The Beach Bum

Korine se autoplagia en una película llena de guiños a sus anteriores obras, sobre todo a Spring Breakers, copiando planos y la misma estética. Una consecución de imágenes de excesos, personajes marginales y en general pajas mentales del director tiradas de cualquier manera sobre la línea de tiempo sin llegar a construir un relato coherente. Por lo menos en Spring Breakers James Franco salvaba la cinta. En ésta, McConaughey interpreta a un personaje plano que apenas evoluciona a lo largo del relato y carente de carisma. Cameos que nada aportan y situaciones ridículas. Solo se salva la secuencia de Martin Lawrence, con unos toques de humor negro muy hilarantes que fue el único momento que la película me arrancó una risa.
Una verdadera pérdida de tiempo

Supe de este proyecto por una entrevista concedida por el rapero Snoop Dogg, donde aseguraba que el bueno de Matthew McConaughey había rodado fumado durante toda la película. Una vez vista la película puedo confirmar que esa afirmación no es nada exagerada. Y lo mismo se puede decir del director y guionista.

Y es que estamos ante una película inclasificable, con un protagonista pasado de vueltas y en la que, se puede llegar a entender que el siempre entregado McConaughey haya querido interpretar de la mejor forma posible, para meterse más en el papel (en cualquier posible, no sé si me entendéis).

Lo único que no me llamaba del proyecto (ya que aparte del bueno de McConaughey, hay un gran elenco de actores) era su director, autor de la insufrible y espantosa "Spring Breakers", cinta aplaudida por algunos críticos snobs, como si fuese una gran película, cuando era un bodrio sin sentido.

Aquí nos encontramos ante otra película sin un hilo argumental claro, donde todo va sucediendo sin que tengamos claro que demonios está pasando o cual es la intención de su máximo responsable, pero al menos la película no aburre en ningún momento, tiene grandes momentos más que inspirados y la actuación de su actor protagonista es fabulosa, como suele suceder con este gran intérprete. 

Se nota la mano del mismo director, pero, mientras que en la película con James Franco todo era tedioso, lento y con formato videoclip (además de no tener ni pizca de gracia), aquí apuesta por un tono más paródico (por decirlo de alguna forma), ya que la película no se toma en serio a sí misma en ningún momento.

Creo que pocas veces Miami ha lucido tan bien, ya que casi todo en la película son barcos y paseos por el mar, así como aventuras en la nocturnidad de sus calles. Creo que el director ha hecho una buena labor y, a pesar de sus intenciones poéticas y excesos, la película es entretenida, que no es poco (sobre todo gracias a su corta duración).

El guion, del mismo responsable, cabría en una servilleta, ya que la mitad del metraje son canciones metidas con calzador. Una secuencia vale, pero son varias en la que los personajes bailan y no hacen nada más, al son de temas conocidos. Si criticamos eso en comedias románticas o "road movies" al uso, también debemos ser francos y reconocer que se trata de puro relleno.

Da la sensación, en demasiados momentos, de que el director y guionista no tiene muy claro que quiere contar o que nos quiere transmitir, como si el personaje protagonista principal fuese un fiel reflejo de él mismo y fuese drogadohasta las cejas a cada minuto.

La película es una serie de episodios, en los cuales el protagonista se va encontrado con diferentes personajes (a cada cual más excéntrico) mientras intenta encontrarse a sí mismo (si es que eso es posible) y poder terminar su nueva novela, sin que haya un hilo conductor o una trama. Eso es la película, ni más ni menos.

Ya os aseguro, desde ya, que es una película de muy difícil digestión, y que con otro actor al volante y otro reparto, se podría haber quedado en un absoluto desastre, pero gracias a los elementos utilizados se trata de una cinta que se deja ver, y que, como experimento inclasificable no tiene precio. 

Vamos a lo mejor de la película, que es el reparto. Matthew McConaughey nos regala una hilarante interpretación, haciendo de hippy al que todo le importa un pimiento y sólo piensa en pasárselo bien.

Quizás algunos espectadores sientan rechazo ante un sujeto así, y reconozco que en más de una ocasión me han entrado ganas de darle un par de hostias durante su visionado, pero también cabe reconocer que su actuación es tan divertida como hipnótica. 

Suya es la película, porque se trata de un personaje omnipresente, que ocupa todo el metraje. En cuanto al resto del reparto, tenemos a rostros conocidos como Isla Fisher, Martin Lawrence, Jonah Hill, Snoop Dogg o Zac Efron, siendo todos ellos aportaciones divertidas y que añaden enteros al producto final (sobre todo en el caso de Efron, ya que su parte es de las más desfasadas).

En conclusión, estamos ante un inclasificable y experimental film, que no será del gusto de todos y que es muy difícil de defender o recomendar, pero que, gracias a su reparto (sobre todo ese gran McConaughey) se deja ver y supone un entretenimiento curioso. Quizás peque de pretencioso, pero no es ni la catástrofe que podría haber sido ni tampoco ninguna maravilla. Vosotros mismos.

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Moondog fue un músico norteamericano que vivía en las calles de Nueva York y estaba obsesionado con sus orígenes alemanes, de forma que terminó trasladándose a Alemania. Era ciego y desprendido. Su singular obra, permanece hoy como objeto de culto para sibaritas musicales de lo extraño. No sé si Korine tuvo presente a esa figura musical para crear este borracho descacharrante y hortera.

Este Moondog luce las típicas pintas del mamarracho de Florida, el pelo teñido, camisas cantonas, nula percepción del buen gusto para combinar prendas de vestir. Va de un lado a otro de Key West -y a veces Miami-, dónde la gente le reconoce y le invita a beber o pasarlo bien. Él no pide más que eso a la vida. Y si no se lo dan, pues lo toma "prestado". Nada parece afectarle por mucho tiempo, puede bajarle el ánimo, pero su vida es una montaña rusa, tan pronto puede descubrir que su esposa tiene un lío como al siguiente bañarse vestido en la piscina y a continuación compartir un emotivo baile con su hija. Y vive así porque comprende que nada en la vida es eterno, lo que viene se va, y cuando algo se agota, sencillamente se busca lo siguiente. Las convenciones sociales y las normas no son lo suyo, es un rebelde sin mensaje ni visión social, entre otras cosas porque los planes no son su punto fuerte. Vive inmerso en el momento y para qué más.

Y es que bajo esa fachada de comedia de fumetas y desparrame insensato se oculta una comedia filosófica, la intención de Korine es clara y por eso, para quien se quiera fijar, recrea en su protagonista las exactas cualidades de un verdadero epicúreo, que hace del hedonismo su forma de vida, siempre se ríe con la gente y nunca de la gente. Puede citar versos de DH Lawrence o Baudeleire y echar un polvo en la cocina de una hamburguesería o aplaudir el poema en eructos de un borracho en una pista de patinaje. Es dónde lo ridículo se toca con lo sublime. No pretende establecer escalas de mejor o peor y es completamente libre porque no le importa la opinión de los demás, puede que ni la suya propia. Lo que cuenta es lo que tiene al alcance de la mano. Es el profeta de la verdadera libertad.

A diferencia de las típicas comedia del estilo "The Hangover", dónde tras el desmelene siempre hay una vuelta a la normalidad o un deprimente propósito de enmienda, en "Beach Bum", todo es una huida hacia adelante. Tampoco creo que admita comparación con "Fear & Loathing in Las Vegas", pues su personaje no es un abusón de camareras y otros empleados, tampoco creo que la película esté enfocada como una especie de crítica oblicua y contracultural. Por el contrario, a mí Moondog me recordó al Henry Miller de "Trópico de Cáncer", novela también epicúrea y que también proponía una zambullida en el poder del instante. Sólo que en vez de la bohemia parisina de los años 30, aquí encontramos a un hortera para el siglo XXI en Florida. En ese sentido, no descarto que la elección de una ciudad de temperamento "tropical" sea, entre otras cosas, una referencia a esta obra de Miller.

Por lo demás, si algo tiene "Beach Bum" es la capacidad de sorprendente casi en cada escena, no sabes que desmadre va a ocurrir, qué giro acontecerá en los siguientes minutos. Mientras Moondog atraviesa las jaranas cualquier cosa puede ocurrir. Particularmente, me he reído como hacía mucho tiempo que no lo hacía con un largometraje, en general muy dados a las convenciones. Por eso resulta tan refrescante una película que, al uso de su singular protagonista, se atreva a navegar a contracorriente e ilustrarnos una forma más vitalista, desprendida y desenfada de encarar la vida. Está claro que no todos podemos llevar a cabo ese estilo alocado de vida, pero, ¿qué problema hay en ser plenamente conscientes del momento que vives, en minimizar las opiniones ajenas y buscar el lado más desenfadado de la existencia? Francamente, si Moondog fundara una iglesia, yo me apuntaría como feligrés.

En un sentido estético y formal, la película es bellísima, la manera en la que los personajes se deslizan por los escenarios, la manera en la que las diferentes escenas se encadenan, la banda sonora, la fotografía con esos tonos turquesas y rosados, de ensueño, bajo atardeceres anaranjados, está claro que Harmony Korine le pilló el truco al tema de la dirección y que, si quiere, puede ser tan preciosista como el mejor. Al igual que con "Spring Breakers", aquí vuelve a postergar su atracción por escenificar lo feo y lo grotesco o, al menos, parcialmente. En realidad, lo feo y lo grotesco emerge, pero no lo hace desde el plano, sino desde el concepto detrás de la pantalla. El mensaje no queda muy claro, nunca queda claro cuál es el mensaje en una película de Harmony Korine, no se entiende si es de celebración o si intenta poner al descubierto cierta miseria decadente. Harmony Korine es así, agridulce. Un poco amamos a Moondog y, otro poco, lo odiamos. Por momentos es un personaje compasivo, cuya gratitud y buena vibra parece expansiva pero, por otra parte, no tiene límites y, en ese exceso, el discurso se vuelve por momentos amargo y se atraganta. Todo el pedo new age y la buena vibra terminan confundiéndose con el más puro grotesco. ¿Es un genio o un sociópata? Probablemente, las dos cosas. ¿Por qué, en la imaginación de Harmony Korine, la libertad personal y el goce aparecen siempre ligados a la autodestrucción y a las drogas? ¿Nos habla, en entrelíneas, de una tendencia compulsiva natural del ser humano por lo decadente? La búsqueda del punto límite y los excesos, una frontera que tal vez quiere expresar un derecho individual que debería ser inalterable, ¿pero cuál es el límite de la libertad individual? Es interesante la escena en la que la jueza se muestra quizás algo indulgente, porque lo admira como poeta. Pensar que la mirada legalista podría ser benévola ante el arte es de una ingenuidad rayana en lo infantil. Un momento inspirador, tierno y falso. La ironía agregada es que los poemas que escribe son muy mediocres, con lo que el gesto se vuelve todavía más patético.
La película está bien, posiblemente, es la más relajada y divertida del director. Es una película muy chill. Pero carece de cierta ambición e impulso contestario, anárquico, subversivo, que caracteriza toda su filmografía, ya sea que decante por el más puro dadá como en "Trash Humpers" o por una narrativa más clásica, como en "Spring Breakers", siempre hay una huella autoral que opera en un sustrato filosófico. Una huella que, en "Beach Bum" es borrosa, diáfana, prácticamente invisible.

Vista en el Festival de Gijón, me resultó insufrible a partir del primer cuarto de hora de proyección. La aguanté hasta el final por pura disciplina cinéfila. Horroroso guión, atragantante Mattew Mc como se diga (una especie de Joker, pero sin ninguna gracia y puesto hasta las cejas), una fiestorra tras otra, a cual más esperpéntica....en fin, para qué seguir. Evítense el sufrimiento. Yo ya les he avisado.