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La divorciada

Drama. Romance Jerry descubre que su marido le ha sido infiel y cuando le reclama su comportamiento Ted le dice que no tuvo importancia y que no debería preocuparse por ello. Enfadada, decide vengarse y pagarle con la misma moneda. Cuando su aventura con el mejor amigo de Ted se descubre, su marido le dice que en su caso no es lo mismo y le exige el divorcio. Jerry empieza una nueva vida como mujer independiente, pero no puede olvidar sus viejas ideas ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una de las más destacadas películas del llamado cine “pre-code” entendido este como una etapa del cine americano, desde la llegada del sonido en 1927 hasta la aplicación obligatoria del Código Hays en julio de 1934, caracterizada por estar censurada, pero no tan severamente como las películas que siguen a esa fecha. En estos siete años sexo, drogas, mestizaje, homosexualidad, y un sinnúmero de otros temas que estarían prohibidos para el público en décadas posteriores, son permitidos y explotados comercialmente por los grandes estudios de Hollywood.

Jerry –interpretada por Norma Shearer- y Ted –Chester Morris- se casan. Tras tres años de matrimonio ella se entera de que él ha tenido una amante, fruto de un desliz al que él no da importancia. Ella intenta superarlo, pero le resulta imposible y decide pagarle con la misma moneda - “he equilibrado las cuentas, eso es todo”- lo que él no acepta ni trata de comprender, aunque esa misma comprensión le pedía a su mujer -“mujeres fáciles, sí, pero no en casa, ¿eh?”, le reprenderá ella-.

Fantástico retrato femenino, que reivindica la condición igualitaria de la mujer y que retrata el machismo imperante en las relaciones familiares de aquellos momentos. Escandalosa y casi hasta revolucionaria en su tiempo, la película tiene una moral muy abierta para la época y describe sin tapujos a una mujer que disfruta de su vida como divorciada.

La película es, en parte, deudora del cine mudo para bien y para mal. Para bien por la economía de medios, los elementos visuales, los sobreentendidos y las miradas sin palabras que resumen sentimientos y que un avezado espectador de cine mudo entendía perfectamente: véase, por ejemplo, como sutilmente sugiere la relación de ella con su amigo Montgomery cerrando unas cortinas. Para mal por la logorrea inicial de las primeros años del sonoro, en el que muchas veces se tiene la sensación de ser meramente teatro filmado al que se añade un montaje –el travelling era prácticamente inexistente-, todo ello comprensible a la altura de 1930 cuando los cineastas aún estaban aprendiendo sobre cuándo y cómo aplicar el sonido, los actores sobre cómo emocionar y gesticular sin parecer idiotas y los guionistas trataban de establecer la diferencia entre los diálogos teatrales y los diálogos cinematográficos.

A pesar de cierto hieratismo narrativo, la película sigue teniendo una gran fuerza dramática y cuenta con una inmejorable baza a su favor: el deslumbrante trabajo de Norma Shearer que le llevó a ganar, merecidamente, un Oscar. Además de su encanto natural -y de su maravillosa nariz griega- la actriz canadiense, pese a algunos dejes o restos de la técnica del cine mudo -algo que conservó siempre, por ejemplo, Greta Garbo, con esa expresividad grandilocuente pero tan atractiva- nos regala una prestación llena de matices, de la alegría inocente a la desesperación, del cansancio al ataque de nervios, sin perder la compostura. Siempre sospechosa de recibir los mejores papeles por su relación marital con el genial e influyente productor Irving Thalberg –lo que le acarreará severas críticas de sus rivales del momento: Bette Davis y, sobre todo, Joan Crawford- aquí dejó justificado su enorme talento interpretativo que seguiría prodigando hasta su prematura retirada del cine en 1942.

Gran clásico.
Gould
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1 de diciembre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dinámica, perspicaz y fresca dirigida por R.Z. Leonard mediante un vigoroso sentido del ritmo capaz de convertir todas las vicisitudes de la trama en un permanente ejercicio de naturalidad y de convicción a pesar de la complejidad emocional y psicológica de las situaciones que se dirimen.
Después de trascurridos noventa años desde su estreno mantiene un toque de intemporalidad -tanto en lo argumental como en lo cinematográfico- que le confiere entidad de gran cine y perspectiva de futuro.
Para siempre.
Excelente actuación de N. Shearer que, con interpretaciones como la presenta, justifica de sobra su rutilante brillantez durante tantos años en el panorama de Hollywood.
Aunque en nuestros días parezca algo olvidada.
También debe destacarse a C. Morris, a C. Nagel y a R. Montgomery.
ABSENTA
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1 de septiembre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando dos personas enamoradas se casan se comprometen con los votos del sagrado sacramento a respetarse, quererse y ser fieles el uno la una a la otra pase lo que pase hasta el final de sus días. Y el tiempo transcurre y la llama del amor que los une puede seguir tan brillante como el primer día en que se besaron y descubrieron su afecto mutuo. Sin embargo hay una falta que siendo grave amenaza la estabilidad y la continuidad de un matrimonio, y es la infidelidad, al mostrar que parte del cariño y la pasión de uno de los cónyuges se ha desviado hacia otra persona ajena al hogar de la pareja. Cuando ocurre a la persona a la que le han sido infiel le parece que se le viene el mundo encima y que toda infidelidad se ha acabado, llegando incluso a odiar a la persona que tanto daño te ha causado pero hacia la que sientes un apego tan profundo y duradero.
Tras haber querido durante tres felices años a su marido Ted, Jerry se da cuenta de que él le ha estado engañando con Janice. Cuando trata de justificarse, Ted recurre a la frase "no significa nada" para referirse a las relaciones con Janice. En su ultraje y al verse traicionada y herida por el hombre al que más quiere, Jerry decide darle a probar su propia medicina, a pesar de que ello supondrá el fin de su unión que tan dichosa la había hecho. Y estos dos casos de lo que comunmente llamamos "cuernos", permiten comprobar la diferente manera en que normalmente una mujer y un hombre afrontan una infidelidad de su pareja. La mujer intentará en un principio mantener las formas e incluso arreglarlo sacrificando su orgullo para recuperar su matrimonio y el cariño de su esposo; mientras que le hombre reaccionará llevado por la ira al saber que otro hombre es el receptor de las caricias de su mujer en lugar de él. No obstante, al pasar los años y verse solos pero manteniéndose presentes el uno al otro en su memoria y en su corazón, pese a la distancia que habían puesto entre ambos para intentar olvidar, cabe la posibilidad de una segunda oportunidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
david panadero moya
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20 de mayo de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nominada a cuatro oscars (película, director: Robert Z. Leonard, actriz principal: Norma Shearer y guión: John Meehan). consiguió el de mejor actriz.

Dirigida por Robert Z. Leonard e interpretada en sus principales papeles por Norma Shearer, Chester Morris, Conrad Nagel y Robert Montgomery, cuenta la historia de Jerry (Norma Shearer) y Ted (Chester Morris) felizmente casados hasta que en el tercer aniversario de su boda, ella descubre que su marido le fue infiel. Ella se la devuelve acostándose con su mejor amigo. Cuando el marido se entera le dice que no es lo mismo que engañe el marido que la mujer, por lo que ella le dice que él sera el único hombre que no entre en su vida.

Es bastante sorprendente por el año de producción de la película, la libertad con que es tratada el tema de la libertad sexual de una mujer que tiene distintas relaciones y que no le debe cuentas a nadie. Imagino que en esas fechas había mas libertad en esos temas pero que pocos años después,con el código Hays, estos personajes femeninos serian tabúes.

Me gusta la sutileza como es tratado el tema de las relaciones de la esposa con sus distintos amantes, ya sea a través de unas cortinas cerradas y la luz apagándose o la cámara enfocando solamente las manos de la protagonistas y de los amantes que tratan de seducirla sin verse sus caras en ningún momento.

Es una pena que el atrevimiento inicial se pierda por culpa de un final más convencional.
jesus
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19 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como curiosidad, en "La Divorciada" ya aparece la música de Cantando bajo la lluvia. Pasaron 22 años hasta que se estrenara la famosa película de Stanley Doney con Gene Kelly en la cabecera de la interpretación.

Por lo demás interesante drama de los inicios del cine sonoro
Carlosjorge
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