía, gris y descarnada (casi se puede aspirar el polvo de cada escena), en un barrio prácticamente en ruinas donde los asesinatos en plena calle son el pan de cada día, donde la miseria se palpa en cada rincón y donde la vida no tiene absolutamente ningún valor (Orozco, el embalsamador, al tratar los cuerpos como meros objetos, sirve muy bien para representar esa nimia distancia que allí hay entre la vida y la muerte: en este documental, un muerto carece de toda dignidad y no es más que un trozo de carne).

Mención aparte es el personaje más o menos "central": el embalsamador Orozco, un hombre que había estado en el ejército y luego había sido policía, y que decide hacerse embalsamador "para embalsamar a más gente de la que había matado". Aunque al principio este hombre suscita cierta simpatía, poco a poco van quedando más evidentes, a medida que lo conocemos en la cinta, sus rasgos siniestros, el terror que sobrevuela su figura. De hecho, esto queda patente en la propia página web del documental, donde se dice que el director le preguntó a Orozco fuera de cámara si sería posible rodar necrofilia o incluso una película snuff, y este le dijo que sí, siempre que tuviese la cantidad de dinero necesaria.

En fin, y para resumir: no soy un fan de los documentales Mondo, me desagradan mucho. Pero creo que lo que hace "Orozco" es aprovecharse de los mecanismos de este género para ir más allá. Orozco logra una estética propia muy definida, quizá cuestionable desde el punto de vista de determinados gustos (ciertamente, no es apta para cualquiera), pero al fin y al cabo artística: y cuando hemos acabado de verlo, sabemos que una parte de esa Colombia en crisis, arruinada, sucia y brutal ha quedado con nosotros. Para mí, ése es su mayor logro.
Glasshead
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7 de enero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No descubro nada, si digo que el documental a pesar de sus limitaciones técnicas y de sus múltiples defectos, impacta, abre un hueco doloroso en la mente, te deja en silencio sepulcral después de verlo. La forma mécanica, poco ortodoxa y hasta indolente con la que Orozco hace su labor es escalofriante, se respira sordidez, que al final termina asfixiando.


Acá no hay espacio para la piedad, la mesura o la prudencia, es sensacionalista y no se preocupa por ocultarlo, las secuencias son brutales, sangrientas y explícitas, pero sin efectos o actuaciones, y eso mismo deja el estómago revuelto, esto no es una oda a la vida, esto todo lo contrario. Creo que si el director hubiera dedicado un poco más de tiempo a la elaboración, el producto final sería mejor, hubiese sido interesante adentrarse más en la vida de Orozco, hasta para hacer un documental de este tipo se necesita sentido común y algo de talento, no todo el peso se le puede dejar a las imágenes grotescas. No sé si lo volvería a ver, pero era algo que tenía que hacer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Hal Kurtz
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26 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es lo más fuerte e impactante que he visto, tal vez, en toda mi vida. He tenido que verlo en dos días, porque la sensación que produce es abrumadora y lacerante. Indudablemente es un documental muy duro, no apto para todo el mundo, no ya por las escenas explícitas de vísceras, sangre y rostros desfigurados, sino por el aire gélido, impersonal, indiferente y objetivo de los cadáveres. Como muy bien indica una de las opiniones ya publicadas, la simpatía que despierta el protagonista se torna espanto a medida se le ve trabajar en esas condiciones de pobreza que obviamente empeoran mucho la imagen presentada.
La música está tan mal escogida que es una bofetada a los sentidos, podría tener pesadillas con esa melodía de salsa que surge, de forma repetitiva, durante toda la película.

Abstenerse hipocondríacos, escrupulosos, susceptibles y tanatofóbicos. Si puedo extraer un consuelo de este documental es que creo que ahora estoy inmunizada por una larga temporada a cualquier película de Pascal Laugier, Takashi Miike, Pasolini o Gaspar Noé.

Perturbadora no, lo siguiente.
Ipathia
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