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Crónica de un verano

Crónica de un verano
1961 Francia
Documental, Intervenciones de: Edgar Morin, Jean Rouch
7,6
968
Documental Además de ser una encuesta sociológica, Rouch y Morin plantean en Chronique d'un été una reflexión muy similar a la llevada a cabo por la Nouvelle Vague. A lo largo de la película en la que los directores recogieron el día a día cotidiano de París, se puede apreciar como la reflexión entre los hombres y su tiempo está muy vinculada a la relación del hombre con el cine. Al final de la cinta, los directores recogen el momento en el que ... [+]
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
12 de enero de 2009
42 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crónica de un verano pretende retratar el malestar social de un grupo más o menos representativo en un entorno y un tiempo concretos (el París de 1960). El resultado es magnífico, tal como delata una de sus escenas cumbre: Morin contempla el derrumbe de una de las entrevistadas (Marilou) y, lejos de condescender o plegarse al discurso sentimental, lanza una pregunta hiriente y certera que: a) crea desconcierto b) incide en la idea de que cualquier búsqueda de la verdad conlleva cierto distanciamiento (respetuoso) para limpiar el análisis posterior de retóricas emocionales. La pregunta exacta en el momento exacto. Punto.

Con esto no quiero decir que la visión que ofrece Crónica de un verano sea cínica, cruel, lejana. Al contrario: a fuer de ser sincera, objetiva y profesional, alcanza un humanismo purísimo que perturba al espectador, que le hace pensar, le descubre cosas, le conmueve. La guerra de Argelia, la alienación laboral, la familia, la imposibilidad de alcanzar un estado de felicidad pleno, el poder del dinero, el papel activo-pasivo de la juventud, el racismo o el nazismo... Son todos temas que se cruzan, con coherencia, en el camino que Rouch y Morin han trazado, y que tiene un fin muy claro: provocar al espectador, hacer que este se sienta implicado con los personajes, con lo que le han contado. Y que saque, después, sus propias conclusiones.

Pero es sólo al final cuando se pone en práctica la arriesgada estrategia conceptual de Rouch, la que eleva la película a la categoría de obra maestra. Hasta ese momento Crónica de un verano era un documental más (estupendo, pero uno más). Con la idea de proyectarlo a los propios protagonistas, la cosa cambia. Es el documental dentro del documental, o el documental reflexionando sobre sí mismo. "Quería rodar una película de amor y hemos acabado haciendo una de indiferencia, o mejor dicho, de reacción, no siempre positiva". Con esta frase Morin no sólo se sincera, sino que pone encima de la mesa -de disección- la propia naturaleza del cine documental, su función y si esta función es realizable o válida. Se cuestiona, en última instancia, aquello que se dio en llamar cinéma vérité.

En cierto modo es la película que resume y anula a todo el movimiento. Los autores descubren que la fórmula realista de captar la verdad sin artificios, siempre va a chocar contra los muros (reales o no) de los mecanismos de la ficción. El veredicto de los protagonistas de Crónica de un verano basculaba entre dos posturas enfrentadas: los comportamientos captados por la cámara o eran impúdicos o eran falsos. No hay consenso, no hay verdad absoluta, la duda permanece siempre.

El documental se mira en el espejo y no sabe (aún sabiéndolo) si lo que ve es la vida o una impostura que imita a la vida. Genial.
nachete
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22 de mayo de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sociólogo Edgard Morin, el antropólogo y cineasta Jean Rouch  y el director y camarógrafo Michel Brault vienen a poner el dedo en la llaga o mejor dicho en la imprecisa y siempre borrosa linea entre la verdad y la ficción.

Su cine de realidad (cinema verité) termino acuñado por Rouch a sugerencia del publicista de la película viene a sublimar la herencia del cine-ojo de Dziga Vértov y los documentales de Robert Flaherty. Supone un antes y un después que rizando el rizo se autodocumenta así mismo en una autocrítica de sus virtudes y sus riesgos para llegar a la conclusión de que la "verdad" objetiva convive en una paradoja insoslayable con la relatividad subjetiva desde el mismo momento en que esta es filmada. El realizador y el "actor" la modifican, la verdad acaba siendo como ese electrón que está en todas partes y ninguna condicionado por aquel que lo observa.

"La vida cotidiana" del París de 1960 (hay una incursión en Saint Tropez) es un estudio sociológico y antropológico impagable. Ante la pregunta inicial de ¿es ud. feliz? se abre un abanico de temas que van desde la propia concepción de la felicidad, hasta el nazismo, pasando por la familia, el racismo, la alienación laboral....,etc, hilvanados con maestría y disección de cirujano por sus realizadores que lejos de ser simples observadores participan del hecho narrativo. El resultado es espléndido, emotivo, empático.

Al final sus protagonistas se ven reflejados en la pantalla. Los "actores" y realizadores pasan a ser espectadores-actores. Se ven impúdicos o actuando. Pura esencia cinematográfica.

cineziete.wordpress.com  
ELZIETE
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